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—Por favor, preséntate.— me pidió el profesor una vez que mis compañeros guardaron silencio.

Solté un suspiro y mire al frente con una sonrisa.

—Hola, mi nombre (a)_____ ______, tengo 17 años, supongo que al igual que todos, y... estoy aquí porque a mi padre lo transfirieron de su trabajo y bueno, no hubo mucho que hacer en mi antigua escuela y tuve que venir aquí. Espero que nos llevemos bien.— dije dedicando una reverencia.

—Bien, espero que no le dejen una mala impresión a su compañera.

—Dígale eso a Iruma.— dijo un chico de atrás con burla, llamando así mi atención.

—Métete en tus asuntos, idiota.— dijo alguien del lado opuesto, por lo que mi vista giró rápido.

—Chicos,— llamó el profesor, haciendome voltear al frente nuevamente —eso ya comienza a ser una mala impresión, así que les pido que se comporten. Traten a su compañera con respeto y auxilienla en lo que puedan. Comencemos, vamos a la página 37.— dijo volteando al pizarrón y comenzando a anotar algo.

Me fue inevitable voltear sobre mi hombro, nuevamente, para ver al que suponía, era Iruma. En algun momento cruzó miradas conmigo, y soltando una risa nerviosa, regresé mi vista a mi libro, lista para prestar atención a la clase.

De repente seguía volteando, por una razón que no comprendía, y durante matemáticas logré apreciar una expresión muy peculiar en su rostro. No estaba entendiendo, o por lo menos así parecía. Borraba, reescribia, volvía a borrar; me causó mucha risa, y pensé que tal vez más tarde, ese podría ser nuestro tema de conversación.

Llegada la hora del almuerzo, todo mundo salió corriendo. Quizá la tienda se llenaba muy pronto o algo, pero era una suerte que yo llevara bento.

Volteé, esperando verlo en su lugar, pero no estaba.

Solté un suspiro y comencé a comer. Repasaba el ejercicio que habíamos visto en clase, cuando un Sando de Frutas se puso encima de mi libreta.

—Nadie le dice que no a esto.— dijo sentándose en la silla de en frente. Era el, el chico Iruma.

—No tenias porqué molestarte. Traigo mi almuerzo, pero muchas gracias. Iruma-kun, ¿cierto?— él soltó una risa.

—Llámame Jyuto, ¿esta bien, ______?— asentí con una sonrisa.

—Eh... ¿puedo ofrecerte algo de mi almuerzo?— pregunté un poco apenada.

—Claro, me gusta el tamagoyaki.— y abrió la boca. Solté una risa —¿Qué? ¿No dijiste que me ofrecerías algo?— asentí y tomé un trozo de tamagoyaki, llevándolo hasta su boca. —Delicioso.

—Pues... gracias. Hum... pude... ver hace un rato que... batallabas con lo que estábamos viendo en clase y...— rió antes de que yo terminara de hablar.

—Justamente esa era mi intención. Quería pedirte... ayuda para estudiar. Veo que, tu casi no batallas.

—Es... algo que se me da natural.

—¿Entonces es un si?— fingí pensarlo un momento, tomé un tamagoyaki más y lo acerqué a su boca. Sin dudarlo un poco, la abrió y se acercó, pero me lo comí yo, soltando una risa.

—Si, te ayudaré.

Él me dedicó una sonrisa y abrió su parte del sándwich, para proceder a comer, también.

Hablamos sobre varias cosas mientras comíamos, como la escuela donde iba antes y cosas así. Estuve a punto de preguntar sobre él, pero el timbre sonó de nuevo.

Sargento Iruma | One Shots +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora