Desgraciadamente vuelvo a despertar en casa. Miro la pantalla del móvil y veo que es sábado cuatro de abril.
Suspiro. Puedo seguir durmiendo hasta tarde pero mi hermana me ha despertado con gritos.
Mi hermana Prue tiene 17 años, es morena, mide 1.77, su pelo es rizado, pero a veces se lo plancha porque dice que odia los rizos, es caprichosa, manipuladora, y siempre consigue todo lo que quiere. Mientras que yo, soy una chica de 22 años con el pelo rubio rizado, mido 1.60, aunque no lo parezca soy muy cariñosa, pero con la gente que de verdad se lo merece.
Decido levantarme para bajar a desayunar, aunque vuelvan a ignorarme. Doy los buenos días por cortesía, pero no recibo respuesta, me preparo mi desayuno, me lo tomo y lavo lo que he ensuciado, volviendo a mi habitación. Una vez allí, decido ponerme a hacer un trabajo que tengo que entregar próximamente. Como no hablo con gente de mi curso, siempre los hago sola, al final, es mejor, por lo menos me ahorro problemas.
Toda mi mañana trascurre así, cuando es la hora de comer repito mi rutina de la cual estoy cansada.
Bajo y veo un plato en el sitio que siempre uso para comer, se me iluminan los ojos, ya que creo que ese plato es para mí y por fin mi madre me tiene en cuenta para comer con el resto de mi familia, pero lamentablemente solo es el plato de mi hermana. Intento no decepcionarme por lo que, sin más remedios, preparo mi comida, y me siento en el pico de la mesa. Noto una mirada sobre mí, pero no alzo la vista hasta que mi madre carraspea, le alzo una ceja invitándola a hablar.
– ¿Vas a salir hoy? Aunque te estoy haciendo una pregunta absurda, si no tienes amigos y es totalmente normal, dime ¿Quién querría ser tu amigo? – Su mirada me da un repaso de arriba abajo poniendo una mueca de asco a lo que suspiro.
– Sí, voy a salir -Ignoro aquellos comentarios, lo que ella quiere es verme afectada pero no quiero a mostrarme así, por lo menos delante suya. Me mira y pone sus ojos en blanco.
– No tienes amigos Ivy, mientras que yo si los tengo, ¿no sientes envidia al ver que alguien si está interesado en tener contacto conmigo? Lo digo ya que a ti no te pasa. – Se ríe mientras que yo como, o por lo menos lo intento debido a que se me ha formado un nudo en la garganta y me empieza a quemar.
– No. –La miro. –No te tengo envidia. Le sonrío falsamente ya que estoy deseando escapar de esta conversación que solo va a traerme más problemas. Mi madre vuelve a posar su mirada en mí.
– ¿Entonces vas a salir sola? -Le asiento sin mantener contacto visual. Mi madre suelta una pequeña risa.
Ignórala. Ignórala. Ignórala.
– ¿Sabes, Ivy? –No contesto, y fijo mi mirada en mi plato de comida.
– Oye, mamá.
– Dime, cariño.
– ¿No te has dado cuenta de que Ivy siempre come esas comidas tan raras?
– Es lo único que sabe prepararse, lo que me sorprende es que se pueda poner la ropa. –Aprieto el tenedor contra el plato y me tenso.
No. No. Mi físico no. Por favor. No.
– La verdad es que yo la noto más gorda que antes. –Siento la mirada de Prue sobre mí. El nudo me quema y mis manos empiezan a temblar.
Respira. Respira.
Uno, dos, tres. Inspira.
Expira.
– ¿Podéis parar de criticarme? –Las miro a ambas. –Sabéis que me hacéis daño, pero nunca paráis.
No llores.
Aguanta.
– Qué dramática eres. No me extraña que esté sola. –Mi hermana asiente. Me levanto, ya que me empiezo a sentir abrumada y siento que me ahogo. Lo mejor es irme. –Estoy hablando contigo. ¿Dónde coño vas?
– Voy a recoger, ya he terminado de comer.
– Si a eso lo llamas comer... –Se ríe. Termino de fregar todo y voy directa a la puerta para ir hacia las escaleras.
– Ivy, mamá te está hablando, no seas maleducada. –Me paro, pero no me giro. Sé lo que viene. Lo estoy esperando.
– Eres una niñata. No eres consciente de lo que me arrepiento de que hayas nacido. –El nudo se aferra con ganas a mi garganta, mis manos vuelven a temblar. Cierro los ojos intentando concentrarme en mi respiración. Quiero marcharme a mi habitación, pero mis piernas no responden. – No me extraña en absoluto que de camino a casa alguien te violase, aunque bueno, estoy segura de que cuando lo intentasen le producirías asco, que es precisamente lo que das. Solo tienes que mirarte al espejo. – Mi cabeza está agachada, en mis ojos se forman lágrimas que escapan recorriendo mi mejilla derecha.
Me muevo lentamente hacia el principio de las escaleras, subo despacio, primero un pie y después el otro. Me centro en el movimiento de mis piernas. Sé que ahora viene ese comentario.
– Ah y haznos un favor a todos. – Está aquí. Está llegando. Mi corazón empieza a bombear más rápido de lo normal. – No vuelvas a esta casa, por mi puedes morirte. –Esas palabras vuelven a doler como el primer día.
Por mi cara siguen cayendo lágrimas, me las aparto para ver como mis piernas siguen moviéndose para subir las escaleras que ahora me parecen infinitas. Por fin llego a mi habitación, cierro la puerta y me derrumbo mientras me deslizo por la pared hasta quedar sentada en el suelo.
Sus palabras son como sentir puñaladas que van directas a mi pequeño corazón, que ahora, se está encogido por el llanto. Otro día más, en el cuál lloro por su culpa. Otro día más en el que me desea la muerte. ¿Cómo es posible que me diga todo eso y no se sienta culpable? ¿Cómo puede quedarse tan tranquila sabiendo todo lo que estoy sufriendo?
¿Por qué no empatiza conmigo?
¿Tan mala persona soy?
¿Me merezco todo esto?
A veces me gustaría que nada me afectase y limitarme a ignorarla, pero es imposible.
Sigo sin comprender por qué me hace sufrir de esta forma. ¿Por qué mi madre no me demuestra su amor? ¿Por qué me trata así? ¿Por qué me desea la muerte?
Porque te lo mereces.
Quizás no. ¿No merezco ser feliz, como todos ellos? ¿No merezco rodearme de gente que me aporte positivamente? ¿No merezco estar bien?
Te mereces esto.
Te mereces sufrir.
Eres una mala persona.
Cuando empezó a tratarme así, le hice saber que me hacía daño, insultándome, despreciándome, y diciéndome todas esas cosas horribles como hace siempre. Pero lo único que escuché de ese día, fue que me lo merecía.
Mi respiración vuelve a estar irregular. Cierro mis ojos apoyándome en la pared. Respiro e inspiro lentamente, intento que mi corazón se calme, trato de seguir inspirando lentamente como hago siempre que intuyo que estoy a punto de entrar en un ataque. Siento que mis manos siguen temblando. No sé cómo parar todo esto. Apoyo mi mano en mi pecho, en la zona donde se encuentra mi corazón acelerado. Vuelvo a espirar e inspirar lentamente. Poco a poco.
Sigo respirando lentamente esperando a que el ataque pase, cuando siento que ya ha acabado, suspiro. Me limpio las lágrimas y me levanto.
Voy directa a la ducha para poder despejarme, y alejar todos estos pensamientos intrusivos. Cuando acabo, me visto cómodamente, cojo las llaves de casa, algo de dinero y los cascos para marcharme a encontrar esa paz que tanto anhelo.
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¿Crees en el destino?
Teen FictionElla no puede más. Ella se quiere rendir. Ella no tiene fuerzas para seguir adelante. Él estará dispuesto a todo. Él intentará ayudarla. Él sabe que no es fácil, pero lo intentará. ¿Podrá vencer el amor entre una persona que está dispuesta a darlo t...