Siete.

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𝑲𝒊𝒉𝒚𝒖𝒏.

En Kíev me dieron un piso. En un edificio grande, donde vivimos todos los que tienen que ver con la central nuclear.

Todos somos conocidos. Es un piso grande, de dos habitaciones, con el que Shownu y yo siempre habíamos soñado.

¡Pero yo allí me volvía loco! En cada rincón, mirara donde mirase, allí estaba él. Sus ojos.

Me puse a arreglar la casa.
A hacer lo que fuera para no estar quieto, lo que fuera para no pensar.

Así me pasé dos años.

Un día tuve un sueño.
Vamos los dos juntos, pero él va descalzo. «Cielo, ¿Por qué siempre vas descalzo?» «No tengo nada, Ki. Nada.»

Fuí a la iglesia y el padre me aconsejó:

-Hay que comprar unas zapatillas y colocarlas en el féretro del difunto. Y anotar que son para él.

Así lo hice. Llegué a Moscú y me dirigí de inmediato a una iglesia. En Moscú estoy más cerca de él. Allí descansa, en el cementerio Mitinski. Le expliqué a un clérigo lo que me pasaba, que había de hacerle llegar unas zapatillas a mi marido, y el me pregunta:

-¿Y tú sabes, hijo mío, cómo conviene hacerlo?

Me lo explica... Justo en ese momento traen a un anciano para rezarle un responso. Y yo me acerco al ataúd, levanto el velo y coloco allí las zapatillas.

-La nota... ¿La has escrito?

-Sí, la he escrito, pero no digo nada de en qué cementerio está enterrado

-Allí están todos juntos. Ya lo encontrarán.

No tenía ganas de vivir.

Por la noche, me quedaba junto a la ventana y miraba al cielo:
«Shownu, ¿Qué he de hacer? No quiero vivir sin tí». Durante el día, paso junto al jardín infantil y me quedo ahí parado. Me pasaría la vida entera mirando a los niños... ¡Me estaba volviendo loco! Y por las noches le pedía «Shownu, no creo poder tener hijos jamás. Me da miedo estar solo. No aguantaré. ¡Shownu, madre mía, regresa!»

Todas las noches.

«Shownu, no necesito a un hombre, no necesito a nadie, no hay mejor que tú».

Tenía 25 años.

𝑩𝒂𝒋𝒐 𝒍𝒂𝒔 𝒓𝒂𝒊𝒄𝒆𝒔. (𝑺𝒉𝒐𝒘𝒌𝒊)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora