Estuve apunto de insultar a ese chico por haberse atravesado en mí camino pero los gritos de aquellos hombres me hicieron reaccionar.
Volví a mí carrera y corrí lo más rápido que pude, di vuelta en una esquina y resultó ser un callejón sin salida, los hombres venían pisando me los talones y lo único que podía hacer era saltar el muro, no era muy alto pero tampoco bajo.
Retrocedí un poco para tomar impulso y corrí hacía este luego salte encima de una de las cajas que había ahí para más impulso y caí agachada del otro lado del muro.
–Bien, a seguir mí camino.–Pensé en voz alta, ya los había dejado atrás.
Tenía que entregar las dagas robadas a mí contratista, bueno prácticamente trabajo para él, es decir, casi siempre que estoy robando es para ese hombre, Jonathan Hons, o como yo lo llamo Jony, un hombre avaricioso y a veces cínico, aunque nos llevamos bien, y el cuál tiene un espacio de compra-venta en El hueco.
El hueco, es un mercado negro donde se ven diferentes tipos de negocios sucios e incluso se ven bar donde delincuentes se reúnen de forma incógnita.
***
Llegando a la tienda de Jony vi salir a un hombre de ahí, alto, robusto, con un parche en el ojo y con poco cabello, tenía muchas cuchillas en el cinturón y una en la mano, la expresión en su cara decía que no estaba muy feliz el grandote.
El hombre caminaba en mí dirección y cuando estuvo lo suficientemente cerca, me hice a un lado para darle paso rápidamente y casi que botaba humo hasta por la nariz.
–Pobre, ¿Que le habrá hecho Jony?– Susurré, ese Jony podía estafar a la gente y sin que se dieran cuenta.
Termine de llegar a la tienda donde mí comprador aguardaba pacientemente por su en cargo, subí la tela que colgaba como cortina en la entrada y pase anunciando me, a mí estilo por supuesto.
–HOLA!– Dije alzando los brazos y con una sonrisa en cuanto ví a Jony detrás del pequeño mostrador.
–Hola pequeña escurridiza.– Me saludo devolviendo me la sonrisa.
No sé qué edad tenía Jony exactamente, solo se que podía calcularle unos 55 años en adelante su cabello castaño oscuro ya tenía unas cuantas canas y en su cara unas arrugas cuando hacía sus expresiones incluyendo las pequeñas que se formaban alrededor de sus ojos marrones.
–Aquí está lo que me pediste.– Le dije con una sonrisa de satisfacción colocando la pañuelo amarrado con una cuerda, este envolvía las dagas.
–Nadie más que la grandiosa Kiara para traer un pedido así.– Exclamó mí comprador con mucho entusiasmo desenvolviendo el paquete para contemplar su contenido. –Y aquí tengo yo lo tuyo.– Dijo, aún entusiasmado y dándose la vuelta mientras yo me inclinaba hacía delante apoyando mis codos sobre el viejo mostrador de madera para que mis manos sostuvieran mí cabeza.
–Aquí tienes pequeña ladroncilla.– Comento, una sonrisa apareció en mí cara cuando colocó un pequeño bolso negro en frente de mí mientras tomaba el paquete y lo envolvía improvisadamente las dagas con la misma tela.
–¿Necesitas algo más Jony?– Pregunté con el bolsito ya en mí mano.
–Eso es todo por ahora pequeña.– Si, Jony tenía muchas formas de llamarme pero la más común "pequeña".
Me despedí de Jony y salí de ese lugar, casi ya anochecía por completo y yo quería ir ya a descansar, pase todo el día tratando de conseguir esas cosas sin que se dieran cuenta y al final tuve que correr toda la tarde para que no me atraparan.
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El Secreto De Los Demonios
FantasyAlexander Sorna, un guerrero al que le arrebataron a sus padres cuando era pequeño, y un tiempo después también a la mujer con al que conoció el amor, juro no volver a encariñarse o enamorarse de nadie. Kiara, una ladrona a la que solo la rodean los...