Senti que bajaban las escaleras y de pronto empezó a sentirse algo tranquilo todo.
No entendía que pasaba... Pero luego de la calma, todo se empezó a poner loco. Empezó a saltar, moverse de un lado a otro y a dar giros.
Esto hizo que quedará debajo de sus dedos delanteros.
Adam: ¿Que pasa?
Belén estaba estirando para hacer ejercicio. Siempre lo hace, así que iba de un lado a otro. Caminaba tantito y luego estiraba sus pies. Esto hacia que Adam quedará aplastado por unos instantes. Sin mencionar el calor de afuera, dentro del zapato, se sentía todavía peor.
Belén: Uno... Dos... Unos... Dos... Esto es cansado... No debería hacer esto con tanto calor... Pero esta figura no se va a mantener así...
Adam: Espera...! Soy yo! Tu hermano!
Era imposible que Belén se diera cuenta de ello. El tamaño de su hermano era de casi 2 cm, aunque diría que era de 1 cm. Belén estiraba, saltaba y se sentaba. Su hermano quedó aprisionado por sus dedos y el olor encerrado dentro del zapato.
Adam: creo que ya... Fue todo...
Belén: Ok, ya estire, hora de hacer el ejercicio.
Belén subió a una caminadora que tenían y empezó su trote.
Adam: Está... Caminando... Pero se escucha algo...
Belén: Vamos... Tu puedes...
Belén empezó a aumentar la velocidad. Primero camino y de poco a poco aumento el paso, hasta llegar a correr. Su hermano no la estaba pasando tan bien.
Adam: Espera! Belén, estoy aquí. Soy tu hermano.
Adam golpeó los dedos de Belén, pero era inútil. Su tamaño no le ayudaba.
Belén: Vamos!... Yo puedo!.
Belén: Vamos, nuevo récord. 20 minutos. Hora de los saltos.
Belén empezó a saltar y aplastaba a su hermano con su pie. Todo su cuerpo era aplastado por momentos. Luego otro salto y así se repitió.
Luego, Belén empezó a estirar las piernas. Al cabo de un rato. Belén termino rendida. Subió a su habitación y se sentó en la cama.
Belén: Esto... Fue una locura... Mucho calor... Mis pies me matan... No debí hacer ejercicio después de la caminata de la escuela... Wa...
Belén se quitó sus tenis.
Belén: Wow, en verdad huele aquí a mis pies.
Belén olió un poco de sus zapatos.
Belén: Si, una locura. Que horror. Y eso que son mis pies.
Adam: Creo... Que ya terminó...
De pronto, volvió a temblar.
Irene: Hola Belén.
Belén: Hola.
Irene: Te ves cansada.
Belén: Si, estuve haciendo ejercicio.
Irene. Vaya que si, estás sudada.
Belén: Cállate, nos pasa a todas... Lo comprenderás si lo haces.
Irene: Quería ver si me acompañabas a sacar copias pero estás cansada...
Belén: No, voy contigo. Espera...
Adam: Ahora que?
Paso un rato, y ví como el pie descalzo de Belén entraba en el zapato.
Corrí lo más que pude, y llegué a la orilla, pero se veía que sería imposible. Entonces corrí para quedar entre el dedo gordo de su pie.
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Una Pequeña Aventura
Historical FictionEncogerse en las historias suena fácil, pero no lo es. Todo sale en mi propia casa y algunas chicas con las que no contaba...