4. Esa era yo.

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🍭 W E N D Y 🍭

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🍭 W E N D Y 🍭

Escribir.

Es cierto que tuve un diario, pero mi escritura no empezó ahí.

Recuerdo mi primer escrito, fue un cuento de navidad para la clase de lenguaje en quinto. En ese entonces, felicitar a los niños por cualquier logro creativo era algo típico en la escuela primaria y la profesora Arminda no fue la excepción a la regla. Aunque quiero creer que sus palabras de aliento eran reales. Pensaba que ella creyó en mí, cuando nadie nunca lo hizo y por eso me regaló esos dos libros que hasta ahora guardo con recelo: «Harry Potter y la piedra filosofal» y «La fábrica de chocolates».

Con eso, ella se encargó de abrirme un mundo nuevo donde podía vivir mis fantasías a través de las historias que devoraba. Los libros fueron mis amigos, compañeros con los que podía contar para huir de la realidad, una muy dura y cruel para alguien inadaptada como yo.

Rara vez escribía, pero aún guardo las cartas que me hacía a mi yo del futuro: historias, donde yo tenía una vida distinta, una mucho mejor, una vida feliz. ¿Acaso era tan diferente a los demás? ¿Era mi voz? ¿Mi cuerpo? ¿Mi color? ¿Mi falta de atributos o carisma? No lograba entender cómo otros niños a mi edad vivían aventuras y salvaban mundos, mientras que mis peleas diarias eran con el espejo y las burlas que recibía al pasar.

Por eso, acostumbraba encerrarme y huía de lo potencialmente doloroso, evitando relaciones y conversaciones que quizás hubieran hecho una diferencia. ¿Era cobarde? Sí, pero era mi forma de luchar. 

Todo cambió cuando mi familia decidió mudarse. Una casa más chica, pero mejor ambiente. Barrio nuevo, escuela nueva y... alguien nuevo. Una amiga. Mi primera amiga. Yoli dice que decidió adoptarme desde el primer momento en que me vio. Le parecí adorable, yo no le creo, no lo era.

Al principio, la evité. Pero ella no desistía, buscaba modos de acercarse y una vez, me atrapó escribiendo en un columpio del parque donde me solía esconder. Leyó un poema que escribí para un niñito que me gustaba, mejor dicho, me lo arrebató de las manos y con una sonrisa, me dijo que era increíble.

Me hizo sentir que tenía «talento». Qué curioso, el poder de las palabras.

Me fue mal, obviamente. Y ella fue la primera en defenderme, le partió la nariz al horrible niño luego de que este rompiera mi carta frente al curso.

Desde siempre, el amor nunca fue para mí. Pero crear escenarios ficticios en mi cabeza, sí lo era. Y lo fui descubriendo a través de los fanfics que escribía en secreto. La única que sabía de eso, fue Yoli. Ella me daba ideas, experiencias de sus relaciones relámpago que yo solía usar para crear historias románticas y fantásticas, irreales, pero que lograban curar mi corazón, haciéndome la idea de que algún día... tendría algo igual.

Gracias a ella, empecé a tener un poco de confianza en mí misma. Fue mi primera lectora. Y la que me llevó a conocer Wattbooks. Una plataforma de escritura donde miles de personas subían sus escritos y tenían la oportunidad de ser leídos.

Corazones incompatibles | ONC2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora