Raquel autosometida en pañales parte 2

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De agua racionado de a intervalos. Entonces tomó de su vestidor ocho pañales para adultos, de la mejor calidad, mullidos y absorventes. Se tendió en la cama, y habiendose untando previamente con talco y aceite de bebes en su zona genital se los fue abrochando uno encima del otro. Usó unas trabas especiales para pañales, de modo tal que, sumando a la sujección del arnes de la cuna, le hiciese aun mas imposible cualquier intento de quitarselos mientras estuviese amarrada a la cuna.

Apenas podía caminar con semejante bulto entre sus piernas, pero era consciente de que no tendría ninguna chance de cambiarse los pañales en las próximas 48 hs y necesitaba toda la absorvencia que pudiera conseguir para evitar filtraciones. A continuación se colocó dos bombachitas de goma una encima de otra. No quería derramar ni una gota de sus orines fuera de sus pañales. Por ultimo, en un minuto final de inspiración, tomó de estuche personal seis supositorios de glicerina, los que procedió a insertar en su ano de a intervalos para que fuesen asimilados por su organismo progresivamente. Para ello tuvo que quitarse sus pañales y bombachitas de goma uno a uno, pero rapidamente se los volvió a colocar y sujetar firmemente y el ezfuerzo valió la pena. Ahora tenía garantizado que su forzada incontinencia no solo la llevaría a mojar sus pañales sino también a ensuciarse con caquita blanda. Se colocó encima un pijama con talla adulta pero de estilo infantil que había adquirido meses antes mediante un envío por catalogo que pagó con su tarjeta de credito y unos zapatos de algodón que compró del mismo modo.

Ahora había llegado el momento de la verdad, tomando el cepo electrónico, saltó dentro de su cuna, subió la baranda del costado y la sujetó en la parte superior. Luego comenzó a instalar el aparejo que la mantendría sujeta en indefensa durante su estadía de fin de semana. Se colocó las cintas que mantendrían sus pies firmes, a continuación las que la sujetaban de la cintura y el pecho y luego el arnes completo que cruzaba por su entrepierna y por sus muslos hasta unirse con la cinta que sujetaba la cintura, a la manera de un cinturón de castidad, el cual le impediría cambiarse los pañales.

Finalmente se amarró la mano izquierda con las cintas destinadas para este propósito, dejando libre solo la derecha para poder tomar los biberones y el alimento de bebes asi como para poder digitar la clave cuando llegase el momento de liberarse dos días mas tarde. Se aseguró de que queden bien tirantes, aunque sin lastimarla pero de manera que no le permitiesen ningún movimiento cómodo. Y para culminar insertó el cepo electrónico en ambos aros de los extremos que manejaban el aparejo completo y procedió a cerrarlo. Para asegurarse de que no había posible escapatoria intentó ingresar la clave en el teclado para abrir el cepo y este definitivamente no se abrió. Ello confirmaba que no habría ninguna manera de que Raquel pudiera salirse de su estado de completo somtimiento hasta el domingo por la tarde, que era el tiempo programado para abrir el cepo.

Se recostó rendida en su cuna, contemplando su vergozosa situación, que no tenía escape alguno y se sobrevino enormemente exitada y espectante. Y no tuvo que esperar mucho tiempo para contemplar las consecuencias. La enorme cantidad de bebida que había ingerido hasta hace poco rato había llenado su vejiga y le estaba exigiendo que se orinase inmediatemante. Raquel no era incontinente, aunque había fantaseado muchas veces con serlo, llevando a cabo sus juegos habituales, orinandose a drede en sus pañales o a veces sin ellos, mojando su bombacha y sus faldas o jeans como una niña deseperada. Pero esta vez decidió llevar al extremo su fantasía, sabiendo que estaba allí sometida en pañales sin vía de escape, decidió experimentar hasta donde podía llegar su desesperación por contener sus esfinteres como una mujer adulta, contra toda probabilidad. Quería saber que significaba aquella sensación de impotencia al orinarse contra su propia voluntad y no de manera deliberada como solía hacer en sus juegos. Permaneció así varios minutos, cambiando de posición tanto como sus amarras se lo permitían, en busca de contener sus orines. La deseperación fue creciendo, en tanto que el líquido que había ingerido continuaba llenando su vejiga de manera apremiante hasta volver su esfuerzo casi vano. Raquel continuaba retorciendose cada vez mas, con una evidente expresión de frustración y desconsuelo en sus ojos, a tal punto que llegó a derramar lagrimas de ellos. Hasta que finalmente para su derrota y su éxtasis, contra toda orden mental, su vagina comenzó a liberar por si sola las primeras gotas de pis. Primero unas pocas gotas, pero luego un fluido mas contante, hasta que se volvió un potente chorro de orin que salía de su conchita con la potencia de un surtidor. Raquel apenas podía concebirlo, no era una orden mental deliberada la que la hacía orinarse de aquella manera, ella no tenía control alguno en aquel proceso, su cuerpo, su vejiga reaccionaba de manera automática sin que ella pudiera detenerlo de ninguna manera.

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