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Lan Qiren estaba eufórico, le tocaba cuidar a su pequeño nieto y no paraba de llevarlo a Caiyi, comprarle juguetes y mandar a cocinar sus platillos favoritos. Estaba de tan buen humor que creyó que nada podría arruinarlo, pero cuando observó a Lan Xichen llegar acompañado del  patriarca de Yiling su buen humor se esfumó.

— ¿Abuelito ya no jugaras conmigo?— preguntó el pequeño sin saber porque el mayor había dejado de sonreír.

Lan Xichen miró con disculpa a su tío y se acercó a su sobrino.

— ¿Has estado jugando mucho Leilei?— preguntó cargándolo entre sus brazos.

Wei Ying al sentir la mirada molesta del  mayor solo pudo hacer una pequeña reverencia y saludar.

—Es un gusto verlo Lan Qiren— al no verle intención de hablar, Wuxian giró para ver al pequeño que buscaba galletas en las mangas de Lan Xichen. — No sabía que tenías un hijo Xichen-ge...

—No es su hijo...— espetó Lan Qiren— ¿A qué viniste? Tiene años que te marchaste, no tienes nada que hacer aquí...

Wei Ying apartó la mirada del pequeño y suspiró pesadamente, sabía que no sería bien recibido por el viejo Qiren, nunca le agradó y el tiempo no había jugado a su favor. Sin embargo había vuelto por una razón y no pensaba irse hasta lograr su cometido.

—Vine a ver a Wangji...— dijo sonriendo— solo quería saludar.

Lan Qiren frunció aún más el ceño ante la mención de su sobrino, estuvo a punto de correrlo de ahí, pero una pequeña voz fue más rápida que él.

—A-die no está... Mis dos A-die fueron a cazar. ¿Verdad tío?

Wei Ying dirigió nuevamente su mirada al pequeño de ropajes purpuras y no le gustó la conclusión a la que llegó. Había escuchado los rumores que circulaban por ahí, hace apenas unos meses había vuelto de su recorrido por el mundo y no podía creer las tonterías que había escuchado. La mayoría de las cosas seguían iguales, pero los rumores seguían siendo cada vez más locos y poco fiables.

Precisamente esa era una de las razones que lo orilló a buscar a Wangji, había pasado solo cinco años lejos y al regresar, no pudo evitar oír las descabelladas mentiras que contaban todos. Sandu Shengshou y Hanguang Jun juntos, imposible. Incluso mandó a Wen Ning a buscar información, pero no encontró nada de fuentes confiables.

El rumor más loco que había escuchado los últimos días fue que ambos tenían un hijo, un pequeño que habían adoptado cuando su madre, una cultivadora de Yunmeng falleció. Wei Ying sabía que todo eso era una locura, pero mientras procesaba las palabras del pequeño, lo oía llamar tío a Xichen y observaba su campana de claridad, le inquietó saber la verdad, aun así decidió esperar a Wangji y hablar con él, aunque Lan Qiren no le pondría las cosas fáciles.

—Lan Wangji no está, debes retirarte.

Wuxian intentó saber cuándo volvería, sin embargo no obtuvo ninguna respuesta. Solo consiguió que Lan Xichen lo acompañara a la salida  y unas breves palabras de su parte.

—Wei-gongzi, hablaré con mi hermano sobre su visita... ¿En dónde estará quedándose para mandarle un mensaje cuando vuelva?

Wuxian le dio un talismán y le dijo que solo debía quemarlo para hacerle saber que Wangji estaba en Gusu. Vio a Xichen guardarlo en su manga y despedirse, pero Wei Ying no confió en que le avisaría, había visto su sorpresa cuando entró a la secta y estaba seguro que por su forma apresurada de sacarlo de ahí, no le alegraba que estuviera de regreso.

Así que por los siguientes días estuvo rondando Gusu Lan. Casi se queda dormido sobre un árbol cuando la risa tan familiar e inusual de A-Cheng lo hizo ponerse de pie, apenas y pudo vislumbrar como él y Wangji volaban hacía los recesos de la nube, pero de inmediato emprendió el caminó hacia la entrada.

𝓤𝓷𝓪 𝓹𝓪𝓵𝓪𝓫𝓻𝓪 𝓭𝓮 𝓪𝓶𝓸𝓻🌹ᶻʰᵃⁿᶜʰᵉⁿᵍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora