02.

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- Me voy papá... Ya sabes, cualquier cosa me marcas. – dijo, besando la mejilla de su padre.

- Hijo, son... esos días, ¿no te has sentido mal o algo? – preguntó su padre, con la esperanza de que su hijo recuperase a su lobo, y las características de omega. Este negó, sonriéndole con algo de lastima. Sabía que su padre se preocupaba por el y esas cosas, pero realmente su lobo estaba en coma. Por decirlo de alguna manera.

Tomó su bolso y un paraguas de mano por si las moscas.

No hacía tanto frío, lo cuál era un consuelo, pues su nariz aún así se encontraba roja en la punta, gracias al frío y de su boca salía vaho al exhalar. Caminó con calma, yendo hasta la parada. Tenía escuela y no le apetecía mucho. Las profesoras seguían mirándolo con lastima y sus compañeras cuchicheando entre ellas. Como si sus situaciones fuesen mejores que la de Minho. Al menos el podía presumir su independencia. Trató de olfatear su bufanda, notando la ausencia de aroma en esta. Hizo una mueca. No es que le interesara llamar la atención de algún alfa con su aroma, pero sin tenerlo sentía que llamaba más la atención. Miró atrás por un taxi, pues a esa hora ninguno de los autobuses le serviría. Vio uno a lo lejos y se apresuró a trotar hasta la parada, estirando su mano. Su frente dio con un hombro.

-Fuck. – masculló. Se giró y otro hombre paraba el taxi, tomando la puerta de este. – Lo que me faltaba. - El tipo giro su rostro, alzándole la ceja.

- Yo diría que al menos deberías decir lo siento, jovencito. ¿Hasta dónde vas? – preguntó. Minho tragó saliva, no se veía tan viejo y era atractivo. – No tengo todo el día.

- Al instituto Gwanju. – dijo, rascando su ceja. Él alzó su ceja, pensando un poco.

- Súbete, paso por ahí. – dijo.

- ¿En serio? -preguntó el castaño. Él  asintió, señalando el taxi. – Muchas gracias, señor. – rió, y se metió luego de que el castaño lo hiciese.

- Bien, voy a Itaewon, pero hagamos una pequeña parada en el instituto Gwanju antes, muchas gracias. – dijo, sonriéndole al conductor. Minho olfateo el aroma del hombre. Algo de café y hierba buena, con otra cosa, que le relajaba demasiado, como canela, pero no terminaba de serlo y no sabía describirlo. Era un aroma agradable. Le daba ganas de abrazarlo y recostarse a olisquearlo en una tarde lluviosa, como esa.

- Yo, lo siento, por el golpe y eso. – dijo, con sus mejillas rojas. El alfa pelinegro le miró con gracia, viendo sus mejillas rojas. Trató de olisquear el aroma del menor pero no lo logró. Lucía como un omega, pero no olía como uno, ni siquiera olía. Minho se acomodó, mirando por la ventana, sintiendo calor ante la calefacción del auto. Se quitó la bufanda, bajando un poco el cierre de su sudadera. El mayor pudo notar ahí la sombra de una marca sin acabar, ni siquiera hecha, solo la sombra de esta. Como si hubiese que rellenarla. Pero nadie lo hizo. Frunció su ceño. Entonces si era un omega. Pero ¿estaría tomando supresores? Ni siquiera el aroma a lubricante natural podía llegarle, y se fiaba de su buen olfato. Podría distinguir omegas a metros de él. El teléfono del menor vibró, él lo observó y suspiró.

- ¿Bueno? – contestó. La asistente social otra vez. – Creo haberle dicho por la noche que no quería recibir más de sus llamadas.

- Lo sé, pero... el matrimonio esta interesado en verte, en tratar de convencerte, ellos pueden darte dinero si así lo quieres, llegar a un acuerdo y pagarte mensualmente. – dijo. Minho apretó sus dientes y cerró sus ojos.

- Digame que es una broma. -dijo. Sentía un nudo en su garganta, pero que vergüenza que el taxista y el tipo guapo le viesen llorar. – No llame más, no es no. Ya dije que no y no me retractaré.

Can't take my eyes off you-HanKnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora