Prólogo

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–Ava, llévate a la niña lejos, cuídala y pon la a salvo– Decía el hombre de aspecto sobrenatural que se hallaba enfrente de aquella mujer de ojos azules.

–¿Pero y tú? ¿Que vas hacer?– Respondió la mujer de cabellos azabaches al ente oscuro con ojos amarillos.

En las calles se podía ver la sangre hasta en la paredes de la casas, había comenzado una invasión en la cuál había puesto en peligro el secreto de una familia que por cierto tiempo había vivido en paz, esa paz se vió amenazada por el reino enemigo, los soldados de Eftarwood no iba a dejar a nadie vivo, ni siquiera a unos simples campesinos que vivían en la afueras del pueblo, todo por el simple hecho de que querían obtener todo para ellos.

Los campos  y su casa estaban en llamas, habían logrado escapar hasta el bosque, pero los saldados con el escudo de una serpiente les estaba pisando los talones, la mujer estaba agotada de tanto correr y su condición de salud no le había ayudado mucho, y el ser oscuro que la acompañaba tenía heridas que lanceros le habían proporcionado.

–Voy a darte tiempo... Ahora tienes que huir– Le respondió el ser de ojos amarillos para luego darse la vuelta he ir a darle tiempo a su amada y a su hija de que se pusieran a salvo...

                                ***

En otro lado del reino, donde las tropas enemigas aún no había llegado a causar muertes, se hallaba una familia cuyos pensamientos se encontraban ajenos a la realidad.

–Espero que les guste la cena.–  Hablo la madre a su amado y a su hijo de tan  solo 3 años.

–¡Si!– Pronunció el pequeño alegre.

Los padres los miraba con ternura, al ver esa carita de inocencia que había llegado a sus vidas para llenarlos de amor, pero en un mundo donde el poder lo es todo, la paz se esfuma más rápido que el polvo.

Se escuchaba un bullicio en las calles, gritos, pero está familia estaba tan metida en su burbuja que no se habían percatado de que el fin de sus días había llegado.

Tocaron la puerta, y los esposos muy extrañados por la hora en los que les buscaban, el esposo al ver que su mujer iba a atender el llamado le hizo un gesto para que se sentara nuevamente y él fue el que se aventuro a abrir la puerta

–¡Voy, un momento!– Grito desde el interior de su morada al notar que el toque a la puerta era tan insistente. Lo que el no sabía era que al abrir la puerta su destino ya estaba sellado.

–¿Que des...– Uno de los hombres le atino tal golpe que lo mando al piso después entraron tres hombre más con espada en mano, él primer hombre que entro se quedó golpeando al hombre que ya hacía en el piso sin poder defenderse de tal bestia que tenía encima, porque eso eran los soldados del enemigo, unas bestias.

La mujer que había escuchado ruidos extraños desde el comedor y al ver que su esposo ni regresaba a la mesa, decidió ir a ver qué pasaba, se asomo levemente asomando su cabeza por la pared y vio tres figuras con armadura extraña que no logro identificar, ella ya sabía que estaba pasando, salió corriendo a dónde se encontraba su hijo y lo tomo en brazos, para así poder ocultarse. Los hombres se acercaban cada vez más, la mujer había corrido hasta su habitación donde tenía un pequeño cuarto vacío metió al niño y al escuchar el estruendo de la puerta abrirse cerro la pequeña habitación de golpe de manera que no encontrarán a su pequeño.

El niño llorando en un casi total silencio solo podía ver oscuridad, abrazado a sus piernitas con su carita enterrada entre sus rodillas, él solo se preguntaba porque su mamá lo había cerrado en aquel oscuro y frío lugar.

Unas horas más tarde ya su llanto no era suave si no fuerte y desesperado, el quería que alguien lo sacara de ahí, quería que su papá o su mamá lo sacaran de ahí, la puerta que lo mantenía encerrado en aquella oscuridad, que para él era infinita, una figura alta e imponente con el escudo de un grifo saco al niño de ahí,  su armadura y espada estaban manchadas de sangre, el niño había dejado de llorar tan desesperadamente al ver que alguien lo cargaba, pero el niño había entendido que sus padres no iban a ir por él jamás, al ver la escena de una mujer con el rostro desfigurado y múltiples heridas, el niño había perdido a su madre por la culpa de un soldado de Eftarwood, el hombre que había arriesgado su vida para salvar su reino llevaba al niño de la mano a través de su casa, que ya parecía la de antes ya que por dónde mirará había sangre, y al llegar al recibidor volvió a ver la perturbadora escena de otra persona asesinada de una forma brutal, su padre que tenía moretones en toda la cara después de tal golpiza  y heridas de espadas por todo su cuerpo, ya no respiraba.

–Lo lamento mucho niño.– Dijo el hombre que había ido en su rescate con verdadera lástima.

                                ***

Su cabello rubio caía sudado al suelo, aquel joven caballero sostenía su cuerpo herida, reusando se a dejarla ir, después de todo ella fue su primer amor.

–Por favor... Resiste.– decía el joven de ojos oscuros a su amada.

–Alex...–llamo la joven rubia.– Prométeme lo por favor.– Dijo la chica en un hilo de voz a causa de las pocas fuerzas que le quedaban. Habían defendido su tierra con mucha valentía y casi tenían la segunda guerra ganada, hasta el momento en el que el guerrero se encontraba defendiéndose y fue atacado por la espalda, la chica le había salvado la vida a cambió de la suya, se interpuso entre el soldado enemigo y él y ella recibió el golpe que su enemigo pretendía atinarle a su amado.

La herida venía desde el hombro hasta su pecho, una herida grande y profunda que dejó a la chica de ojos grises moribunda.

–Miranda... Por favor.– suplicaba el guerrero.

–te amo.– Fue lo último que dijo la chica antes de cerrar sus ojos para siempre.

El Secreto De Los Demonios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora