Capítulo VII

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—¡Dime la verdad!—exigió.
—Eres del nivel 1 ¿cierto? Deberías saberlo...yo fui la última en enterarme —susurré antes de apagarla.
Le di una ojeada al botón de silencio en mi arma y me dirigí pasando sobre las cosas tiradas en el suelo. Eran muebles, electrodomésticos y demás artefactos.

Conseguí llegar a las escaleras.
Subí algunos pisos, la adrenalina recorría mis venas, y las manos me temblaban. Me asustaba la idea de estar sola, me sentía más expuesta a ser devorada.
Me detuve por reflejo. Estaba segura que había oído un ruido proveniente de abajo.

Vi hacia abajo, a las escaleras por las que había pasado. Y allí estaba uno de ellos, enseguida identifique su ropa en trizas y sangre.
Pero todavia no me había descubierto.
Apuré mis pasos, sin embargo, mi nerviosismo me delató pues tropeze con un escalón y caí de bruces, haciendo un gran ruido que no pasó desapercibido por mi hambriento amigo.
La criatura emitió un gruñido nada humano y empezó a subir los escalones con fiereza, cada dos o tres. No era el único, tras el se aglomeraron una infinidad de compañeros que vinieron al ataque.

Corrí con todas mis fuerzas sin darme un segundo para voltear.
Las escaleras continuaban hacia arriba, pero la distancia entre el primer zombi y yo había disminuido, por lo que di una fuerte patada a una puerta que se me atravesó en el camino y atravesé el umbral de prisa, para luego voltear y cerrarla.

Fue un relajó momentáneo. El marco de la puerta parecía ceder un poco más cada segundo.

Retrocedí observando el lugar donde me encontraba. Era una habitación milagrosamente limpia, con las paredes en un tono rosa claro y los muebles en perfecto estado.
Observe con detenimiento las fotografías sobre la mesa, en la mayoría una niña de escasos seis años posaba junto a un perro, otros niños, una pareja. Y sobre la pequeña cama había un nombre grabado en letras doradas: "Leyla"

"Estará a salvo en Xenox" -pensé interiormente.
Sin embargo, volví mi cabeza a una de las fotografías, ¿acaso Leyla estaba en un parque de juegos?
Atrape la foto en mis manos y observé con cuidado.
Era cierto, ella posaba al lado de otra niña mucho mayor sobre un coche pequeño de carreras.

Busqué entre las cosas algún otro indicio del lugar, hasta toparme con un álbum, en un cajón de la mesita.
Les eché un vistazo furtivo hasta llegar a las que se parecían a la del cuadro. Allí, Leyla jugaba en una piscina, luego en una piscina de coches.
Y bajo las fotos decia: ".... de ...... del ........." "Leyla en B&O.
Lo sabía. Ese era el parque, el problema era que no estaba la maldita dirección. Y si lo estuviera, no podía guiarme.
Ahora solo tenia unas fotografías del lugar que buscaba, nada más.
Quizás debería ir preguntándole a los zombies donde queda.

Cogi la foto donde la niña salía al lado del la puerta principal de aquel parque y lo guarde en mi bolsillo. Acto seguido, me escabulli en otra puerta adyacente a la infantil habitación en la que me encontraba. Esta, a diferencia de la anterior estaba en completo desorden.
Y la niña estaba ahí. Un vestido rosa hasta las rodillas, una cabellera rubia, y sangre que la cubría, y con ella, al suelo de loza.
Estaba de frente...¿Con un oyó en su cabeza?
Retrocedí, por mucho que lo negué en un inicio, la idea de bandidos me convenció.

Era claro que todas las personas no habíamos ido a Xenox, de hecho, Xenox solo estuvo para los que llegaron primero, para los afortunados que consiguieron un ticket ya sea a las buenas o a las malas. Ignoraba como lo había echo Bill en mi caso, quizás sus contactos me habían salvado la vida.

¿Y la gente restante? Los infectados eran feroces, su agilidad era mucho mayor que la nuestra, y su sed de sangre solía ser mayor a nuestro intento de sobrevivir en un mundo vacío, sin esperanza. Pero estoy segura que hubo aquellos que lo intentaron, y consiguieron salirse con la suya.

Bandidos.

Gracias al nulo ruido que hice, dejé de oír los alaridos. De pronto me encontré perdida, no sabía que hacer y que no.
La cura, Jane, bandidos, científicos...

Encendí la radio con el mínimo volumen esperado oír de nuevo a Talia.
—¿Sigues ahí?-susurre.
—Ojalá no pudiera oírte, idiota—respondió agitada.
—No miento. Hay una cura.
—Lo sé, acaba de confirmarla el bombón.
—¿Bombón? No importa...dime donde estas y...
—Negado recluta—intervino Meréz—Se le prohíbe a acercarse a la recluta Talia.
—Es usted un maldito, ¡espero que se pudra!—escupió ella.
—Se le ordena buscar a sus compañeros y continuar con la misión, ¿me oye Alex?

Si algo sabia era que tenia que ir a ese parque de juegos, y necesitaba a alguien que conociera la ciudad. Jessica.
Pero...¿y Talia?
No la conocía, pero era desgarrador oirla morir a través de la radio.
—¿Alex?
—El saber que hay una cura y no hacer nada por Talia lo hace ver como un completo incompetente—escupi con rabia—y no voy a seguir las órdenes de un incompetente.
—Deje el berrinche, no tenemos indicios de que la cura funcione siquiera. Y a Talia no le queda más tiempo.

Aquello último era cierto. El tiempo estimado después de una mordida solía ser, a lo mucho como media hora.
Y ni siquiera había encontrado el maldito parque de juegos.

Apagué la radio.

El código de los muertos [Saga HALOTT] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora