Capítulo 2

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Si

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Si. Es una mala idea. Creo que no puedo hablar mucho de decisiones, si las mías no son muy maduras que digamos. Pero hoy es hoy, mañana es mañana, y necesito tomar riesgos alguna vez, no es como si en este orfanato fuera muy común tomar riesgos.

Lo más emocionante es cuándo somos guías de los pequeños cuando salimos a la ciudad, y cuando es la hora libre que es cuando Anessa y yo escapamos a nuestro fuerte. Si, un fuerte que construimos en un pasillo no ocupado del orfanato, en ese pasillo hay una puerta camuflada y hemos creado nuestro lugar.

Aprieto mis manos cuando de nuevo vuelvo a ella, no puedo sacarla de mi cabeza, aún cuando estoy siendo cómplice en qué su gran amiguito quede todo rojo como Hellboy.

- Deja de pensar en las consecuencias por una vez en tu vida, hobbit - me habla Jona.

Ruedo los ojos y me cruzo de brazos viendo por el pasillo vigilando que nadie nos vea estando en la habitación de ese chico.

Los gemelos están en el cuarto de baño tomando los envases de shampoo y agregando un polvo que al entrar en contacto con su cabello, lo teñirá.

Pronto tendremos a un Jack Frost combinación Hellboy caminando por el orfanato, no puedo evitar reírme y los gemelos me miran con una sonrisa llena de malicia.

- ¿Nos vamos ya? - les pregunto nervioso de que alguien nos encuentre.

Ellos niegan y aprieto mis labios impaciente.

Dan camina hacía la cama de Kevin y bajo su almohada coloca polvo pica pica, mientras que le hace señas a Jona y le lanza un pote pequeño de color rojo, alcanzo a leer "Tintura temporal" abro mis ojos sorprendido cuando llena la regadera de ese tinte, en todos los orificios, tendiendo así una trampa cuando se vaya a bañar.

- Ehm... chicos- los miro y vuelvo a mirar el pasillo- Creo que es suficiente, vámonos.

- Deja el miedo- hablan al unisono.

Me hacen temblar cuando hablan al mismo tiempo, es escalofriante.

- ¿De dónde sacaron todas esas cosas? - indago cuando los veo recojer lo que usaron en un bolso.

- Tienda de bromas en la ciudad, todos los fin de semana usamos el dinero que la madre Cecilia nos da para comprar especias para la cocina- hundo mis cejas confundido.

- ¡¿Le roban a la madre Cece?!- susurro fuerte casi llegando a subir mucho la voz.

- ¡No! - susurran fuerte- Compramos menos especias y el cambio nos sirve para algunas cosillas, nada más.

Niego con la cabeza incrédulo, estos demonios.

- Da igual, vámonos- ellos caminan hacía mí pero una voz hace que los detenga antes de salir de la habitación los tres.

- ¡Anessa y Kevin! ¿Dónde se supone que estaban?- la madre Lina hace que resuene su voz por todo el orfanato.

Mi corazón se salta un latido al escuchar ese nombre, y se acelera al sentir la rabia llegando a mi sistema nervioso cuando el nombre de él sigue el de ella.

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