MOUNT HELENA

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Lena había acudido aquella noche al lugar secreto que ella y Andrea tenían en el jardín. Pero, esa noche Andrea no estaba con ella. Esa noche estaba sola y así estaría las noches siguientes, ya que Andrea no podría acompañarla más. Tras la cita en el hotel de Midvale, lograron regresar a tiempo de no ser descubiertas. Sin embargo, al día siguiente alguien la delató a la directora, por lo que fue expulsada y se encontraba de regreso en Argentina. Quiso hablar con ella por teléfono, pero su padre la tenía castigada y no la dejó hablar con ella.

Andrea no solo era su mejor amiga, también era prácticamente la única amiga que tenía en aquel lugar lleno de niñas ricas superficiales y frívolas con las que era casi imposible congeniar. Así que se sentía muy sola; igual que en la Mansión Luthor cuando Lex se fue a la Universidad.

Sentada en suelo, con la espalda apoyada en un árbol, ahogaba sus penas con una botella de whisky Van Horne que ella y Andrea tenían allí escondida. Pero, no solo se sentía triste por la pérdida de su amiga. Tampoco dejaba de pensar en la chica que conoció en el hotel de Midvale, Kara, aquella preciosa rubia de ojos azules cuya sonrisa hacía que su corazón latiera con más fuerza. La echaba mucho de menos y, más de una vez, se sentía tentada de escaparse e ir a Midvale en su búsqueda. Sin embargo, tenía miedo de como iba a reaccionar. Se marchó sin avisar en plena noche dejándola en la estacada y, seguramente, estaría furiosa con ella.

Unos ruidos entre la maleza llamaron su atención. Inquita, se puso en píe mirando en todas direcciones.

– ¿Hay alguien ahí? –preguntó con voz temblorosa mirando en todas direcciones.

No hubo respuesta alguna, pero rápidamente se sintió observada, lo cual hizo que un escalofrío le recorriera todo el cuerpo. Trató de regresar corriendo al edificio, pero alguien salió de entre los setos y se vio atrapada desde atrás por unos fuertes brazos que la inmovilizaron mientras sentía un cálido aliento en la nuca.

– Tranquila, no voy a hacerte daño –sonó una burlona voz femenina cerca de su oído –. A menos que tu quieras...

Lena reconoció aquella voz al instante y aquello estuvo lejos de tranquilizarla.

– ¡Veronica! ¿Qué haces?

– He venido a hacerte compañía –continuó la burlona voz de Veronica Sinclair –. Pensé que estarías muy sola, ahora que tu amiguita se ha ido.

– Prefiero estar sola que mal acompañada –le dijo Lena desafiante.

Veronica soltó unas carcajadas.

– Lo sé, fue lo que me dijiste cuando Andrea estaba en la enfermería y me colé en tu dormitorio por la noche. Hasta me amenazaste con unas tijeras para que me largara.

– ¿Qué te hace pensar que he cambiado de opinión?

Veronica continuó con su tono burlón, pero adquirió un tono más amenazante.

– Lo que pasa es que ya se me ha acabado la paciencia. Te dije que, tarde o temprano, iba a tener lo que quería. Porque yo siempre consigo lo que quiero...

Lena sintió la lengua de Veronica en su cuello y se estremeció más.

– ¡Gritaré!

– Adelante. A lo mejor te oye alguna ardilla –soltó unas nuevas carcajadas –. He escuchado mucha de tus conversaciones con Andrea. Especialmente, en las que te mofabas de como este lugar está tan lejos del edificio que no se pueden escuchar tus gritos.

Lena ya empezaba a estar aterrada mientras unas lágrimas comenzaron a caerle por las mejillas.

– Se lo contaré a la directora. Le diré lo que has hecho.

WHAT IF...? (Supercorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora