Seis.

123 29 11
                                    

𝑲𝒊𝒉𝒚𝒖𝒏.

Subimos al autobús.

Los parientes y unos militares. Un coronel con una radio. Se oía: «Esperen órdenes. Esperen».
Estuvimos dando vueltas por Moscú, unas dos o tres horas, por la carretera de circunvalación. Luego regresamos a Moscú. Y por la radio «No se puede entrar al cementerio aún, aguarden un poco». Todos callamos, mamá llevaba un pañuelo negro... Yo pierdo el conocimiento.

Me da un ataque de histeria.

-¿Por qué hay que esconder a mi marido? ¿Quién es, un asesino, un criminal? ¿A quién enterramos?

Mamá me dice:

-Calma hijo mío, calma.- Y me acaricia la cabeza, me coge de la mano.

El coronel informa por la radio:

-Solicito permiso para entrar ya. Al esposo le ha dado un ataque.

En el cementerio nos rodearon los soldados. Marchábamos bajo escolta, hasta el ataúd. No dejaron pasar a nadie para despedirse. Sólo la familia... Lo cubrieron de tierra en un instante.

-¡Rápido, más deprisa!- ordenaba un oficial. Ni siquiera pude abrazar el ataúd.

Corriendo nos llevaron a los autobuses. Todo a escondidas. Compraron en un abrir y cerrar de ojos los boletos de vuelta y nos los trajeron. Al día siguiente, en todo momento estuvo con nosotros un hombre vestido de civil, pero con modales de militar; no me dejó salir del hotel siquiera a comprar comida para el viaje. No fuera a ocurrir que habláramos con alguien, sobre todo yo. Como si en aquel momento hubiera podido hablar, ni llorar podía.

La responsable del hotel, cuando nos íbamos, contó todas las toallas, las sábanas, allí mismo las fue metiendo en una bolsa. Seguramente lo quemaron todo... Pagamos nosotros el hotel. Por los catorce días...

El proceso clínico de las enfermedades radiactivas dura catorce días. A los catorce días, el enfermo muere...

Llegué a casa, antes de derrumbarme en la cama, revisé sus cosas, su uniforme, sus camisas, sus libros, una guitarra vieja.

En un montón de papeles, un sobre blanco con un sello sobresalía, tenía mi nombre escrito, es cierto, nuestro aniversario estaba próximo.

Lo tomé, lo abrí y leí.

"Kihyun.

¡Feliz aniversario!

Las palabras no me bastan para decirte cuánto te amo.

Aquel día, cuando el ambiente olía a café quemado y lluvia, te encontré, tan pequeño, tan frágil, desde entonces supe que quería pasar mi vida contigo.

Aquel día, cuando te pedí que te casaras conmigo, que te tumbaste el vino encima por la sorpresa, me dí cuenta de lo irónico y maravilloso de la vida.

Aquella vez, cuando me diste la mejor noticia que pude recibir, ¡Estamos embarazados! No puedo esperar a conocer a nuestro hijo, sólo espero que sea tan hermoso como su padre.

Eres todo lo que necesito para mí vida, eres mi alma gemela, mi motor, mi energía, la razón por la que sigo vivito y coleando, mi corazón late por tí.

Podría pasar mi vida entera diciéndote todo lo que siento, pero moriría primero, así que hice una pequeña lista de las razones por las que te amo.

Amo cuando cantas.
Amo tu forma de mirarme.
Amo cuando me cuentas las cosas con tanta emoción.
Amo que me hayas elegido.
Amo tu manera de andar por la casa con mis camisas.
Amo tus ojos achinados cuando escupes los pulmones de tanta risa.
Amo cuando cocinas mis comidas preferidas.
Amo tu sencillez.
Amo tu calidez y tu misterio.
Amo tu esencia.

Pero sobre todo, amo que me ames.

No podría separarme de tí nunca, tú me haces bien, me hiciste crecer, convertirme en mejor persona.

Dicen que, el amor es un salto al vacío.

Te quiero dar las gracias por darme el valor de caer redondo.

Contigo todo revive, crece y canta.

Te amo, Ki, con todas las partes de mi cuerpo, con mi alma, que ahora es tuya, al igual que todo yo, hasta el día que muera, incluso después de eso, te perteneceré.

Siempre tuyo.

Hyunwoo."

Me derrumbé, literalmente.

Dormí más de tres días enteros.

Nadie pudo despertarme, incluso vino una ambulancia.

-No- dijo el médico-, no ha fallecido. Despertará. Es una especie de sueño terrible.

Tenía veintitrés años...

Recuerdo un sueño. Viene a verme mi difunta abuela, con la misma ropa con la que la enterramos. Y adorna un abeto.

«Abuela, ¿Cómo es que tenemos un abeto?»

«Así debe ser. Pronto tu Hyunwoo vendrá a verme. Y cómo ha crecido el bosque.»

Recuerdo... Recuerdo otro sueño: Llega Shownu vestido de blanco y llama a Natasha, a nuestra hija, la niña que aún no había dado a luz. Ya es mayor y yo me asombro: ¿Cómo ha crecido tan rápidamente? El la lanza por el aire hacia el techo y los dos ríen. Yo los miro y pienso:

Qué sencillo es ser feliz... Tan sencillo.

Luego tuve otro sueño. Paseamos los dos por el agua. Andamos mucho, mucho rato... Seguramente me pedía que no llorara. Me mandaba señales. De allá arriba.

Aprendí a vivir por Shownu, pero nunca supe qué hacer si no estaba él.

𝑩𝒂𝒋𝒐 𝒍𝒂𝒔 𝒓𝒂𝒊𝒄𝒆𝒔. (𝑺𝒉𝒐𝒘𝒌𝒊)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora