Compañero de habitacion

Infierton

El colegio parecía un castillo antiguo, como del siglo pasado. Era grande, suficiente para albergar a muchos estudiantes. Era un edificio de dos pisos y una torre, estaba hecho con ladrillos del color cafés. Las lasas que decoraban el techo eran grises y oscuras, las chimeneas se alzaban por encima del techo, también había arbustos alrededor. Las entradas eran grandes puertas de madera y alrededor de arcos de piedra.

Alrededor del colegio tenía un gran patio trasero donde había grandes árboles con hojas naranjas, el césped brillaba con la luz del sol. El lago era hermoso, podría pasar horas contemplándolo. El sol iluminaba todo el área haciéndolo parecer una postal. Un bosque rodeaba el lago dejando la zona mas privada.

El colegio también tenia explanadas de piedra rodeadas de arcos con enredaderas. Era un lugar antiguo, me habían metido en una maquina de tiempo y me dejaron aquí. Mi hermano me dijo que el lugar era bonito pero no pensé que tanto.

Autos llegaron y en ellos chicos y padres estaban con sus mejores trajes. Trajes iguales a los que tenia mi padre, las madres iban con sus vestidos formales, guantes de diferentes colores y con sombreros. Los chicos tienen el uniforme de Welton, trajes completamente negros con pequeños toques rojos en las costuras, las corbatas era de esos dos colores. Los mayores tienen pequeñas medallas doradas. Yo había venido con mi mejor traje, eso me hacia notar como el nuevo.  

Las personas entraban por unas grandes puertas que daban una sala, podrían llamarlo una iglesia, bancas de madera en filas que miraban a un altar. El lugar tenia paredes de piedra, arcos que sostenían el techo terminaban en unas columnas, vidrieras en las cuales entraba luz de diferentes tonos gracias a los diferentes colores de los cristales. El lugar estaba lleno, padres e hijos en todas las bancas en silencio mirando a los profesores que llevaban togas negras. Había un altar de madera con la imagen de Jesús tallada .

Cuánto el lugar se llenó de toda la gente que faltaba por entrar empezó a escucharse un piano y unas gaitas escocesas. Unas puertas que daban al colegio se abrieron y salieron chicos con gaitas y unas faldas escocesas, también cuatro chicos que sostenían cuatro estandartes. Los estandartes eran rojas con una X amarilla, arriba de ellos llevaban palabras escritas. 

TRADICIÓN 

HONOR 

DICIPLINA

EXELENCIA 

Los chicos que cargaban los estandartes eran de mi edad, compañeros de cuarto, esperaba posibles que posiblemente hubiera un error o un estudiante que no llegara y pudiera compartir un cuarto solo, no por egocentrismo si no porque no quería pasar todo un semestre con un posible chico que fuera una molestia o nos llevaremos mal. Uno llevaba las palabras con orgullo, otro parecía cansado y solo con ganas de terminar, pero otro estaba sin problema. No lo llevaba con orgullo pero tampoco con pereza, solo con alegría, no estaba sonriendo pero el emanaba felicidad.

Lo había visto antes afuera, era muy alto, mas alto que yo. Me quede viéndolo, preguntándome como era posible que haga eso con solo verlo. Sus ojos cafés miraban para adelante pero solo por un segundo su mirada se clava en mi, fue tan corto el momento que ni pude reaccionar. Me quede paralizado, su mirada me dejo helado. 

Su cabello castaño oscuro estaba arreglado, peinado de una forma para lucir maduro, pero no le quedó, no iba con el. 

El recorrido termino, dejaron los estandartes donde estaban los profesores y fueron a donde estaban sus padres. La música siguió sonando hasta que un señor subió al estrado y comenzó a hablar. Era un señor mayor con los pocos cabellos que le quedaban en un color blanco.

―Hace cien año, en 1859, 41 muchachos aquí estuvieron y respondieron a la misma interrogante que le hicieron al inicio de cada semestre. Díganme, ¿Cuáles son los cuatro pilares?― sonaba como un soldando dando órdenes. Todos los chicos se pusieron de pie al mismo tiempo, parecía ensayado. Mi padre me hizo levantarme junto a los demás, aunque sabía que no conocía a que se refería.