Por un instante presiento algo extraño en el ambiente, como si me envolviese un aire que no es de este mundo; como si estuviese soñando sin poder despertar, por más que lo quiera. Es una sensación ajena, nueva. Este hombre me observa con el ceño fruncido, los ojos entrecerrados. Por un breve lapso de tiempo noto cómo sus pupilas traslucen confusión. Sólo una pregunta sencilla que salió de mi boca hace pocos minutos ha logrado crear un silencio incómodo que crece cada segundo.
Aprieto el vestido contra mi cuerpo, evitando que mi desnudez vuelva a flote. Por ahora, por más embarazoso que haya sido el momento, existen en mi mente pensamientos mucho más preocupantes. La urgencia por obtener un medio de comunicación con el pueblo crece en mi interior, se torna extremadamente pesada.
Él se quita la boina, dejando libre cabello corto, pero rebelde. No hay mucho que yo pueda decir justo ahora; pronunciar la misma pregunta sólo traerá más silencio, así lo presiento. Y es sólo en este momento de extrema quietud cuando la repentina adrenalina que me hizo saltar de la mesa desaparece poco a poco y comienzo a sentir nuevos malestares en mi cuerpo. No sé cuánto tiempo permanecí inconsciente, pero estoy segura de que no ha sido el suficiente. Mi cuerpo necesita atención médica, pues la hipotermia puede dejarme secuelas serias.
Parpadeo con rapidez, llevándome una mano a mi sien, que ha comenzado a experimentar un dolor punzante.
—¿Pueden llevarme al pueblo? —inquiero—. Necesito un médico.
—No hay médicos en el pueblo —responde él—. Tampoco es buena idea salir ahora, el clima no es el mejor.
—¿Y cómo puedo comunicarme? En verdad requiero con urgencia de un teléfono.
No hay respuesta a mi pregunta. Una vez más, aquel hombre me observa como si hubiese hablado en un idioma extraño. Por un momento considero la opción de que tal vez esté alucinando, soñando. Pero el dolor y el malestar que comienzo a experimentar se sienten tan reales que no cabe posibilidad de que lo que estoy viviendo ahora no sea el presente.
Tal vez la cuestión del teléfono pueda ser resuelta en unos minutos. Observo hacia abajo. El largo vestido que aprieto contra mi cuerpo parece más un disfraz que una prenda real. ¿Acaso es así como se visten las personas en esta zona rural? ¿O es esta indumentaria parte del festival de invierno? Sea cual sea la respuesta, no me siento cómoda con ninguna.
Suspiro cuando la situación se torna incluso más bizarra. A mi mente vuelve el hecho de que me encuentro prácticamente desnuda y que aquel hombre me ha visto de esta manera.
—¿Por lo menos puedo tener mi ropa? Estoy muriendo de frío.
Él sonríe levemente.
—Bueno, no sé cuál es el motivo por el que se encuentra sin ropa, pero aquel vestido es de mi madre, me retiraré para que pueda vestirse.
—No, no. Necesito mi ropa. Lo siento, este vestido no parece ser suficiente para cubrirme del frío.
Él me observa extrañado a medida que asiente con lentitud. Se excusa rápidamente y sale del lugar, dejando un hilo de silencio tras de sí. Entonces comienzo a sentirme como una foránea que, a pesar de entender el idioma local, parece no ser capaz de hacer explícitas sus ideas. ¿Qué tanto les cuesta realmente otorgarme un teléfono? O, en caso de no tenerlo, ¿qué tanto les cuesta negármelo? Aquel silencio absurdo en conjunto con la mirada de extrañeza no colabora en mi situación.
Voy de vuelva a la mesa, tomo la pesada manta de piel y me envuelvo en ella. Al menos de esta forma no me siento tan desnuda como antes. Cierro mis ojos ante el inevitable dolor de mis músculos y sueño despierta con una aspirina, por lo menos mientras logro llegar al pueblo o una ambulancia viene por mí. Jamás pensé que algún día me pondría a fantasear con aquella píldora como si se tratase de un antojo de comida, pero heme aquí contando los minutos para hacerme con una.
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El mañana nunca llegó
VampirosHan pasado quince años desde que Cantabria fue azotada por misteriosas desapariciones; las autoridades locales no pudieron hacer más que archivar el caso en una sucia estantería. Anya, una joven psicóloga, carga con la amargura de su oscuro pasado...