¿Chicas en Welton?

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Escuchaba el sonido de sus latidos de corazón, eran lentos, calmados, no estaba alterado. Eran como el compas de una canción, era mi favorita. La oscuridad era dueña de la habitación pero no sentía frio. Nuestras manos estaban entrelazadas, sus dedos junto a los míos. Su pecho se elevaba con cada respiración que daba. Su barbilla tocaba mi cabeza, su otra mano estaba rodeando mis hombros. Su playera estaba mojada con baba mía. 

Era tan perfecto el momento que parecía un sueño, un hermoso sueño donde todo dejaba de importar y solo éramos nosotros juntos, para siempre. O eso hubiera querido, quedarme en este momento, pero iba a terminar cuando despertara, volveríamos a la vida donde tenemos que escondernos lo que sentíamos, escondidos en las tinieblas y rincones mas alejados de la sociedad para volver a asentir lo que sentí en este momento, amor.

Su cabeza se movió, su mano dejo de estar en mi hombro, había despertado. Me quite de su pecho, entre la oscuridad podía verlo sonreírme.

―Buenos días―dijo con voz de ronca. 

Se acerco a mi rostro y me beso, fue un beso tierno, fugaz pero hermoso. Nos quedamos juntos tanto tiempo como nos era posible, en cualquier momento tendríamos que ponernos los uniformes y seguir el día. Me volvió a besar, este beso mas salvaje, su lengua toco mis labios y llego a mi boca. No sabia que estaba haciendo pero no me disgustaba. Sentí como toco mi diente, solté una carcajada que al instante escondí para no hacer ruido.

Niel empezó a reírse también, estábamos intentando no hacer mucho ruido pero eso solo aumentaba las risas. Tuve que ponerme mi mano en la boca para evitar soltar la risa por accidente. De pronto se empezó a escuchar el ruido de los chicos saliendo de sus habitaciones, nosotros teníamos que hacerlo, aunque no quisiéramos. 

Niel me beso la mano con la que cubría mi boca, se levanto de la cama, encendió las luces de la habitación. Mi cuerpo empezó a sentir el viento frio que estaba en la habitación. Me levante después de unos segundos.

Era un día como cualquier otro, hasta que Niel me tocaba sutilmente mi mano cada que cambiábamos de salón o cuando me llevaba a rincones por unos momentos solo para darme un beso. Los demos no nos veían raro cuando Niel y yo empezábamos a empujarnos mientras caminábamos, estaban acostumbrados a que fuéramos así.

Hasta la noche era cuando pudimos besarnos mas tiempo, en las mañanas nos escondidos entre cajas o en rincones de la escuela. Así fue todo los días, amantes en secreto, pecadores, niños estúpidos, demonios, maricas, pero en mi mente solo éramos Niel y Todd. Besos, poemas románticos que rompía cada que terminaba de escribir, caricias en la oscuridad, sonrisas tontas cada que nos veíamos, manos entrelazadas, miradas de minutos enteros.

El día de la sociedad, Knox iba a ir a la fiesta de Chris, así que no podría venir. En la noche mientras corríamos a la cueva, en el bosque con los grandes arboles como únicos testigos, nos separamos del grupo y nos besamos, mi espalda sintiendo el tronco del árbol mientras mis labios sintieron los de Niel, su mano en mi rostro. Mi mano estaba en el árbol, me ayudaba a no caerme.

―¡Todd!

―¡Niel!

Gritaban los chicos buscándonos. Fuimos después del segundo llamado, al llegar a la cueva solo dijimos que fuimos por un camino diferente y nos habíamos perdido. Ellos se miraron entre si con duda, decidiendo si nos iban a creer. Entre ellos no estaba Charlie, esperamos un poco a que llegara. Le preguntamos a Cameron que compartía la habitación, pero dijo que no estaba cuando salimos. Lo esperamos unos minutos. Colocamos al "Dios de la cueva", lo pusimos en la roca mas alta. Nos sentamos lo mas cerca posible para guardar calor. Niel no estaba junto a mi, talvez era lo mejor, no ser tan obvio.

Compañero de habitacionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora