Apenas entre una botella de vidrio se estrello justo a mi lado, me moví lo más rápido esquivándola con la respiración agitada y los ojos bien abiertos.
--¡Vienes tarde!
--Vine cinco minutos retrasado. -me había retrasado viendo los perritos en la veterinaria.
Mi padre un señor de dos metros y medio me agarro del cuello de la camisa dejándome a unos buenos centímetros del piso, vi sus ojos rojos y dilatados.
--No. Me. Contradigas. ¿Te queda claro?-dijo con los dientes apretados y aumentando el agarre en mi cuello.
--Si-dije sin aliento.
--¡¿Sí que?!
--Sí, señor. -tenía los ojos llenos de lágrimas y pataleaba para zafarme.
--Bien, tráeme otra cerveza-me dejo en el piso con brusquedad y fui corriendo hacia la cocina, abrí la nevera y saque la botella.
Comprobé que Aina aún no estaba y tampoco parís, mi madre o Adair.
Camine hacia el con mis piernas temblando, se la entregue y me fui corriendo por las escaleras.
--Niño, ¡¿te dije que te fueras?!-espeto molesto, ya al final de las escaleras, cerré los ojos con fuerza y me di la vuelta.
Antes que pudiera haber abierto la boca, papá lanzo la botella que tenía en mano.
Vi mi brazo aterrado, lagrimas corrían con rapidez y un grito desde el fondo de mi garganta se escuchó. Tenía los vidrios de la botella enterrada en mi brazo derecho, había uno que comenzaba en un dedo y salía de otro lado. La bilis subió por mi garganta al ver como mi brazo se desangraba.
Roma desde el arriba dio un gran grito aterrada y frustrada por no poder hacer nada, mientras que las lágrimas se apoderaban de sus ojos
--No seas marica-dijo subiendo las escaleras hasta ponerse enfrente de mí.
--¡Deja a mi hijo en paz!-la voz de mamá retumbo por la sala, Adair estaba detrás suyo me miro pálida y aterrada mientras que sujetaba con fuerza la correa de París para que no corriese a mí, sus ladridos se escuchaban.
--Mamá-dijo con voz suplicante viendo todo borroso-Adair me... duele. -dije mirando a mi hermana mayor en shock con la mano en la boca y las mejillas empapadas de lágrimas.
Tenía mucho miedo y el dolor se intensificaba.
Sentí una mano en mi brazo sano, creo que era mamá su mano era suave y delicada, en cambio un segundo después sentí la mano áspera y gigante de papá agarrándome con brusquedad del brazo sano quitando la mano de mamá.
Vi como su mano se dirigía a su mejilla, así que reuní todas mis fuerzas y le dije:
--No...puedes...tocarla.
--¡Hijo de p...-- dijo con fuerza empujándome con su tosca mano.
Mis recuerdos después de eso son muy borrosos pero recuerdo escuchar el grito de mamá y después el de Adair.
Sentí que flotaba y de repente sentí que chocaba bruscamente en algo muy duro, escuche mis huesos romperse, los vidrios enterrándose más profundo en mi brazo y sentí que daba mi última exhalación.
Me sentí en paz.
¿Es egoísta decir que si me quería ir?
Pero me ponía a pensar en Aina, Adair, mamá, París, Danea, West, y Magne, y ese deseo de irme se esfumaba. Eran mi familia, no quería ver a mi familia triste.
Cerré mis ojos un poco, aun cuando Adair decía que no lo hiciera.
Escuche la dulce voz, ahora ahogada y rota, de Mariposa diciéndome que no la dejara, me pregunte que hacia ahí pero después recordé que íbamos a ir a la estación de policías.
No sentía dolor, sufrimiento, no me sentí roto por dentro, no me sentía como un cobarde... me sentía en paz.
Quería mantenerme con esa paz pero con mi familia, no quería irme.
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Bitácora de un muerto #1
FantasyPRIMER LIBRO DE LA BIOLOGÍA: "CARTAS PARA SIEMPRE" El día que Brais dejo de respirar. Supo que todo iba a cambiar. Él no tenía la culpa, bueno creo que un poco sí. Bueno no, él no tenía la culpa que lo empujaran por las escaleras "accidentalmente"...