12 | Alguien a quien culpar

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Mica 🦋

Pacho nos dio la espalda y se encaminó hacia las escaleras. Santi y yo compartimos una mirada llena de terror y culpabilidad y lo perseguimos al mismo tiempo. Por suerte, fue él quien tomó a su mejor amigo del brazo primero.

—Espera, espera. Entre ella y yo no pasó nada —murmuró Santi.

Pacho lo miró con una fría decepción. Era evidente que estaba sucediendo algo entre nosotros dos, así que el hecho de que Santi quisiera tapar el sol con un dedo solo lo lastimaba más.

Aun así, yo hubiera reaccionado igual que él, sin saber cómo demonios excusar o salvar la situación.

—Además, me ves la cara de imbécil —respondió Pacho. Por su forma de hablar y moverse, me di cuenta de que estaba borracho—. Por lo menos asúmelo. Si le tenías ganas a Micaela, pudiste habérmelo dicho hace tiempo.

—Claro que no le tengo ganas a... —Santi se detuvo. Cerró la boca con molestia y luego gruño—. No es lo que estás pensando.

Las personas del pasillo empezaron a girarse hacia nosotros con curiosidad. Por el rabillo del ojo noté que la puerta de la habitación donde habían estado Clara, Beto y Luis se abrió, y los tres salieron acalorados y con sus disfraces torcidos.

—¿Y cómo sabes lo que estoy pensando? —Las cejas de Pacho se unieron y toda su expresión se tornaba más agria—. Lo único que pienso es que eres el mismo niñito caprichoso de siempre y necesitas ser mejor que los demás. Jamás pudiste creer que ella quisiera estar conmigo y aquí estás, demostrándote a ti mismo que ella también puede fijarse en ti. Porque, ¿quién no lo haría, no?

Santi lo miró perplejo, sin saber de dónde había sacado todo eso.

Por mi parte, mi única reacción fue un crudo y simple:

—¿Ah?

¿Cómo él había llegado a esa conclusión con solo vernos a Santi y a mí coquetear? No éramos más que un par de personas con las hormonas muy activas.

Dudaba que Santi lo hiciera por querer demostrar algún tipo de superioridad cavernícola de macho alfa o sentirse mejor consigo mismo. Con el ego que tenía, ponía en duda que algo en la faz de la tierra pudiera hacer que Santi se sintiera mejor con él mismo.

Pacho se giró y retomó su camino, escaleras abajo. A nuestro alrededor un montón de personas empezó a murmurar y entonces agradecí que ninguno tuviera su celular a la mano, lo último que necesitaba era que grabaran cómo mi exnovio me bardeaba a mí y a su mejor amigo por casi habernos besado. Y quién sabe qué más pudo haber sucedido si él no hubiera aparecido.

—¿Qué está pasan...? —Luis intentó preguntarnos, pero Santi y yo lo ignoramos.

Bajamos las escaleras con rapidez y alcanzamos a Pacho cerca del estacionamiento. Allí no había personas, estábamos lejos de la música, del alcohol, y de la piscina. Por supuesto, Clara, Beto y Luis nos siguieron, preguntando cada tanto lo que sucedía, aunque Beto murmuró algo sobre sus «sospechas».

—No sé lo que está pasando, pero no puedes irte así. —Luis se puso delante de Pacho cuando este sacó las llaves de su coche—. Mírate, no vas a poder manejar.

—No te metas en esto —le advirtió. Luego añadió muy bajito y casi como si le doliera—: No tú.

Para ponerle la cereza al helado, detrás de nosotros aparecieron Tatiana y Nirvana —esta última con una expresión que delataba que odiaba tener a la modelo cerca de ella—. Lo único que me faltaba.

—Él tiene razón. —Santi dio un paso más hacia Pacho, y yo me quedé cerca de ellos—. Estás borracho. Quédate en mi habitación, mañana podremos hablar de...

Icónica [Indie Gentes #2.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora