Respuesta

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-Entonces... ¿Que más tenemos que esperar? -Preguntó Albi.
-Esto es extraño...
Albi y yo estábamos sentados en la cama mirando hacia la casa de Dante desde su ventana.
-¿Viven solos?
-Eso creo. Nunca eh mirado que alguien que se vea como sus "padres" estén por la casa - dije.
-Sólo el y su hermana. Y por eso el leproso de Dante se cree intocable.
-Tiene que haber otra cosa que haga que Dante se crea así. Y la cual sus padres no estén con ellos - me levante por que sentía que se venía un calambre -. ¿Tienes hambre?
-Haz los emparedados. Sabemos que te quedan más ricos que los de Mery.
-La clave está en no embarrarlo de mayonesa, ya te lo dije.
-Creo que Mery nos quiere matar...
-Es nuestra mamá Albi - dije bajando la voz
-Lo será para ti...
-Y nunca lo dejará de ser.
Caminé a la cocina y miro que un hombre que nunca había mirado en mi vida salía por la puerta. Mientras Mery cerraba con mucha fuerza.
-¡Idiota! - fue lo último que grito antes de cerrar.
Estaba muy confundido.
-¿Quién...? - "No me incumbe" pensé -. ¿Aún tenemos pan?
-No. ¿Quieres ir por el?
Asentí y Mery sacó de su bolso el dinero y me lo entregó.
Entonces salí. Mire la casa de Mayleth por unos segundos y seguí. Pasé por el viejo parque donde solía pasar el mayor tiempo con ella. Los columpios que estaban solos y hacia que me imaginará como me sentaba con Mayleth.
Como caminaba lento llegó la melancolía.
Y cuando la melancolía llega, en sí, no sabes ni como quitártela. Y ni siquiera te das cuenta de cuando entraste. Sólo... Te queda vivirla. Y pensar en todo lo que pudo haber pasado de haber hecho las cosas distintas.
"Debí luchar... Debí luchar por ella" pensaba.
Mire los columpios en los que alguna vez estuvimos sentados.
Aún recordaba las palabras que May dejó que salieran de sus labios: "Estaremos siempre juntos. Lo prometo". Me preguntaba donde quedó esa promesa desde que Dante apareció.
Ahora entiendo por que el nombre de Dante. Es un demonio. Salido del infierno sólo para hacer mi vida más miserable; y arrebatar lo único que le importaba.

La señora mayor de la panadería me conocía desde que era un pequeño. Siempre me ha tratado bien y solía regalarnos pan a mi y a Albi.
-Hola André - dijo con mucha emoción
-Hola... - respondí sin mucho ánimo.
-¿Dónde está Mayleth?
-Ella... Está en su casa, quiero creer...
-Ya no los he mirado juntos, ¿Se pelearon?
Sentí más melancolía.
-Me das mi pan... Por favor - dije un poco grosero.
-Entiendo... - tomó las bolsas de pan.
Estaba anocheciendo. Y amaba esta hora del día por que a esa hora solía salir con May cada día.
Cuando salí de la panadería y día la vuelta para tomar el camino a casa cuando de repente, choque con May.
Ambos nos miramos y no supimos que decir.
Mayleth agachó su mirada. Y movió su cabello de la frente por el pequeño golpe que recibió.
Quería abrazarla. No me importaba sí el pan caí, yo quería sentir en mis brazos el cuerpo de Mayleth.
Extrañaba tanto sentir sus dedos recorrer por mi espalda. Y la sensación de que mi piel se eriza cada vez que ponía su cabeza en mi pecho.
Balbuceó un poco y al final decidí hacerme un lado.
Volví a tomar camino cuando Mayleth me detuvo tomándome del brazo.
-No te vayas... -susurró.
-¿De dónde? - no voltee a verla.
-No te alejes de mi...
-Yo nunca me aleje de ti... Tú fuiste la que se alejó de mí.
May no respondió. No sabía ni siquiera que contestar porque sabía que era verdad.
Retiré el brazo y me fui en silencio.
-¡André! - gritó - André... -Dijo quebrando su voz a punto de romper en llanto - ¡No vayas a casa!
Ya iba llorando. Bien pude haber solucionado las cosas. Pero además de que mi orgullo fue más alto, se que las cosas no estarán bien hasta que Dante no esté lejos nosotros.
Caminé de prisa y no me percaté de que alguien me venía siguiendo.
Iba demasiado frustrado. Cuando llegue al patio de casa alguien me tiro al suelo. El pan cayó varios metros y el tipo trataba de quitarme el dinero.
Como estaba tan frustrado... no lo pensé dos veces. Lance un golpe con la mano derecha y termine por darle en el ojo. Lance otros más deprisa. Pero no funciono mucho. El tipo me golpeó más fuerte. Levanté la rodilla y lo golpeé en la parte baja de mi agresor. Se quejó y se hizo a un lado para recuperarse. Me levanté de prisa y grité lo más alto que pude por Albi. Sabía que era el único que podía ayudarme.
Caí de nuevo. Ahora el agresor tenía la ventaja. Como ya me sentí débil, no me resistí como lo hice anteriormente.
-¿Ya no eres tan rudo? - gritaba sujetando mis muñecas.
Sólo pensaba que era el fin.
-Un mensaje de un amiguito tuyo. Sigue espiando - el agresor saco una navaja y la puso sobre mi cachete.
Pensé en todo lo que quería decir: decirle a May que la amo. Perdonar a mamá y decirle lo mucho que la amo. Decirle a Albi que fue el mejor hermano para el.
Todo estaba perdido.
Cerré los ojos y espere el final.
De repente, sentí que ya no tenía el peso del agresor. Cuando abrí los ojos, Albi ya estaba golpeando al agresor y lo tenía en el suelo. Lo golpeaba demasiado fuerte. Y gritaba de una manera que jamás había escuchado.
Tardé en procesar que los golpes que Albi estaba dando podían matarlo. Entonces corrí y lo sujete del brazo:
-¡Ya está!, ¡Ya está! - decía mientras jaloneaba el brazo -. ¡Lo vas a matar!
Albi se detuvo. Y se hizo hacia atrás. Tomó aire. Estaba demasiado agitado.
El agresor estaba en el suelo, no se movía.
Corrí a tomar el pulso... No tuve respuesta.
-Albi... Está muerto - dije con miedo.
-Tiene que estar inconsciente.
Ahora ambos no sabíamos que hacer. Un tipo frente a nosotros posiblemente muerto. Y los culpables fuimos nosotros.
-¿Trato de quitarte el dinero? - preguntó agitado.
-No venía por el dinero... - Albi volteó a verme -. Era un "mensaje de un amiguito"
Albi se incorporó y puso sus manos sobre su cabeza.
-May me lo advirtió.
-¿May lo sabía...?
-Trato de detenerme en la panadería.
-Okay... Es bastante claro quién fue... - seguía mirando el cuerpo tendido en el pasto -. Descuida, no está muerto.
-¿Como lo sabes?
-No es la primera vez que doy una paliza enojado.
-¿Donde lo dejamos?
Albi se quedó serio pensando:
-Ayúdame con las piernas.
Ambos cargamos al tipo hasta el callejón donde dejan toda la basura y lo tiramos ahí.
-En una hora recobra la conciencia.
Volvimos a casa y nos encerramos en la habitación.
-Joder - dijo Albi -. Tú ojo está hinchado.
Albi corrió a la cocina y trajo un cubo de hielo envuelto en un trapo.
-Toma.
Puso el hielo sobre el ojo para que lo hinchado bajara.
-¿Está morado?
-Como una uva.
Sonreí sin ganas.
-Okay... Te mando a golpear, ahora va la nuestra.
-Dejémonos de cosas...
-¿Estas loco?
-Albi, puede ser peor. Mañana podrías ser tú, mamá.
-No. No. No. Al carajo. Esto lo llevó lejos - Albi subió el tono de voz y miro por la ventana la casa de Dante -. Mañana empieza la nuestra.
Con la luz de la luna se miraba el rostro de Albi más maquiavélico.
-Le di un golpe...
-Eso estuvo bien. Pero tengo que enseñarte unas cosas.
Asentí.

Ambos fuimos a dormir. Empecé a llorar en eso de las doce de la noche. Por que además de que pensaba que pude morir. Lloraba porque perdí por completo a May. Ya no era mía.
Albi se incorporó y me abrazo. . Me abrazo hasta que deje de llorar y quedé dormido. Dormido en una almohada de melancolía y una cobija de lágrimas.

Pequeña ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora