n u e v e.

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Ambos chicos con sus corazones latiendo desenfrenados, sin saber exactamente hacia donde se dirigían pero con la total convicción de que, fuese lo que fuese, sería igual de emocionante que cualquier gran hazaña.

Izuku no sabía si era la adrenalina que sentía o había algo más que influía en ello, pero el hecho de ver a Katsuki sonriente mientras corrían a toda velocidad escaleras arriba hacia que sintiera en su interior miles de pequeñas mariposas y libélulas revoloteando y haciendo desastre por doquier.

Al llegar a la gran puerta verde que daba hacia la azotea no dudaron ni un segundo en empujarla y entrar, soltándose únicamente para agarrar sus pechos y así poder continuar con su tarea de obtener algo de oxígeno. Katsuki miró a un Izuku sonrojado y algo despeinado, lo que le daba la apariencia más tierna que jamás había logrado ver en alguien, aunado a eso, la sonrisa que el menor le ofreció fue para él como la obra de arte más valiosa del mundo entero, sin poder evitar sonrojarse un poco y apartar la mirada.

—Bien... ¿Ahora que hacemos? —preguntó el más bajo, aún respirando de manera forzada.

—Podemos hacer lo que queramos, acá no creo que nadie nos moleste. —agregó el rubio, observando al cielo.

El peliverde lo observó unos minutos, al cabo de un rato decidió irse hacia un pequeño muro que estaba detrás de ellos para sentarse a descansar un rato. El rubio lo imitó, quedando a su lado.

—¿Siempre sueles hacer esto? —cuestionó el menor.

—¿Hacer qué?

—Ya sabes, romper las reglas, ser rebelde, actuar así... —se encogió de hombros.

El rubio solo pudo voltear a verlo y esbozar una pequeña sonrisa.

—¿Crees que soy rebelde? —cuestionó, con una sonrisa ladina.

—Bueno, no lo sé... —Izuku ya se sentía nervioso por lo que acababa de decir, no sabía cómo retractarse.— Quiero decir que eres bastante radical, ¿me explico? Usualmente actúas sin importarte la opinión o lo que los demás puedan pensar de ti.

Katsuki simplemente suspiró y se quedó un rato más observando el azul cielo.

—No creas que toda mi vida fuí así, tuve que aprender a serlo. —agregó, soltando el aire que traía atorado en los pulmones.

—¿En serio? Pues actúas muy bien tu papel de chico problema y desinteresado. —Izuku solo rió un poco al sentir que el mayor le picaba con el dedo las costillas.

—Ojalá fuera así siempre, no tienes ni idea de lo mucho que me costó adaptarme a este cambio. —soltó sin más, entrelazando sus manos encima de su cabeza.

—¿Ya te adaptaste por completo? —preguntó curioso el de cabello rizado.

—Ni un poco. —completó entre risas el cenizo.

Ambos chicos soltaron varias carcajadas antes de volver al tema con la seriedad que ameritaba.

—Creo que Japón es muy bonito, y te puede llegar a gustar. —dijo Izuku sonriendo, mirando fijamente al cenizo.

—¿Ah, si? Cuentame que hay de especial en él. —le reto el ojirubí, molestandolo.

El peliverde se levantó indignado de su asiento, con el ceño ligeramente fruncido y sus brazos en su cadera hasta quedar frente al mayor.

—¡Escucha bien, pelos de púa! -le insulto, logrando que el cenizo solamente se carcajeara por ese particular apodo.— Japón es el país de las maravillas y reconocido mundialmente por la variedad de cosas que puedes hacer, ver, escuchar o incluso sentir al estar en sus tierras, ¿entendido?

Cool Kids| k.dDonde viven las historias. Descúbrelo ahora