Era viernes en la tarde, para ser específicos, las 3:30, y como cada viernes, tocaba noche familiar, desde juegos de mesa, hasta retos de ver quién comía más o quién adivinaba el animal que era según la carta que tenían pegados en la frente.
Emocionados un azabache y su mejor amigo rubio caminaban por todo el supermercado, metiendo cuanta cosa a los carritos de compras que llevaban sus progenitores.
Atrás de ellos iban sus madres platicando, Narcissa y Lily, haciendo mención de lo nostálgico que era ver a sus muchachos ahora y recordando cómo por ellos se conocieron.
Mientras que sus esposos, James y Lucius, competían por ver quién de sus hijos llevaba más cosas para la noche que se desarrollaría en la casa de los Potter, obvio no eran consientes de cuanto sería el precio a pagar más adelante en caja.
—Lily.—llamó la rubia.—¿no crees que llevan muchas cosas?.—cuestionó señalando los carritos que llevaban sus esposos, vaya que eran un caos, las cosas se caían mientras Draco y Harry parecían hormiguitas recogiendo todo y metiendolo de nuevo al carrito.
—mmm…no lo creo, recuerda que va a ir Sirius y…—fue interrumpida.
—No hace falta que digas más, deja les digo que busquen otro carrito.—dijo haciendo que la pelirroja riera por la reacción de su amiga. Ye es que cómo no, la última vez de noche familiar tuvieron que pedir diez pizzas porque a Sirius no se le quitaba el hambre, según él, sentía un vacío.
Al terminar las compras y de ver lo largo del ticket de pago, una carcajada victoriosa salió de la boca de Lucius, y un puchero no se hizo esperar por parte de James.
—Dos a cero, Potter.—levantó una ceja y sonrió, ah, como disfrutaba ganarle a Potter.
—dis i ciri, pittir.—arremedó.
Ambos recibieron un golpe con una revista por parte de sus mujeres, pero no fueron los únicos, también un rubio y un azabache habían sido reprendidos por seguirle el juego a los dos hombres adultos.Y así, una burla con miradas se desató, los dos jóvenes se reían por lo bajo viendo cómo sus padres hacían caras y gestos hasta que sus esposas nuevamente les regañaron.
Al llegar a casa de los Potter, las dos mujeres fueron a la cocina acompañadas de sus maridos, quienes iban a hacer la cena mientras ellas acomodaban las cosas que habían comprado.
Sus hijos, por otro lado, estaban acomodando la sala de estar con cojines de diferentes colores, subiendo y bajando diferentes juegos de mesa que encontraban en el cuarto del menor de los Potter y comiendo una que otra galleta que les habían dejado sus madres en un plato.
Al poco tiempo de que Harry y Draco habían terminado de arreglar para la noche familiar, fue que llegó Sirius acompañado de su pareja, Remus, ¿Cómo es que ahora eran pareja?, En otro momento se contará, lo que importaba ahora era el presente y lo felices que eran.
Los recién nombrados tomaron asiento en sillones color café pastel acompañados de las dos únicas mujeres que se encontraban ahí y sus queridos hijos en espera de que se desocuparán el señor Potter y el señor Malfoy.
Poco tiempo después se escuchó un llamado de la puerta, curiosos todos, la miraron y automáticamente dijeron.—safo.— y mandaron a Harry a abrirla puesto que fue e último en decir la palabra.
Muy a regaña dientes fue, tomó la perilla y la giró, y grande fue la sorpresa que palideció.
—Buenas ¿O debería decir noches?, Joven Potter.—cuestionó al más bajo que seguía mirándolo fijamente.
—Severus, bienvenido.—Habló cortésmente Lily acompañada de su esposo que recibió al de cabellos oscuros como la noche con un abrazo.
—Mamá, ¿Qué hace el profesor aquí?.—Harry hablo con un puchero bien marcado.
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💈‧₊˚Mala suerte ;;✦ ↴ drarry
AléatoireDesde que Harry era muy niño siempre era perseguido por la "mala suerte" como él decía. Situaciones vergonzosas, frustrantes y estúpidamente ridículas. Pero siempre había alguien que le animaba el día con un par de mimos y besitos. •Creditos del dib...