Día 02: Felicidad

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O2-. Una desconexión

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Pasaron pocos días luego de Marinette le dijera a Félix la verdad con respecto a sus sentimientos por el primo de éste, en los cuales desde entonces se habían alejado un poco.

Félix se excusaba diciendo que tenía que hacer unos cuántos trabajos de la Universidad pero Marinette no le creía, ella sabía que la razón del alejamiento de su amigo era porque estaba enfadado de que ella aún quisiera a Adrien, con lo que le había dicho cuando se enteró de la verdad era más que suficiente.

Lo que la Dupain-Cheng ignoraba era que si bien el motivo que ella asumía era correcto, no era el único que provocó el distanciamiento del Graham de Vanily. Él estaba dolido, pensar que creía poder tener algo con la de ojos azules hacía que su pecho lo sintiera pesado; no había logrado ni decirle de sus sentimientos a la muchacha y ya había sido rechazado prácticamente.

No se había puesto con tanto drama ni terminó siendo un mar de lágrimas, pero un pequeño sentimiento de devastación combinado con la desilusión había predominado en él esos pocos días. Estaría mintiendo si dijera que era la primera vez que lo sentía, había estado en pocas relaciones con anterioridad  previo a conocer a Marinette, no era algo nuevo a decir verdad, pero la diferencia estaba en que el sentimiento no había sido tan abrupto en tiempos pasados a como lo estaba sintiendo actualmente con la azabache.

Algunas veces deseaba bastante ser Adrien, porque sí, aún la envidia que tenía hacia su primo predominaba bastante y era consciente que ese deseo podría llegar a ser hasta egoísta en cierto punto, pero eran cosas que a veces uno no puede dejar de pensar. Era humano al fin y al cabo, y no era perfecto.

Había decidido concentrarse un poco más en la práctica de dibujo para despejar la mente de tanto, habiendo confiado en que la excusa de que tenía trabajos de la Universidad para desviar a Marinette de sí por unos cuántos días. Llegaba a creer, incluso a confirmar, que ella no se había tragado excusa tan barata pero a fin de cuentas había servido para mantener distancia entre ambos.

Mientras se concentraba en los trazos del dibujo, pudo escuchar unos pasos acercarse a su habitación, suponiendo que se trataba de su madre ya que había decidido pasar unos pocos días en casa de su progenitora. Ni ella era conocedora de sus sentimientos por Marinette, digamos que al igual que su amiga era un poco chismosa, y no quería que los supiera ahora que indirectamente estaba rechazado; a fin de cuentas, se quedó con ella unos días para tener de su amor maternal y así como mínimo apaciguar el dolor que sentía.

Al escuchar que el picaporte de la puerta era girado, volteó su rostro hacia el sitio esperando encontrarse con su madre, pero en realidad quien había abierto fue Marinette, causando que su rostro mostrara sorpresa por la repentina llegada.

Sin darle tiempo de hablar, la chica simplemente ya estaba jalándolo del brazo para que se levantara de su silla frente a su escritorio en donde estaba trabajando.

—¡Anda ya! ¡Entiendo que te enfadaste conmigo pero ya pasaron días!—. Le dijo ella mientras en vano jalaba el brazo del rubio para que se levantara. —¡Deja de ser vampiro y sal del encierro, no puedes evitarme para siempre!

Félix logró safarse del agarre de la chica y giró la silla para ver a su amiga de frente mientras se cruzaba de brazos.

—Marinette, tengo todo el derecho de mundo de estar enfadado ¿Y por qué? Porque me preocupas—. Explicó el ojiverde. —No puedes aferrarte a un amor que ya no puede ser, debes aceptar que Adrien está con otra chica ahora.

—¡No es fácil, Félix!—. Recalcó la ojiazul. —Si tan solo pasaras por lo mismo entenderías mi posición.

El rubio apretó los dientes levemente con tal de no dejar salir una palabra al respecto de lo que acababa de decir la azabache.

Silencioso // FELINETTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora