Esa misma tarde.

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El edifico era tan grande, que me pareció imposible encontrar a Mari ahí adentro.
A la sazón de todas las emociones que se agolpaban en mi pecho, me decidí y entre al vestíbulo donde muchas personas en trajes y con portafolios, entraban y salían de los ascensores que estaban al fondo. A la derecha estaba la recepción donde una pequeña mujer hablaba por su diadema telefónica y daba indicaciones a las personas que se acercaban.

- Hola, buenos días. - pregunte un poco ansiosa después de esperar unos minutos en la fila frente al pequeño escritorio.

- Buenos días ¿qué necesita? - me respondió la mujer sin verme y leyendo unos documentos y acomodándolos en unos canastillos de distintos colores.

- Busco a Mari... Quiero decir a la señorita Mari Mikinami Illustrious.

- ¿De qué empresa?

- Laboratorios Biotecnológicos Gehirn.

- ¿Tiene una cita con ella?

- No realmente lo que pas...

- Lo siento sin cita no puede pasar.

- Señorita justamente vengo para agendar una cita con ella.

La recepcionista por primera vez en la conversación me volteo a ver. Yo solo pude tragar saliva y esperar lo peor.

- Pues llame por teléfono a la señorita Mikinami, agende una cita y regrese, en lo demás no puedo ayudarle. Que tenga un buen día.

"Bruja malcriada ojala y te... te... te... te... ¡¡BAH!!"

Y salí del edificio medio escoltada por un "amable" vigilante que me "mostro" la salida.

- Endemoniada mujer, pero ahora ¿Qué hago? - dije cuando me senté en una banca de cemento en el parque que estaba al frente del edificio. El aire frio me hizo subir mis piernas y abrasarlas para conservar el calor.

De pronto una mujer de cabello castaño y corto se sentó al otro lado de la banca. Llevaba una bata blanca y con un suéter rosa pálido debajo y llevaba falda un poco más arriba de las rodillas y tacones pequeños. Al sentarse me dio los buenos días y sonrió amablemente. En el bolsillo superior de la bata colgaba una credencial que reconocí inmediatamente por la insignia impresa.

- Disculpe, ¿le puedo hacer una pregunta? - curiosee mientras bajaba las piernas de la banca.

- Si me quieres vender algo no. - Dijo amablemente la mujer para después reír suavemente - Fue una mala broma ¿no? Bueno; dime pequeña, ¿que querías preguntar?

- Bueno, veo que trabaja en Gehirn y quería preguntarle si conoce a una chica que se apellida Mikinami.

- ¿Es tu amiga? - pregunto con mucho interés la mujer y me vio directo a los ojos, era una mirada dulce y un poco triste por alguna razón pero cálida también.

Supongo que esa es la mirada "materna" que tanto eh escuchado decir o por lo menos lo imagino muy parecido a eso.

- Si, bueno, algo así; a decir verdad apenas la conocí esta mañana, pero... paso algo en el metro y se llevó mi gorra y mis audífonos; me dijo que pasara por ellos aquí... pero no me dejan entrar. - le dije casi la verdad, solo omití las partes "feas" y eso no es malo según creo.

- Uhm. Pues si la conozco, podría decir que es mi subordinada directa y lo que me cuentas es, bueno quiero decir que suena a esas cosas que ella hace. Pero dime, solo vienes por tu gorra y tus audífonos o... ¿hay algo más?

"Pero, ¿qué más quiere que le diga? No creo que sepa que a mí, bueno lo que sea..."

- Yo bueno, pasó algo con un sujeto, pero la defendí y tiene que ir a que le tomen declaración en la estación de metro... - conteste con algo de sudor en las manos y del frio que me sacudía unos momentos atrás pase a un calor extraño y sofocante.

- Aun hay algo que me escondes, pero te creo. - sonrió la mujer poniéndose de pie y dando unos pasos como si fuera a cruzar la calle. - Mira, puedes pasar por ella a la hora de la comida y le voy a dar una hora más para que vaya a la estación y hagan lo que tienen que hacer. ¿Qué dices? Es un buen plan creo yo.

- Si, lo es... pero ¿a qué hora sale a comer?

- A las dos y media; por cierto, ve a casa y duerme un poco y cámbiate, realmente por lo que la recepcionista o el guardia no te dejaron pasar es porque no suelen llegar personas en shorts para ver a alguien y menos en estas oficinas. Yo no tengo nada en contra de cómo se visten las personas pero políticas y ya sabes.

- Si lo entiendo, gracias por el consejo.

- De nada y vamos, sonríe ¿sí? Estoy segura de que todo saldrá bien. Tranquila. - dijo esto cuando ya cruzaba la calle y movía su mano en señal de despedida.

Cuando cruzo por la puerta giratoria de vidrio, pude respirar normalmente. Mire hacia el cielo y suspire. No podía creer lo que estaba haciendo por ella. De pronto recordé que el policía me esperaba en la estación y me levante para caminar hacia la entrada del metro.

Al llegar a la jefatura de estación, ya me esperaba unos de los policías.

- Señorita, le llaman de la estación donde presento la queja. - y me ofreció el teléfono que tenía en su mano.

- Si, gracias. ¿Bueno? - tome el teléfono y la voz del policía que me tomo la declaración se escuchó por el auricular.

- Señorita Langley, dígame que su amiga ya viene con usted.

- No puede salir ahora, hasta las dos y media sale a comer. ¿Por qué? ¿Qué ocurrió?

- Eso no es bueno señorita, el hombre no puede estar mucho tiempo detenido aquí, lo podemos transferir hasta un Ministerio público pero ahí el proceso tardara más por el papeleo. Si usted decide no llevar a cabo el proceso en el Ministerio nos veremos obligados a dejarlo en libertad.

- Entiendo. Pues llévenlo a el Ministerio. Tiene mi teléfono ¿cierto?

- Si, yo le llamaría desde el Ministerio para informarle de los trámites pero lo que pase después de eso ya no entra en mi jurisdicción.

- Entiendo oficial. Gracias. - Colgué el teléfono un poco, nerviosa por la situación. Le di las gracias al otro policía y me dirigí al andén.

Ahora estaba más vacío, me recargue en la pared y observe el reloj con sus números rojos y brillantes que colgaba desde el techo.

- 7:46...

Por fin llegaba el metro a la estación y subí sin problemas. Ahora podía tomar asiento por el resto de la línea que faltaba para la estación más cercana a casa. Creo que hasta me dormí, porque no puedo recordar nada más de ese viaje hasta minutos antes de salir del vagón.

Ya en casa, me quite las botas y tire en el piso la blusa roja que tenía puesta. Me dirigí al closet y espere tener algo, más formal. Busque primero entre mis pantalones y nada. Luego entre mis faldas y shorts y tampoco. Así que busque entre mis legins y encontré unos negros con dos líneas rojas en los muslos muy lindos. Después tome un blusón negro de manga corta que podía usar como vestido.

"Espera, hace frio, genial ¿ahora que chamarra llevo?"

Fui directo a la parte de las chamarras y abrigos, tome uno en color hueso y al verlo recordé unos pequeños botines del mismo color con tacón pequeño.

Ya teniendo lo que me iba a poner fui a la cocina y tome una bolsita de galletas de la alacena y comí algunas. La tarde iba cayendo y me tenía que apurar. Prendí el boiler y me desvestí mientras se calentaba el agua de la ducha. Fue un baño rápido y así de rápido me vestí al salir. Ya eran las 10:28 y apenas iba a tiempo cuando una llamada entro a mi celular.

- Señorita Langley, habla el oficial de la estación.

- Hola oficial, ¿ya está en el Ministerio Público?

- Si señorita pero hubo un pequeño incidente...

- ¿Que paso oficial? ¿Porque tanto misterio?

- El hombre se escapó... y se llevó mi cuadernillo... lo mejor es que venga de inmediato, la pondremos bajo escolta y bla bla bla bla....

"¡¡¡MARI!!! ¡¡¡ESE IDIOTA VA A IR POR MARI!!!

Colgué el teléfono y fui directamente hacia el trabajo de Mari. Apenas llegaría al cuarto para las 2 y no sabía cuánto tiempo había pasado desde que se escapó.

El amor no es a primera vista. (HIATUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora