Capitulo 53

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(Pongan su playlist más triste para este capitulo)

La tenue luz desvanecida de la reciente mañana de Gusu Lan adornaba las siluetas de las dos personas abrazadas, Lan Xichen y Jiang Cheng se complementaban correctamente perfectos. La grande silueta del mayor mantenía abrazado al más chico, con sus brazos rodeando la cintura de este con la mayor delicadeza que alguien pudiese tener. Aún si se encontraba dormido trataba a Jiang Cheng como su mayor tesoro, y es que lo era. Lan Xichen jamás había logrado enamorarse de la manera en la que estaba enamorado de Jiang Cheng. Aquel chico que poco sonreía era el que más le sacaba genuinas sonrisas, aquel con el que podía ser un payaso, un hombre serio, un hombre cariñoso, podía ser un mejor él. Aún recordaba la primera vez de haberlo visto después de tanto tiempo, en esa tienda tan ordinariamente extraordinaria, limpiando con suma tranquilidad una máquina de tatuar. Y entonces supo que esa persona era todo lo que quería para él. 

El primero en despertar fue Jiang Cheng, un intenso silencio aturdía sus oídos. Sus pensamientos siquiera lo dejaban dormir a gusto, o tener un buen inicio de mañana. La culpa lo comía vivo desde dentro, con su pecho ardiendo en el mal sentido. Una burbujeante sensación de que todo estaba yéndose de sus manos. No es que pudiera hacer mucho, estaba contra la espada y la pared. Ya había sido resignado a aceptar su destino de manera silenciosa, pero a decir verdad, las palabras que no salían de sus labios se quedaban como un tortuoso torbellino en su mente, girando y haciendo estragos. Lan Xichen era lo único bueno que tenía en su vida, la única persona que podía lograr que cerrase sus ojos y descansara en paz. Sin embargo ya no era como antes, saber que estaba esperando un hijo suyo y que nunca lo volvería a ver o siquiera intentar algo romántico entre ellos para mantener la reputación de ambos sólo le hacía querer volver al pasado y jamás haberse conocido. No porque lo suyo fuese algo malo, sino porque era demasiado bueno, y él no estaba a la altura de ser lo suficiente bueno para Lan Xichen. Todo la paz que Xichen le brindaba, de la noche a la mañana se convirtió en angustia y culpa, debía terminar todo esto lo antes posible. 

Durante el día, la rutina aunque la misma de siempre se sentía demasiado foráneo. Desayunar en Gusu Lan le ponía incómodo, y Lan Xichen se daba cuenta de eso. Pues aunque Jiang Cheng solía ser callado, no lo era de la manera en la que lo estaba siendo en este momento. La atmósfera se había puesto lo suficiente incómoda, tensa. Las miradas sí que decían mucho más que las palabras. Unos cuantos mensajes en el teléfono de Wanyin llenaron el silencio, pero al menor no parecía importarle, hasta que llegó una llamada. El propietario del teléfono solamente lo tomó para girarlo pantalla abajo y carraspear. Llamando por completo la atención del Lan. 

—A-cheng, ¿no vas a responder?—. como si fuese un martillazo en su cabeza aquella pregunta resonó en cada rincón de sus oídos, su mirada estaba perdida en el aparato cuadrado que vibraba sobre la mesa. Solamente negó con su cabeza, para luego mirar hacia una ventana perdiendo su mirada allí. Todo era una falsa actuación, Xichen era un hombre celoso y eso era de pleno conocimiento, incluso cualquier persona que no fuese él se daría cuenta de esto. Por eso, su plan era que Lan Xichen se enojara lo suficiente con él para poder llegar a una fuerte discusión. Sin embargo, esto no estaba sucediendo. Para su gran sorpresa el Lan solo se inclinó hacia él dejando un suave beso en su cabello. —Está bien, Wanyin, no tienes qué—. 

Un suspiro se filtró de los labios del de cabellos rizados, sus ojos amatistas lucían apagados, y sabía en su interior la razón, su culpa lo estaba comiendo vivo. no pudo pensar mucho ni un segundo más, se levantó de la silla con rapidez mientras tapaba su boca con fuerza para evitar vomitar sobre todo el banquete que había allí. Xichen se dio cuenta de aquello y su conocimiento era más que un simple vómito, tomó su brazo con fuerza para evitar mareos o caídas. Jiang Cheng quitó su mano con algo de prisa, frunció su ceño intentando concentrar toda su atención en no vomitar en aquella tan pulcra sala. Caminó lo más rápido que podía hacia el primer baño que encontró. Cerró la puerta tras el preocupado Lan Huan, o más bien, en sus narices, sus pasos se mantenían pesados a tal punto que dudaba que sus pies estén cooperando en caminar hacia el retrete, de hecho, le sorprendía no haber regado de restos de desayuno en el lujoso pasillo de la mansión Lan. Prácticamente cayó de rodillas frente al inmaculado retrete blanco, y allí soltó todo. Esto no era por el bebé en absoluto, esto eran las consecuencias de enteras noches de preocupación, sobrepensar, estrés, y tal vez un tanto por ciento del embarazo. Pero pensar en eso en este momento no estaba ayudando en nada. 

Lan Xichen oía las arcadas de Jiang Cheng tras aquella puerta, mientras su mano estaba posada en el frío picaporte. No pasaba al baño no porque no pudiera, simplemente no quería presionar a su amado a dar las explicaciones que él ya sabía pero Jiang  Cheng no sabía que... Es cierto, allí estaba la respuesta. Debía hacerle saber que sabía sobre el bebé. Su mano deslizó lentamente el picaporte hacia abajo, sintiendo el particular ruido de la puerta abrirse. Empujó lentamente la puerta hacia adentro, una ventisca de frío recorrió la espalda del Lan, pegando un poco su camiseta blanca en su pálida piel. Pero comenzaba a dudar de que aquella sensación de escalofrío haya llegado desde el exterior. La vívida imagen de su amado sentado sobre sus talones, su antebrazo estaba apoyado en la tapa del retrete, y sus lágrimas caían sobre sus mejillas. Aquella imagen le dolía, especialmente porque sabía que estaba culpándose a sí mismo y teniendo una fuerte tormenta en su interior por aquello que debería ser un proceso de bonitas emociones y alegría. Era un nuevo paso a su hermosa relación. 

Sin siquiera darse vuelta, cerró la puerta tras él. Sólo miró sobre su hombro para poder poner el seguro. Volvió su mirada al de ojos amatistas, con pasos lentos se acercó a este y se arrodilló a su par. —Vete, por favor— con su rasposa voz temblorosa pidió mientras intentaba ocultar su empapado rostro. Xichen no dijo nada más, estaba tan roto por dentro que entendía su petición. Tomó la mejilla alejada de él con su mano para poder girar su cara, aquellos ojos morados se veían opacados por sus abundantes lágrimas que aún brotaban de aquellos cansados orbes. Acarició las mejillas de su amado justo antes de impulsar el cuerpo contrario contra el suyo y fundirlos en un profundo abrazo.

Aquello era todo lo que el Jiang necesitaba en ese momento, estaba seguro de que Lan Xichen era su otra mitad, con tan solo una mirada pudo entender qué es lo que estaba pasando, y aunque no haya pedido explicaciones primero estaba consolándolo. Había quebrado su alma en pequeños pedazos. Ya ni siquiera sabía como sentirse con este tema, incluso un aborto había llegado a su mente en aquellos días, pero así como llegó se fue. Él sí quería aquel niño, lo que no quería era arruinar la reputación de la persona que más amaba por culpa de este. —A-yin. Yo... Lo sé— interrumpió aquel silencio físico, pero la cabeza de Jiang Cheng estaba lejos de estar en silencio. Todas las voces en su cabeza comenzaban a afirmarle que esto era más que peor. ¿Romperían ahora, en frente de un retrete? ¿Lan Xichen lo odiaría por esto? ¿Lan Xichen se alejaría de él? estaba seguro de que aquella era la mejor opción para ambos, pero algo muy dentro de él (tal vez no tan dentro) no quería que eso pasara. —Ya deja de pensar en lo que sea que estés pensando, quiero este hijo. Te amo a ti y todo lo que estamos construyendo. Yo los amaré siempre— aprisionó el cuerpo del contrario contra sí mismo y acaricio su castaño cabello ondulado, mientras este hipaba. 

Se separaron un poco para poder mirarse sus caras, cada uno había encontrado su hogar y su lugar en el contrario. Pero Jiang Cheng había encontrado alivio, paz, y algo por lo que dejar de preocuparse de momento. Sabía que su amado era sincero, y su mirada cargada de amor no le demostraba nada contrario. Una vez más se fundieron en un abrazo pero esta vez Xichen dejó ir sus lágrimas en unas de felicidad, su emoción por tener un hijo como fruto de aquel intenso amor que se tenían era expresada en lagrimas de felicidad. Todo estaba saliendo extrañamente bien. Extrañamente. 

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⏰ Última actualización: Jul 13, 2022 ⏰

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