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—¡Por fin! —Dijo algo exhausta Jenniffer.

—¿Por fin qué? ¿Por fin ves al hombre más guapo de New York?

—No presumido, pero de todas formas me alegro de verte pesado.

—Tú siempre tan cariñosa con tus alagos “aiii” mi niñita.

Se escucharon risas de los dos resonando en el despacho.
Jenniffer no dejaba a nadie sin uno de sus “cariñosos apodos”, en parte la ayudaban a recordar a las personas.

—Tú dirás, y te recalco que no tengo tiempo, mañana en la noche tengo un vuelo.

—Y... ¿A dónde vas, te acompaño?

—Uno, no es de tu incumbencia, dos, gracias pero no y tres, ¡Habla!

—Vale vale tampoco te enojes, encanto.

|Jenniffer: «Dios perdóname, tengo unas ganas de ordenar a alguien que le parta la mandíbula a este pesado.»

—Entonces...

—¿Te acuerdas del sobrino de mi tío, Alexander?

—...

—Pues bien, él se fue no solo de la lengua. Contó absolutamente todo sobre nuestros tratos, ciertas entradas y salidas de dinero, los locales...

—¡¿Cómo?!

—Lo que escuchas encanto, pero lo curioso es que a ti, según lo que sé, no te mencionó.

|Jenniffer: «Esto sí que es extraño, que el maldito distraído de Alexander, osea el lagarto, apodo dado por mi, no me haya mencionado, con lo que es tan, pero tan... Lengua larga, de ahí lagarto.»

|Steven: «¿En qué estará pensando este diablillo en forma de mujer?»

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—Repito lo dicho, ¡Cómo, cómo se le ocurre a tu primo! Y sí, tu primo, no le digas sobrino de tal, para hacerle parecer menos familiar, porque la misma sangre, corre por vuestras venas o debería decir gatea, porque tu primo parece retrasado.
¡A quién se lo dijo!

—Aa...

—¡Habla de una vez Steven!

—Se lo dijo a Bruno, junto a su banda.

Omnisciente--Se podría incluso escuchar una melodía no muy tranquilizadora “tandandandannn”•

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Bruno era esa persona a la cual Jenniffer no quería volver a ver jamás, porque juró a sus siete años que se desataría la tercera Guerra Mundial, antes que Japón. Él fue quién mató en frente suya a sus padres atravesando una espada de punta fina sus corazones.

Omnisciente--¡Sádico!•

Mientras la pequeña Jenni los miraba (ya que si no lo hacía la matarían ahí mismo) y los escuchaba gritar del dolor y llorar del temor...

A morir frente a su pequeña.

Bruno es la causa de que se esfumara el corazón de Jenni y se formara la mente de Jenniffer.

Omnisciente--Olvidé decirles los apellidos de esta hermosa dama que son, Suliven Dieperchi.
Ella es...


...Jenniffer Suliven Dieperchi

MI DAMA ELEGANTE© ➖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora