Julieta Madrigal

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Los tres pequeños niños que acababan de cumplir sus cinco años de edad se encontraban atónitos ante aquel extraño suceso, su madre, quien los había llamado, tenía la misma expresión de asombro.

Tres puertas las cuales brillaban habían aparecido frente a ellos, junto a la puerta de su madre, las perillas contenían un diseño hecho de oro, en el cual estaba la inicial de cada uno de los trillizos.

Una puerta con una pequeña "P" marcada en su perilla se encontraba del lado izquierdo de la puerta de su madre mientras que en la derecha había una puerta con una "J" en su perilla, junto a esta había otra puerta igual, pero esta contenía una "B".

En la puerta de la mayor del hogar había una "A", pues la habitación era de Alma, quien supuso que cada puerta pertenecía a cada uno de sus hijos.

Pepa, fue quien se acercó a abrir su puerta en primer lugar. Al hacerlo el cielo nublado desapareció abruptamente dandole espacio al sol para brillar con fuerza y así creando una imagen de una Pepa adulta, con su nombre y varios diseños grabados en aquella puerta.

Había sido la primer Madrigal en recibir un don.

Al entrar a aquella habitación, la cual era más grande que toda la casa, vieron como poco a poco se iba formando un suelo hecho de cuarzo, donde hasta cierto punto comenzó a desvanecerse y dejando únicamente unas escaleras flotantes en forma circular, con diseños de las fases de la luna grabadas sobre estos comenzaron a aparecer llegando hasta un gran pilar en el cual había un gran diseño de un sol brillante grabado en la superficie, donde se encontraba una cama hecha de nubes y varios muebles cristalinos que parecían estar hechos de agua.

Sobre este lugar había un arcoíris y las paredes parecían no tener un final, ya que los tonos cambiaban a como se veía el cielo.

La pequeña pelirroja brincaba y recorría cada parte de esa gran habitación, la cual ahora era suya.

Casita hizo varios movimientos que llamaron la atención de Alma, quien entendió lo que casita le dijo.

- Un don —una sonrisa se formó en su rostro.

- ¿Un don? —preguntó la pequeña pelirroja.

- ¡Un don! Tienes un don mágico mi pequeña! —sonreía mientras cargaba a Pepa con emoción y cariño.

- ¿¡Magia!?

- ¡¡Sí, magia!!

La emoción en Pepa aumentó aún más, corriendo de alegría y viendo así el sol brillar con gran fuerza en todo el encanto, dejando a la gente con algo de insetidumbre y curiosidad, pues una hora antes el cielo estaba completamente nublado.

- ¡¡Yo también quiero magia!! —el único niño Madrigal de la casa corrió hasta encontrar la que sería su puerta, preparándose para abrirla en cuanto sus hermanas y madre lo alcanzaran.

Sus hermanas fueron tras el y su madre trato de seguirle es el paso, una vez estuvieron junto a él, Bruno abrió su puerta viendo como los mismos destellos que salieron de la de su hermana salían de esta.

Mientras aún sostenía la perilla con su mano fue sacudido al notar que la puerta realizó un movimiento brusco ahora estaba en un pequeño pasillo que subía por unas escaleras en las cuales apareció algo de arena.

What about you? | Julieta MadrigalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora