Capítulo 4. El perdón

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Te encontré buscándome - Capítulo 4 - El perdón

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Te encontré buscándome - Capítulo 4 - El perdón

Deseando escapar de la humillación de Beckett, Alma corrió hacia el jardín huyendo y padeciendo el dolor de su maltrato. «No eres más que una cara bonita» El hecho de que se haya burlado de ella delante de la serpiente de Lennox y sus amigas fue especialmente denigrante. No conseguía explicarse los motivos por los cuales Austin la odiaba. Entendía que eran muy diferentes, que las clases sociales a veces separaban a las personas y no les permitían conectar, pero no creía que mereciera ese trato de su parte. Él fue quien empezó la guerra cuando la delató con el profesor O'Connell. Y no paró un segundo de agredirla. Para colmo, ni siquiera esos desplantes eran argumento suficiente para que la intensa atracción que sentía por el basquetbolista se aplacara. Cuando lo veía su corazón se aceleraba, las piernas le temblaban, y las manos sudaban. Cada noche recordaba aquel abrazo fortuito cuando le salvó la vida "por lástima".

Se sentó en un banco del jardín, alejada de todos y sin dejar de llorar. Antes era indiferente a la actitud bélica que Austin mostraba con ella. Las discusiones eran la única manera de tenerlo cerca, aunque fuera contraproducente. Luego de haberlo visto con Carolina Lennox, necesitaba estar muy lejos de Austin. No toleraba la idea verlo con otra, ni de saber que Lennox iba a conocerlo como ella jamás.

-¿Qué te pasa? - De inmediato, Alma sacó las gafas de la mochila de Coco Chanel, nerviosa. Maddy la miraba muy preocupada. -Puedes contar conmigo, ayer me ayudaste - la muchacha se sentó a su lado.

-Nada, cariño. Me entró una pestaña en el ojo - inventó, acomodándose el pelo.

-No mientas, Alma. Estás llorando. - Ella la miró. La expresión empática y amable de Madeline, dejaban ver lo buena persona que era. No tenía maldad, se le notaba.

-Eres muy buena, Maddy - solo le dijo con voz nasal, sacó un pañuelo de su mochila Coco Chanel para sonarse la nariz.

-¿Estás mal por un chico? - atinó a preguntar la muchacha.

-Sí, lamentablemente. Lo mismo no vale la pena, muy pronto me sentiré mejor.

-Es Austin Beckett, ¿no?- Alma agradeció que no se vieran sus ojos, ya que habían vuelto a empañarse. Estaba acalorada. ¿Tan evidente era?

-Nada que ver, ese simio no me importa- mintió, orgullosa.

-Sé que es él -afirmó Maddy, resignada - A todas nos pasó. - Alma la miró, perpleja.

-¿Qué quieres decir?

-Sí, todas nos hemos fijado en Austin alguna vez.-explicó Madeline, sin vueltas- Nunca pensé que tu correrías con la misma suerte.- Alma no supo qué contestar. Se sentía una estúpida más babeando por Beckett- Me parece extraño. Desde que llegaste, estaba segura de que Austin se fijaría en ti.

-Qué disparates dices. Yo no soy el estilo de ese simio... ni me interesa serlo. - respondió tristemente.

-Austin es un chico que nadie conoce realmente - Alma la miró, intrigadísima.

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