Prólogo

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¿Santo o pecador?

¿Inocente o culpable?

¿Amor u odio?

Son las preguntas no respondidas de los pecados humanos.

En este caso esta Todoroki Shoto, un estudiante relajado, listo e inocente.

—¡Me gustas! Sal conmigo por favor. — una estudiante que es un año menor que él se le estaba declarando en el patio trasero, a lo que éste respondió:

—No me gustas — sin más que decir se marchó de ahí pensando en si debía comer soba frío o ramen, dejando a la pobre muchacha desconcertada por su amor no correspondido.

Todoroki no es una persona que habla con delicadeza y no lo hace a propósito, como esa vez que vio como un niño se sentaba arriba del carro del supermercado y él hizo lo mismo.

—Joven necesito que se baje de ahí. —pidió amablemente.

—Si ese niño lo hace ¿Por qué yo no?

No tuvo una infancia saludable por así decirlo, su madre estaba en un geriátrico de rehabilitación por el daño que su padre le hizo mientras su viejo vivía cómodamente en un apartamento alejado de ambos. Sus hermanos se fueron separando teniendo el contacto de solo dos de ellos, Touya había desaparecido hace muchos años.

Lo llamaban raro por no entender el sarcasmo o las indirectas, él quería ser una persona normal.

Hasta que un día, cuando estaba por dormir el timbre resonó en su departamento, él se acercó a ver por la mirilla, abrió la puerta encontrándose con un chico peliverde que mostraba una amable sonrisa y otro de cabello rubio cenizo con una mueca de desagrado y con sus manos en los bolsillos. Todoroki los miraba esperando una respuesta.

—Buenas tardes, me llamo Izuku y él es Katsuki – hizo un ademán presentando a la persona a su lado. —Vinimos a ayudarte.

Ese fue el momento que supo que existía el cielo y el infierno.

¿Santo o pecador?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora