Hora del te

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—Bienvenidas, pasen por favor.

La dulce voz del ama de llaves, fue la que recibió a las Daidōji en la mansión Hiragizawa. Era una soleada tarde de verano, perfecta para tomar el té en el jardín. Ambas mujeres fueron guiadas hasta ese lugar, el cual ya estaba preparado para recibirlas.

En el jardín había una mesa con postres en el centro y un precioso juego de té. Un mayordomo se encontraba esperándolas para ayudarlas a sentarse. Les ofreció beber un poco de agua mientras llegaba la familia Hiragizawa.

—Buenas tardes, es un placer tenerlas en casa —dijo una hermosa mujer de cabello azabache y claros rasgos orientales. Akira Hiragizawa, era la esposa de Gabriel. Se caracterizaba por ser una mujer muy bondadosa y tierna.

—Akira el placer es nuestro, ¿cuánto tiempo sin verte? Nos hiciste mucha falta en la cena de ayer —comentó Sonomi, al ponerse de pie para saludar a su querida amiga con un cálido abrazo.

Las dos mujeres se conocían desde la Universidad, ambas estudiaron administración de empresas. Con el tiempo su relación se hizo más estrecha, tanto que al conocerse con sus parejas estos se volvieron muy buenos amigos. Cuando las dos se casaron tomaron caminos diferentes, pero se encargaron de estar en contacto, acompañándose siempre. La felicidad aumentó cuando tuvieron a sus hijos, pudieron observar como sus pequeños iban creciendo juntos a pesar de la distancia, siendo esto algo que las unía más.

Cuando el esposo de Sonomi murió, Akira y Gabriel se volvieron un apoyo emocional muy grande para ella y Tomoyo. Las visitas entre las familias redujeron pues Sonomi, tuvo que asumir completamente la responsabilidad de su empresa, aunque siempre encontraban la manera de compartir las fechas importantes juntos, ya sea en Japón o en Inglaterra. Hasta que llegó el día en que uno de sus sueños se hizo realidad, las empresas Daidōji y Hiragizawa, por fin trabajarían juntas. Lo único que faltaba para que su felicidad fuera completa sería que sus hijos aceptaran que estaban enamorados.

—Hija ven, dame un abrazo —expresó con emoción la mujer extendiendo sus brazos, acunando entre ellos a Tomoyo.

—Me hiciste mucha falta, ¡estoy tan feliz de verte! —exclamó Tomoyo, cuando abrazó fuertemente a la persona que veía como su segunda madre.

—La familia reunida, ¿puede haber algo más importante que esto? La verdad, no lo creo —comentó Gabriel, acercándose a la mesa en la que se encontraban las personas más importantes de su vida—. Solo falta Eriol, que por cierto, ¡ahí viene!

—Buenas tardes, disculpen el retraso, pero estaba esperando... algo importante. —El inglés llevaba las manos en su espalda, se acercó a Sonomi tomó su mano al llevar su brazo derecho al frente, le dio un suave beso y, terminó por ofrecerle una dulce sonrisa.

—Eres todo un caballero —musitó entre risas la castaña, observando de reojo a su hija.

El chico agradeció el cumplido con una leve reverencia, caminó un poco hasta llegar frente a Tomoyo que se encontraba cerca de su madre. La vio y le sonrió, sacó el otro brazo de su espalda y le ofreció un precioso ramo de rosas rosas con lavandas, las favoritas de la azabache.

—Esto es para ti. —La aludida lo recibió, luego lo pegó a su pecho aspirando el dulce aroma de las flores que tanto le gustaban. Eriol la contempló por unos segundos antes de acercarse a ella y le susurrarle—: Esto es una mínima parte de tu sorpresa. —Le dio un pequeño beso en la mejilla, después tomó su mano para guiarla hasta la mesa.

Tomoyo seguía sorprendida, era claro que a Eriol le encantaba verla sonrojar, pero, ¿por qué hacía esas cosas delante de sus padres? ¿Qué pretendía con esa actitud? Sea lo que sea, no iba a dejarse intimidar, ellos eran amigos y eso no iba a cambiar, mientras él no le demostrara que sus sentimientos por ella eran reales y, no un simple juego como con todas las otras chicas que decían salir con él.

¿Crees en la magia? [TomEriol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora