Capítulo 2: Confusión

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A la mañana siguiente Alejandro tuvo que madrugar para ayudarle a su papá con las vacas como habían quedado, Remedios no estuvo de acuerdo pero ella no podía hacer mucho le tenía temor a su marido y por ese miedo es que permite que el hombre le haga daño a su propio hijo. Esa mañana solo se culpaba a si misma por ser tan cobarde, al ver cómo su hijo intentaba mantenerse despierto. Le daba mucho pesar ver a su hijo abrir y cerrar los ojos varías veces. Les preparó huevos revueltos con jamón y tocino, acompañado con un café y jugo de naranja fresca.

R: Estuvo rico el desayuno, Vámonos Alejandro que tenemos que ordeñar las vacas y después sacarlas a comer.

A: Esta bien, nos vemos al rato mamá. Te quiero mucho- le dice despidiéndose de ella con un beso en la mejilla

Re: Te veo a rato mi amor, te portas bien.

En eso se le acerca Ricardo y la toma de la cintura con fuerza

R: Y para tú marido no hay un beso- le dice muy cerca y casi susurrando, Remedios le da un beso que después el profundiza- nos vemos al rato y espero este mi almuerzo listo para entonces.

Re: Así será, que te vaya bien.

Y después ve cómo Alex y Ricardo se van a trabajar, ella se quedó limpiando los trastes sucios que habían dejado. Después se fue a bañar y a las 6 de la mañana se fue para la casa grande a cuidar a Lucia ya que ella es su nana. Iba entrando a la cocina cuando se encontró a Doña Lucrecia, vaya sorpresa se llevó

Re: Buenos días Doña Lucrecia- la saludo muy alegremente

DL: Buenos días Remedios, ¿cómo estás?

Re: Muy bien ¿y usted?

DL: Pues, amanecí- le dice mostrándole una sonrisa- ¿y Alex? Siempre te acompaña.

Re: Fue ayudarle a su papá

DL: Óyeme no, Alejandro es solo un niño.

Re: Si, lo sé pero así lo quiso Ricardo y no me puedo oponer.

DL: ¡Esas son tonterías! Cuida más a tu hijo, no vaya ser que después te lo reproche.

Y se fue sin dejar que Remedios le respondiera nada

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Después de que Alejandro y Ricardo terminaran de ordeñar a las vacas las llevaron a pastar al monte
ambos montaban a caballo mientras veían a las vacas comer tranquilamente, Ricardo le iba platicando a Alejandro todo lo que el tenía que hacer siendo capataz. Alejandro estaba asombrado pues era mucho lo que tenía que hacer. Ricardo aún llevando la misma sangre que Alejandro no sentía nada más que desprecio por el.

R: Bueno ya es suficiente, vete y déjame trabajar en paz.

A: Pero papá...

R: Pero nada ¡LÁRGATE!- le grito a Alejandro

Y así Alejandro se fue hasta encontrarse con su mejor amigo Daniel que también estaba montando. Los dos se fueron a su lugar secreto que no era más que una roca que se encontraba entre la Hacienda de los Sandoval y la Hacienda de los Cuesta. Rumbo a su lugar secreto iban platicando sobre muchas cosas que les gustaría hacer cuando fueran grandes, cuando llegaron a la roca se desmontaron de los caballos y se sentaron a platicar.

D: ¿Oye, cuando sale tú abuelo del hospital?

A: Sale hoy en la tarde y mi mamá le va hacer una comida, ¿porque no vienes?

D: Pues no me habías dicho nada, pero le aviso a mi mamá y seguro me deja ir. Oye Alex te tengo que contar algo.

A: Dime

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