*Capítulo 6*

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-Qué, ¿ya has escrito lo que no quieres volver a ver? O a quién...

-Sí, Nen. Pero tranquilo, que no te he puesto a ti. – Que podría haberlo hecho...

-No sé si alegrarme o llorar eh Jude, se te está olvidando mi presencia – me dice con su tonito clásico.

-Por desgracia, sigues aquí presente, así que no puedo olvidarme de tu presencia.

-Exacto, y seguiré aquí presente – me guiña el ojo, el muy ridículo. – Pero tú tranquila, que yo tampoco te he escrito a ti, nunca querría librarme de ti. – Y, no sé por qué, tal vez por la sonrisilla que le salió casi sin querer, o quizá fue su mirada...pero algo me hizo ver en ese instante que no mentía, que esas palabras, por simples que parecieran, traerían muchas consecuencias.

-Por desgracia.

-O fortuna.

-Si tú lo dices...

-Déjame mostrártelo.

-¿El qué? – pregunto extrañada.

-Que, si me conocieras, si de verdad lo hicieras, no querrías librarte de mí.

-Eso lo dudo, tu fama te precede.

-¿Y tú te crees todo lo que los demás dicen? Me decepcionas, Jude.

-J-A-D-E. – Contesto. – Si quieres que no te prejuzgue, al menos llámame por mi nombre. – Le digo, porque he de admitir que le he prejuzgado durante muchos años y no es que me sienta muy orgullosa de ello. Aunque a ver, ¿quién me juzga, eh? Su fama claramente le precede, soy testigo de algunas cosas de las que se hablan de él y aunque alguna que otra esté un poquito maquillada, no es ningún santo. Pero, bueno... ¿quién lo es? Ay madre, estoy pensando bien de Nen D'Amico. Tengo un problema.

-Ahg, es que pierde toda la gracia. Pero bueno, si así me dejas mostrarte mi increíble personalidad, lo aceptaré.

-Yo no he dicho que vaya a dejarte mostrarme nada.

-Es una pena...

-Qué egocéntrico eres.

-Realista – dice tan seguro de sí mismo como siempre. - ¿No me digas que no tienes un poco de curiosidad? No te hagas tanto la difícil.

-Tal vez tenga un poquito, solo esto -le digo juntando mis dedos índice y pulgar dejando un pequeñito hueco- y no me hago la difícil, lo soy – yo lo digo muy digna pero el empieza a reírse. Hasta que me ve la cara y trata de ponerse serio. No le sale muy bien, sigo viendo su sonrisita.

-Pues ven conmigo, anda, doña difícil -dice formando una sonrisa demasiado perfecta, que odio, pero no sé si odio que sea perfecta o que me lo parezca - . Te espero mañana a las ocho de la tarde en el puerto.

-No he dicho que vaya a ir.

-Sé que lo harás.

-O no, no estés tan seguro.

-Eres demasiado curiosa como para no venir. Igualmente, vengas o no te esperaré. Si a las nueve no has venido, me iré. Sería una pena, pero no va a pasar.

-Ya veremos.

-Lo veremos, y si vienes, dejaré de llamarte Jude.

-¿Eso es una promesa, querido Ken?

-Pues sí –me guiña un ojo queriendo parecer... no sé ni a qué ha venido ese guiñito la verdad, para que mentir. Qué le habrá dado a este con los guiñitos hoy...-. Ah se me olvidaba, trae...

No sé qué me iría a decir porque justo aparece Francesco.

-¡Nen, tío! ¿Dónde estabas? Venga que te estamos esperando, luego sigues ligando con... - sus ojos se clavan en los míos y los abre sorprendido-. ¿Con Jade?

¿Y si sale bien?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora