CAPÍTULO 1

260 20 0
                                    

Hace tanto tiempo que no tomaba los fármacos para dormír, que mi sistema se vió afectado de sobremanera.
Eran las seis cincuenta de la mañana, tenía que decidir entre salir presentable o tomar la primer clase.
Evidentemente mi responsabilidad no me dejó elección. Tomé las llaves de casa mientras sujetaba una galleta entre mis labios e intentaba ensamblar un tenis contra el suelo.
El bostezo sonoro de mi madre interrumpió mi camino descuidado, chocando con ella en la salida de la cocina.

Sara: ¡Tn! No corras en la casa...

Tn: no tengo tiempo de sermones mamá, adiós.

Sara: despierta más temprano para tener tiempo...¡Tn! ¿desayunaste?

Los gritos de mi madre sonaban cada vez más lejos. Mi esfuerzo por correr era torpe, mis ojos estaban secos y lagrimeaban nublando levemente mi vista. El aire se sentía helado y se colaba por los bordes de mis prendas erizando mi piel.
Giré por la acera hacia la derecha y únicamente reaccione al impacto por el dolor que se esparció desde mi cabeza hacia mi brazo por la caída.
Me tomo unos segundos analizar la situación. Había chocado con un chico, el cual cubría su pómulo con la palma de su mano mientras posaba en cuclillas con un semblante preocupado.
Aún me sentía aturdida, no fue posible para mí discernir sus palabras.
Sacudí mi cabeza y miré la palma de mi mano, en la cual sentía un dolor punzante.

El chico acercó mi mano a su rostro y retiro una especie de vidrio.

Junpei: ¿Estás bien?.-decía mientras tocaba mi frente.

Tn: si, lo siento...

Me levanté de golpe y sentí la adrenalina apoderarse de mí cuerpo de nuevo. Salí corriendo inmediatamente.

Tn: lo siento mucho chico, perdóname... ya voy tarde a clase.

Fueron las últimas palabras que mi respiración me permitió emitir, rápidamente sentía una presión en el pecho al inhalar el aire frío.

El guardia de la entrada en la escuela vigilaba con atención. Estaba cerrando la puerta, pero alcancé a tocar su brazo.
El hombre me miró con desagradó y trás el tiempo que me tomó recuperar el aliento, negó con la cabeza y me abrió el portón.
Sonreí a modo de agradecimiento.

Guardía: ¡Suerte!

Continué corriendo por los pasillos hasta ver a mi maestra.

Tn: ¡Maestra! ¿la ayudo con sus cosas?

Maestra: no, gracias, estoy bien, pareces ser tú quien necesita ayuda.-dijo señalando mi boca.

Su acción creó consciencia total en mi mente. ¡LA GALLETA! y no solo eso...¡EL CHICO!. Me miré en el reflejo de mi móvil. Tenía chocolate en las comisuras de los labios. Apenada, limpié los restos con el borde de mi sudadera.

Maestra: tus ojos están hinchados tn, ¿Necesitas ir al baño primero? Puedo conceder ese permiso.

Asentí y caminé hacia el baño. Empuje la puerta y no visibilicé a nadie.
Alcé los brazos hacia arriba y gesticulé un grito ahogado, cuando una mirada se clavó en mí, proveniente del cubículo de a lado.
La chica caminaba con cautela, evitando el contacto físico pero no visual. Sus movimientos me demostraban total rechazo, lavó sus manos y salió sin decir una sola palabra.
Oficialmente he vivido suficiente vergüenza, iniciar el día con el pie izquierdo era una pesadilla.
Pose mis manos al rededor del lavabo y me miré en el espejo. Humedecí un trozo de papel y lo deslicé por mi boca, mis pensamientos se dirigían en su totalidad al chico con el que choque.
¡QUE VERGÜENZA! ¿lo golpee fuerte?seguramente me vió como un animal indefenso tirado en el piso y con manchas de chocolate en el rostro. Ahora me hace sentido su semblante preocupado, seguramente duda de mis capacidades mentales, ¡Ja!.
Sacudí mi cabeza y salí del baño arrojando el papel directo al bote.

La última vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora