*Capítulo 3*

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-¡Jad! Quieres hacer el favor y dejarte ya de probar cien mil conjuntos... que solamente vamos a una hoguera en la playa, tía – odio que me llamen tía... pero bueno, a Lis se lo permito, que me aguanta desde los cinco años, que no es poco.

-Sí, ¿y? Hay que ir bien, SIEMPRE, Lis, SIEMPRE – le digo entre risas, porque me encanta vestir bien, pero eso no significa que vaya vestida demasiado formal. Significa que según el evento y según cómo me sienta ese día, me vestiré de cierta forma, y que combinar la ropa es algo esencial, por lo menos para mí. Porque, a ver, la primera imagen influye (y mucho), y no hace falta ir hecha un pincel o toda vestida de marca para ir bien. Simplemente tienes que aportar tu personalidad, eso es algo que siempre he pensado. Necesitamos sentirnos seguros, y nuestra ropa nos da mucha seguridad, nos hace sentirnos todavía más únicos, más, no sé... más nosotros, ¿sabes?

-Que siii, bueno, ¿qué has decidido? – dice ocultando una risita de esas tan suyas. De esas sé que indican que me he ido un poco por las ramas, pero también de esas en las que se nota que me quiere mucho, que en el fondo echaría de menos que dejara de decir lo que pienso, cuando y como lo pienso.

-Pues mira, creo que me voy a poner estos pantalones cortos de cintura alta, que llevan un cinturón negro a juego con las cinco estrellitas que suben desde el final de la parte delantera izquierda hasta el bolsillo del pantalón. Y lo voy a combinar con una camiseta negra que tengo. Ésta, mira – Es una camiseta de manga corta negra, con los hombros recortados, por lo que se puede apreciar la piel de esa zona, y con dos tiras para hacer un nudo justo al final de la camiseta. Da un look un poquito roquero, pero sencillo. Hoy es un día un poco heavy, no todos los días voy a contemplar cómo arden mis horas y horas de estudio. En fin, que no voy a ser capaz de quemar mis apuntes, ya lo estoy viendo.

-Jaaaade – me dice Lis mientras hace aspavientos con las manos llamando mi atención, sentada sobre el borde de mi escritorio. Puede ser que me haya ensimismado un pelín...upss.

-Ay, perdona Lis, estaba pensando que es un look apropiado para hoy, un poquito roquero, pero sencillito, ¿verdad?

-Tú lo que estabas pensando es en no quemar tus preciadísimos apuntes. Esos que no dejabas nunca a nadie, no fuera a ser que se envenenasen o algo – me lee el pensamiento, a medias.

-¡Oye! Pero si a ti te los he prestado muchas veces.

-Unas dos o tres, y por alta insistencia, Jad – me dice, soltando una carcajada que seguro se escucha desde la planta de abajo.

-Pues date por servida y siéntete importante, que ese es mi máximo. Nadie es más listo que nadie, es cuestión de esfuerzo y de creer en uno mismo. Además, el mundo está lleno de desagradecidos y aprovechados que quieren que les den todo hecho. No es tu caso, Lis, pero sabes que lo de dejar apuntes no sale demasiado bien, por tu propia experiencia también. Y sí, si odio lo de dejar apuntes, imagínate el temita de quemarlos.

-Toda la razón, a mí siempre me ha venido bien que no los prestes, que un poco vaga, sí soy, y por lo menos así me obligaba más. Y que luego los demás se aprovechasen...pues mucha gracia no me hizo en su día. Bueno, quemarlos los pienso quemar. Que se conviertan en polvo y vuelen muy lejitos de mi vista, que estoy harta de ellos. Anda y que vuele muy alto todo lo que tenga que ver con gente que lleva más años enterrada que años de reinado en su día– no puedo evitar reírme ante ese último comentario.

-Eres increíble, Lis. -le digo entre risas- y te voy a echar de menos. Jo, venga ¡que todavía estás a tiempo de apuntarte al año sabático!

-Que va, yo estoy deseando empezar a estudiar en la uni – eso ya lo sé, pero la esperanza es lo último que se pierde, o eso dicen...

¿Y si sale bien?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora