Capítulo 4. La Push

1.2K 83 10
                                    

—No lo llevaras a la perrera para castrarlo, hermana.

—¿Porqué es un lobo? Fácilmente se podría uno confundir con una mutación científica de un husky, míralo, lo castramos y no va a ser mujeriego nuuuunca más. —añadió pensativa Bruna.

Paul tragó saliva ante los pensamientos retorcidos de la gemela de risa singular, sus labios se curvaban hacia abajo cuando lo hacía. Aún no entendía como es que ambas no habían corrido por ser un "lobo mutado" como lo llamaban.

—Hey, hey... Ya no lo soy.

María está vez lo miró con la ceja derecha alzada mientras se cruzaba de brazos al mirarlo: —¿Seguro?

—Si, tendré algún día hijos. —afirmó sinverguenza mirándolas con seriedad pero totalmente sincero.

Ambas gemelas tragaron saliva e indistintamente voltearon la mirada lejos de la vista del protector de la reserva, plenamente ruborizadas.

—N-no no has conquistado completamente.

—Aunque nos atraiga la idea de tener un lobo enorme de estufa, no quiere decir que ya seamos pareja. No se si seas suficiente para manejar nuestro temperamento.

Paul al escuchar el nerviosismo de la gemela menor de cabello negro, junto con las palabras de la castaña de mechas rubias las mira asustado y dolido, pero también escucha un desafío en las mismas.

—Tengo un carácter de mierda, ¿creen que no se como lidiar con ello?

Sam estaba a lo lejos por si las dudas, justo por ese motivo, pero sabía que la aparición de la doble imprimación y muy extraña la verdad, por muy raro que sonara, Paul no parecía un protector descontrolado como casi siempre se mostraba.

Ambas gemelas suspiraron cada uno con un gesto distinto, Bruna hizo una mueca y reservadamente suspiró por la nariz, mientras que por el lado de María sí que se escuchó el suspiro por los labios de la castaña.

—Aprovecha que nos entiendes con facilidad, aprovecha que no tengo que lidiar con el inglés contigo. ¡Y enamórame! —aconsejó Bruna tras agarrar su bolsa de caracolas y su mochila para dirigirse al auto cercano.

—Podremos ser tus impronta, pero... Recuerda, somos dos en uno, somos dos contigo y multitud para el resto. Sé fiel y sincero a ti mismo, solo así el camino se revelará hacia ti para conquistarnos. —añadió sabiamente María mientras se acercó a Paul dejando un beso corto en su frente.

Paul empezaba a entender vagamente porque tener una doble imprimación lo volvería realmente loco. María era la brutalmente serial, chica mala pero aveces se mostraba tan dulce como Bruna, quien a su vez parecía muy expresiva, sensible pero también era muy ruda. Parecía como si la última fuera la que encabezaba las decisiones inconscientemente, ambas estaban tan conectadas que le parecía una encrucijada conquistarlas pero lo lograría, de eso no tenía duda.

María le había dejado al metamorfo estático en su lugar, al tomar sus cosas y dirigirse al auto que habían conseguido traer que era un pequeño escarabajo deportivo, gracias a su tío Charlie. Ambas le sonríen levemente al irse, mientras que luego se escuchan los corazones agitados y nerviosos. Bruna tan sólo se encogía nerviosa de la vergüenza al haberlo si quiera considerado ante la idea de Paul, mientras que María tan solo se reía, le encantaba la situación sobrenatural pero la verdad que si no se hubieran desmayado antes había sido mejor.

[...]

Horas atrás.

Las chicas habían llegado a la playa de la Push, cada una contenta de haber conseguido la maya térmica para las oleadas del mar, amaban con su vida el agua y la natación. Sin embargo, Bruna era la más contenta y que no pudo siquiera esperar a que su gemela mayor bajara las cosas como para salir del escarabajo (al cual habían llamado las dos «herbie»), solo se quitó la ropa de encima, se colocó los lentes para proteger sus ojos del mar salado y sin duda alguna, corrió tanto como fuera posible colocándose las «patas de Pato» como lo llamaba al equipo de nado para los pies. Sin embargo, tan emocionada estaba que sin querer había chocado con un cuerpo muy cálido y fortachon, el golpazo de temperatura fue tan chocante que un jadeo salió de sus labios pero eso no evitó que las palabras de enojo por cruzarse entre el mar y ella salieran:

—Fuck, move human stove. The sea waits for me! (Carajo, muévete estufa humana. ¡El mar espera por mi!)

La pelinegra había sido clara y ansiosa, solo que no esperaba que con sólo verlo a los ojos este cayera de rodillas al suelo como un payaso mudo e incrédulo, pero solo le bastó la mirada del otro de piel rojiza para sentirse incomoda y amenazada. Por lo que, hizo una mueca.

—I didn't touch it, for the record. Get better but the sea will not wait for me forever! (No lo toqué, que conste. ¡Mejórate pero el mar no me esperara por siempre!) —dijo aquello tan rápido que estaba segura que ni ella misma se había dejado entender.

«El moreno imponente» como lo había llamado María se había recompuesto de la sorpresa y ayudado al otro menor a levantarse del suelo, había notado como su torpe hermanita había pasado para nadar rápidamente al mar sin tener compasión ni interés por el resto, sabía que el agua era el refugio y escape del luto por el cual estaban pasando. Sin embargo, en cuanto logró cerrar el auto con seguro, con suma habilidad pudo agarrar las mochilas, la cesta de membrillo de las palmas de olivo en el cual era la de comida y la manta con toallas, pasó cerca de ambos hombres para disculparse por la actitud de su hermana, algo estiraba de sí para hacerlo.

—Hey, chicos, lamento las acciones de mi hermanita. ¿Están bien?—pregunta con delicadeza pero seriedad al fin y al cabo.

El mayor e imponente la observó con cautela y curiosidad, sin embargo, al recaer la mirada del otro que parecía estar recomponiendose de una caída del azúcar, según su parecer, conecto miradas, sintió un cosquilleo en su estómago y soltó un jadeo al sentir que algo estiraba hacía ese chico, como si fuera un imán. Este por segunda vez cayó de rodillas al suelo, totalmente perdido y mirándola embobado, lo cual con una sonrisa nerviosa se empezó a alejar pensando: «que chicos tan raros, mejor voy por Bru» y sin más se marchó.

Ambos chicos habían quedado pensativos, el alfa muy confundido al ver como su beta había caído rendido ante dos chicas, las dos eran copias casi idénticas aunque la última fuera castaña con mechas rubias y la sonrisa nerviosa se curvase hacia arriba, era rara la situación. Porque según Sam, nunca desde su transformación había visto una doble imprimación como Paul lo había tenido ese mismo día.

En cuanto, Paul Lahote se recompuso, quiso ir pero Sam lo detuvo, enseguida recibió un gruñido aunque al final lo vio desconcertado ante la ceja alzada del imponente alfa.

—Yo... Lo siento Sam, no se que me pasa, yo...

—Tenía razón, las gemelas Swan ya te habían atraído desde aquella noche. Esto solo me confirma que, primero: haz encontrado tu impronta no una sino dos, y segundo: tenemos que hablar con el consejo, porque este caso es muy extraño. —dice Sam convencido de que tal vez había pensado que sólo una sería lo normal, sin embargo, dos para uno era como muy extraño hasta para él.

Paul no quería alejarse de las chicas, por lo que había prometido quedarse lejos pero mirándolas por si estuvieran en problemas con las olas, mientras el fuera a por el consejo y la orden para hablarles sobre lo que les incumbiera con la imprimación. Sam muy regañadientes lo hizo, no tenían a más con ellos y no podían dejarles sin cuidado a las turistas y sobrinas de Charlie. Por lo sin dudar fue hacia el Consejo, y al volver horas después, ya con el permiso otorgado se involucraron en cuanto un grito en medio del mar se escuchó.

Paul asustado y preocupado sin más saltó a por sus improntas, encontrándose a la mujer de cabellos negros vomitando água y tiritando de frío mientras que la castaña de mechas rubias, lo miraba agradecida pero preocupada.

—¡Tiene calambre, debemos sacarla a la de ya!

Y sin más, Paul la tomó en brazos, Bruna seguía tosiendo por la garganta lastimada por haber tragado agua pero con las cejas compugnidas por el dolor en las piernas.

Siendo así, como el destino cruzaba sus caminos, y tal vez tres horas después de lo sucedido, Paul con suma sinceridad les había confesado la conexión impronta y lobo, ambas se habían mirado como si estuvieran compartiendo un mensaje mudo en conexión mental y poco después, cuando parecían que iban a reaccionar con palabras, ambas se desplomaron como plumas al suelo, logrando que ambos protectores por reflejo hayan alcanzado a tomarlas.

Muchas información y adrenalina para un mismo día. Nadie sería tan capaz de sobrellevar como si nada una información como tal. Mas cuando el chico el cual parecía ser su "alma complementaria de vida" tenía más cara de mujeriego que otra cosa.

A eso se debía la conversación de Bruna con respecto a castrarlo. Si de verdad serían algo, debía dejar de ser para otras, porque se quiera o no, ambas eran posesivas, solo que temían encariñarse en un momento tan inestables para ambas.

Doble amor [Paul Lahote] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora