Capítulo 34

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Música de este capítulo:

La respuesta encontrarás/Mil memorias (Mashup)

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Todo era tranquilo, el único sonido que podía escucharse era el fluir de un río, que atraía paz a su alma.

Caminó por un sendero con sus pies descalzos, sintiendo la hierba suave bajo sus pies. Una suave brisa corría, chocando con su rostro y sintiéndolo como suaves caricias.

Tranquilamente caminó y caminó, no sabía cuál era su objetivo o a dónde debía llegar, pero no tenía ninguna preocupación por eso.

A unos metros pudo divisar una figura masculina dándole la espalda, su cabeza inclinada para mirar fijamente al cielo.

Algo tiró de ella, jalando para que ella llegara a esa persona. No parecía conocido, pero el sentimiento de pertenencia, de reconocimiento y familiaridad la incitaron a continuar para alcanzar a esa persona.

Solo faltaban unos cuantos pasos, pero se detuvo para observar al hombre que le daba la espalda, mientras, el cielo cambiaba de un hermoso cielo celeste a un cielo marino con muchas estrellas. El día volviéndose noche con rapidez y facilidad.

"La noche siempre fue mi momento favorito, puedes contemplar muchas cosas en ella, entre ellas, las constelaciones y la luna". Dice el hombre con voz suave. Ella no puede evitar sonreír ante lo que ha dicho. Entonces, el hombre se giró lentamente hacia ella, y no pudo evitar jadear sorprendida cuando la vista del abuelo que solo conocía por medio de un retrato la recibió con una dulce sonrisa. "Hola, mi querida nieta, Mirabel". Le saluda él con gran cariño.

Mirabel no puede evitar sonreírle suavemente al hombre, quizás nunca lo conoció, pero gracias a él, ella y su familia vivía y existía.

"Hay algo que quisiera que veas antes de avanzar, ¿quieres observar?" Su abuelo le pregunta, dando dos pasos hacia la derecha para abrirle camino a Mirabel.

Ella asiente, caminando para seguir el sendero formado. Mirabel sabe que su abuelo no la sigue, pero ella continúa para descubrir que es lo que quiere que descubra. Camina y camina hasta que una arboleda está a la vista.

~Dónde el viento halla al mar, por un río, la memoria va~

Mirabel no pudo evitar caminar por la arboleda desconocida, debería ser difícil poder ubicarse debido a la oscuridad de la noche, pero además de las hermosas estrellas que parecían brillar con intensidad para iluminar el camino, luces a la distancia la guiaban a esa dirección que parecía la correcta a seguir.

~Duerman ya, que en calma estén, pues el conserva lo que fue~

Un escalofrío recorrió el cuerpo de la quinceañera, el canto de su mamá fluía como una brisa de aire, haciendo eco en el bosque. Aquella canción de cuna la había cantado Pepa para cada uno de sus hijos, primero con Dolores, luego con Camilo y Mirabel y al final, tanto Pepa como Mirabel le cantaban la canción de cuna a Antonio (y ella también se la cantaba a Annie). Pepa les contó que era una nana que la abuela les cantaba a Pepa y sus hermanos hasta que cumplieron siete años. Pepa había amado tanto la canción que había escrito la letra por sí misma, fragmento por fragmento a escondidas de su madre y guardó la canción en una caja de recuerdos, solo para ser la primera canción que le cantó a Dolores para llevarla a dormir.

~En sus aguas hallarás las respuestas, siempre al caminar~

Mirabel se acercó demasiado hasta que se encontró en un claro abierto, más adelante un río reflejaba a la luna que se alzaba brillante en la oscuridad.

Arde, mi bella estrella [Encanto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora