CAPÍTULO 19

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Isabelle

Vale. Debo admitir que estaba sorprendida. Si de pequeño ya era guapo... ahora lo era aún más.

«¿Este chico solo evolucionaba para mejor o qué?»

— Pensé que ya no vivías aquí. — habló por fin después de estar unos minutos en silencio.

— ¿Cómo sabías...?

— Volví hace ya dos meses— confesó. — Y venía a entregarle el molde para pasteles que me dejó tu madre. — señaló el objeto que tenía entre sus manos.

— Ah... vale. Sí, me mudé hace cuatro meses con mi hermana.

— Vaya, lograste lo que siempre quisiste. Independizarte— dijo sonriente.

— Bueno, yo no lo llamaría de esa manera. Aún vivo con mi hermana.

— Es verdad.

Nos volvimos a quedar en silencio. A diferencia de cuando estoy con Jayden, este silencio es incómodo...

«Oh no, comenzamos con las comparaciones»

— ¡Noah!— habló mi madre desde el pasillo— Isabelle, cariño, deja pasar al pobre chico.

Rayos, estaba parada en mitad de la puerta, impidiéndole el paso.

— Oh, lo siento— me aparte para que pasara.

— No te preocupes— entró y saludó a mi madre con un abrazo— Hola, señora Myers. Vengo a traerle el molde.

— ¿Qué tal te quedó el pastel?

— Según mi madre, estaba delicioso. Pero no me fío, así que traje un trozo para ustedes. — sacó un táper con un trozo de pastel de su mochila. — No sabía que habían más personas, por eso no traje mucho.

— Oh, cariño, no te preocupes.

Abby salió de su habitación y al ver a Noah se quedó estática para luego mirarme y sonreír de manera pícara. Ella sabía de mi flechazo con Noah... lo que no sabía era que ya me había dejado de gustar hace mucho tiempo.

«Te dejó de gustar cuando conociste al feo de tu exnovio»

— Vaya, vaya. El pequeño Noah. ¿Qué tal?— habló sonriente mi hermana, acercándose a él para darle un beso en la mejilla.

— Te recordaba más alta, la verdad. — dijo burlándose.

— ¡Eh! No es mi culpa que te hayas convertido en un gigante. — Abby le dio un suave golpe en el hombro con una sonrisa en la cara.

— Bueno, al menos eres más alta que Isabelle— dijo burlón, mirándome.

— A mí no me metan.

«Deberíamos de empezar a aceptar que somos unas enanas»

— ¿Qué tal te fue en Inglaterra?— comenzó Abby, tirándose en el sofá que había detrás de ella.

— Bueno, me fue mejor de lo que esperaba, la verdad. Aunque fue un poco difícil acostumbrarme a su acento.

— He escuchado que los británicos tienen el acento muy marcado.

— Sí, "muy" les queda muy corto, "demasiado" sería la palabra indicada.

— ¿Y conociste a alguna chica británica? O chico, quién sabe.

— La verdad es que no. Pero porque desde que me mudé no me he quitado de la cabeza a una persona en especial.

La chica que NO creía en el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora