Cinco.

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𝑲𝒊𝒉𝒚𝒖𝒏.

Sólo existía él.

Sólo él...

Ni siquiera notaba los golpecitos debajo del corazón. Aunque ya estaba en el sexto mes. Creía que mi pequeña estaba a salvo dentro de mí.

Ningún doctor sabía que yo dormía con él en la cama hiperbárica. No se les pasaba por la cabeza. Las enfermeras me dejaban pasar. Aunque al principio también me intentaban convencer.

-Aún eres muy joven. ¿Cómo se te ocurre? ¡Si esto ya no es un hombre, es un reactor nuclear! Van a arder los dos.- Y yo iba como cachorrito tras ellas. Me quedaba horas enteras ante la puerta. Les rogaba, les imploraba. Y entonces ellas decían «¡Que me parta un rayo!» «¡Este se volvió loco de remate!».

Shownu y yo ardíamos juntos desde que nos enamoramos, porque eso era el amor, sentir que te quemas hasta los pulmones y que te explota el corazón.

Por la mañana, antes de las ocho, cuando empezaba la ronda de visita médica, me hacían señas desde detrás de la cortina: «¡Corre!». Yo me iba durante una hora al hotel. De las nueve de la mañana a las nueve de la noche yo tenía pase.

Las piernas se me pusieron azules e hinchadas hasta las rodillas, de tan cansado que me encontraba.

Pero mi alma.

Mi amor era más fuerte que mi cuerpo...

Mientras yo estaba con él... No lo hacían. Pero cuando me iba, lo fotografiaban. Sin ropa alguna. Desnudo. Sólo con una sábana ligera por encima. Yo cambiaba esa sábana cada día, aunque, al llegar la noche, estaba llena de sangre. Lo incorporaba y en las manos se me quedaban pedacitos de piel; se me pegaban. Yo le suplicaba:

-¡Cariño! ¡Ayúdame! ¡Apóyate en el brazo, sobre el codo todo lo que puedas para que alise la cama, por favor!- A estas alturas, cualquier arruga en la sábana era una herida en su piel. Me corté las uñas hasta hacerme sangre para no herirlo.

Ninguna de las enfermeras se decidía a acercase a él, ni tocarlo; si hacía falta algo me llamaban. Y ellos... Ellos en cambio lo fotografiaban. Decían que era para la ciencia.

¡Los hubiera echado a patadas a todos de ahí! ¡Les hubiera gritado y les hubiera pegado! ¿Cómo se atrevían? Era todo mío. Lo que más quería... ¡Si hubiera podido impedirles entrar! ¡Si hubiera podido!...

Salgo de la sala al pasillo. Y me guío por la pared, por el sofá porque no veo nada. Paro a la enfermera de guardia y le digo:

-Se está muriendo.

Y sin más, ella me dice:

-¿Y qué esperabas? Ha recibido mil seiscientos roetgen, cuando la dosis mortal es de cuatrocientos. -A ella también le daba pena, pero de otra manera. En cambio, él era todo mío.

Lo que más quería.

Cuando murieron todos, repararon el hospital. Quitaron el yeso de las paredes, la madera, todo lo tiraron.

Prosigo.

Lo último... Lo recuerdo a fogonazos. A fragmentos... Todo se desvanece.

Un día, estoy sentado a su lado en una silla. Eran las ocho de la mañana:

-Shownu, cariño mío. Voy a descansar un poco, te amo.

A estas alturas, ya nunca desperdiciaba la oportunidad de recordarle que lo amaba.

Él abre y cierra los ojos: me deja ir. En cuanto llego al hotel, a mi habitación, y me acuesto en el suelo- no podía echarme en la cama de tanto que me dolía todo-, llega una auxiliar:

-¡Ve! ¡Corre a verlo! ¡Te llama sin parar!- pero aquella mañana, Tania Tíbenok, la esposa de un bombero, me había rogado: «Vamos juntas al cementerio. Sin ti no soy capaz». Aquella mañana enterraban a Vitia Tíbenok.

Éramos amigos de Vitia. Dos familias amigas. Un día antes de la explosión nos habíamos fotografiado juntos en la residencia. ¡Qué guapos se veían nuestros maridos! Alegres.

El último día de nuestra vida pasada... La época anterior a Chernóbil... ¡Qué felices éramos!

Vuelvo del cementerio, llamo a toda prisa a la enfermera.

-¿Cómo está?

-Ha muerto hará unos quince minutos.

¿Cómo? Si me he pasado toda la noche a su lado. ¡Sólo me ausenté tres horas! Estaba junto a la ventana y gritaba: «¿Por qué? ¿Por qué?». Miraba al cielo y gritaba... Todo el hospital me oía. Tenían miedo de acercase a mí. Pero me recobré como pude y me dije:

«¡Lo veré por última vez! ¡Lo iré a ver!». Bajé rodando las escaleras. Él seguía en la cámara, no se lo habían llevado

Sus últimas palabras fueron:

«¡Kihyun! ¡Kihyun!». «¡Mi Kihyun se acaba de ir, pero seguro ahora mismo vuelve! Mi Ki».

Lo intentó calmar la enfermera. Él suspiró y se quedó callado...

Ya no me separé de él, fuí con el hasta la tumba...

Aunque no lo recuerdo como un ataúd, si no una bolsa de poliectileno.

Aquella bolsa... En la morgue me preguntaron:

-¿Quiere que le enseñemos cómo lo vamos a vestir?

-¡Sí que quiero!

Le pusieron el traje de gala, y le colocaron la visera sobre el pecho. No le pusieron calzado. No encontraron unos zapatos adecuados, porque se le habían hinchado los pies. En lugar de pies, unas bombas. También cortaron el uniforme de gala. No se lo podían poner.

Tenía el cuerpo deshecho. Todo él era una llaga. En el hospital, los últimos dos días... Le levantaba la mano y el hueso se le movía, le bailaba, se le separaba la carne... Le salían por la boca pedacitos de pulmón, de hígado. Se ahogaba. Me envolvía la mano con una venda y la metía a su boca para sacar todo aquello dentro. ¡Era casi imposible soportarlo!

Todo eso... Tan querido... Tan mío.

Ante mis ojos, vestido de gala. Lo metieron en una bolsa y la ataron. Y, ya en esa bolsa lo colocaron dentro del ataúd, envuelto en otra bolsa también. Un celofán transparente, pero grueso como un mantel. Y todo eso lo metieron en un féretro de Zinc.

Vinieron todos, sus padres, los míos. Compraron pañuelos negros en Moscú... Nos recibió la comisión extraordinaria. A todos les decían lo mismo: que no podían entregarnos sus cuerpos, que serían sepultados en un cementerio de Moscú de manera especial. En los féretros de Zinc cubiertos bajo planchas de hormigón.

"Deben firmar unos documentos... Necesitamos su consentimiento."

Y si alguien, indignado, quería llevarse el ataúd a casa, lo convencían de que se trataba de un héroe y ya no pertenecían a su familia.

"Son personalidades y ahora pertenecen al estado".










Hola, les habla Mango. 🤍
¡No me maten por favor! :c
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𝑮𝒓𝒂𝒄𝒊𝒂𝒔 𝒆𝒔𝒑𝒆𝒄𝒊𝒂𝒍𝒆𝒔 𝒂 𝒀𝒐𝒐 𝑪𝒉𝒂𝒏𝒈, 𝒑𝒐𝒓 𝒎𝒐𝒕𝒊𝒗𝒂𝒓𝒎𝒆 𝒂 𝒔𝒆𝒈𝒖𝒊𝒓, 𝒆𝒔𝒕𝒆 𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒆𝒔 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒕𝒊.

¡𝑵𝒐𝒔 𝒗𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒑𝒓𝒐𝒏𝒕𝒐, 사랑해요! ❤︎

-𝑴𝒂𝒏𝒈𝒐𝒕𝒂𝒏𝒈𝒐.🐝

𝑩𝒂𝒋𝒐 𝒍𝒂𝒔 𝒓𝒂𝒊𝒄𝒆𝒔. (𝑺𝒉𝒐𝒘𝒌𝒊)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora