-¡Corre Jad, que perdemos el avión! ¡Date prisa, vamos! – grita Bri con una mano apoyada en mi coche.
Le di las llaves de mi Fiat hace unos quince minutos y ya ha acomodado todas sus cosas en el maletero, ha metido las mías y espera impacientemente bien pegadita al coche mientras yo termino de revisar que no nos dejamos nada importante que vayamos a necesitar durante estos meses que vamos a estar fuera. También ha influido el hecho de que mi madre no quiera soltarme hasta no asegurarse de que me voy a portar bien y no voy a cometer ninguna locura, ni me voy a hacer ningún tatuaje más sin su visto bueno. Mi padre también está un poco afectado, pero sé que no lo mostrará de la misma forma, además, él nos va a llevar al aeropuerto en mi coche y luego lo traerá sano y salvo a casita, hasta mi regreso.
-¡Ya vamos, Bri! ¡Perdona! – digo mientras doy el "último abrazo" a mi madre, tras unos quinientos "últimos abrazos" como lleva diciendo ella desde el primero.
Según me voy acercando a Bri veo su expresión de nerviosismo en la cara. Y de emoción. Porque este viaje se ha alargado, nos íbamos a ir después de verano, pero con todo lo que ha pasado en estos meses, hemos tenido que alargar esto demasiado. Tres meses, para ser exactos. En fin, el caso es que ya estamos aquí, ha llegado el día, nos vamos de año sabático... y ni siquiera sé a dónde, porque decidimos que el primer destino lo decidiría una de nosotras y sería sorpresa y, bueno, puedes imaginarte quién ganó al piedra, papel o tijera y eligió destino. Pista, no fui yo.
Mi padre se sube al asiento del conductor y yo abro la puerta de atrás para subirnos Bri y yo.
-Te vas a morir cuando veas dónde vamos... - me suelta Bri en cuanto me subo al coche detrás de ella.
-Estoy súper nerviosa, como me lleves a Londres te mato, sabes que odio que llueva todo el día. Qué depresión.
-No seas quejica, que seguro que es precioso.
-Bueno, vale. Pido perdón desde aquí a cualquier londinense que se haya ofendido por mi osadía de hablar mal de su clima y paisaje – digo mientras levanto mi mano derecha con solemnidad y con la cara más seria de mi repertorio.
-Mucho mejor – me contesta riéndose un poquito.
-Pero porfi – pongo carita de pena -. Al menos dime que no es Londres.
-Que no, no es Londres.
-Vale, me conformo. – Mi padre nos mira sonriendo de medio lado desde el espejo retrovisor. Creo que él sabe dónde vamos y no me hace ninguna gracia. Esta falta de información me está matando.
Cuando llegamos al aeropuerto yo sólo pienso en dónde viajamos, así que no paro de mirar los destinos que salen en esas pantallas enormes. Voy diciendo algunos, como París, Roma, Milán, Los Ángeles... pero es que nunca acierto, o he acertado hace un rato y ellos siguen riéndose de mí. Hasta que paramos delante de una de las puertas de embarque, voy a ir a llevar las maletas donde me dice mi padre y lo veo... Cancún, ¡nos vamos a Cancún! Y sé perfectamente a qué vamos a Cancún... Vamos a ayudar a esa ONG que tanto tiempo llevo diciendo que necesita más colaboración joven. En ella, hay niños sin familias, sin recursos o ayuda alguna. Esta ONG les enseña a leer, matemáticas, les da alimento, y les cuidan, bien si son huérfanos, o si sus padres no pueden hacerse cargo de ellos mientras trabajan... Allí hacen amigos, aprenden y se conviertes en pequeñas grandes personitas. Sólo de pensar que voy a poder formar parte de algo tan bonito hace que me brillen los ojos de emoción y de las lágrimas que estoy reprimiendo. Mi padre me da un abrazo fuerte y me sonríe al verme así, al ver cómo me he tomado la idea de Bri.
-¿Te gusta el destino? – Me pregunta Bri, cuando me separo de mi padre.
-Es... perfecto. Eres la mejor, de verdad – digo, mientras le doy un abrazo enorme.
-Va a ser una experiencia única Jad, ya verás. Espero que también te sirva para olvidarte de ya sabes quién.
-Shh, ni se te ocurra nombrarlo, no arruines el momento.
-Vale vale – dice riendo y moviendo sus manos sobre su boca, como si la cosiera con una agujita invisible.
-Ejem, chicas, no quiero interrumpir, pero ya están abriendo las puertas para que subáis a vuestro avión. Venga, no perdáis el tiempo y subíos antes de que me arrepienta de haberos traído y de dejaros marchar. Vais a hacer felices a muchas familias, sois unas niñas muy buenas. Estoy orgulloso de vosotras. Y tus padres también, Brianna, aunque no hayan podido venir hoy, me han dado esto para ti – es una carta, los padres de Bri han tenido que marcharse por temas de trabajo, y son de cartas, es una especie de tradición suya.
-Muchas gracias, señor Bright – le contesta mi amiga mientras coge entre sus manos la carta, delicadamente.
-Gracias por todo papá – le digo, y los tres nos damos un abrazo de despedida. No puedo evitar sentir un pequeño pinchacito en el pecho, y no es sólo por las cosas tan bonitas que acaba de decirnos mi padre. Por desgracia, también es por cierta persona que dejo aquí, esa que ha sido, en parte, culpable de mi retraso de tres meses para este año sabático, esa que va a ser difícil sacar de mi cabeza, aunque no haga más que negárselo a los demás.
Nunca pensé que subirse a un avión era un proceso tan sumamente lento. Madre mía, menos mal que por fin estamos en nuestros asientos. Hemos tenido que facturar las maletas, enseñar nuestros pasaportes, nos han revisado lo que llevábamos e incluso hecho quitar cosas como el cinturón y los zapatos antes de poder dar el visto bueno y dejarnos pasar. Guau, vaya seguridad. Ha sido muy aburrido y estresante a la vez, pero no puedo negar que me da una tranquilidad inmensa, no sé muy bien por qué, pero es la verdad.
-Ay, por fin estamos aquí, Jad. ¿De verdad te gusta el destino? Si no te gusta dímelo eh, que nos vamos a otro sitio. – Me dice Bri, sentada a mi izquierda.
-No me gusta – Bri me mira con cara de preocupación-. Me encanta, de verdad me encanta. Es un sueño para mí. No sólo vamos a viajar a Cancún, que tiene que ser precioso, sino que vamos por una buena causa, la mejor de las causas. – Nos sonreímos las dos, y nos vamos rumbo a una nueva aventura...
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¿Y si sale bien?
Ficção AdolescenteUn verano inolvidable. Un futuro año sabático. Familia. Amistad. Retos. Viajes. Risas, muchas risas. Y por qué no... amor. Todo junto puede ser maravilloso, o puede acabar fatal. Pero, ¿y si sale bien? (Portada ilustrada por Yagi ---> @yagi.exe)