o n c e.

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Ambos chicos caminaban uno junto al otro divagando entre sus pensamientos, Katsuki intentando ocultar su emoción y satisfacción con el repentino pedido del ojiverde, mientras que este solo respiraba y se repetía a sí mismo que todo estaría bien al mismo tiempo que cerraba sus manos en un puño, ansioso por todo el drama que su aparición causaría en el circuito.

Uraraka e Iida se encontraban en el área de calentamiento junto a Tamaki, quien  estiraba rápidamente su cuerpo antes de subirse sobre su skate. Mirio, quien estaba incluso más nervioso que Tamaki, le miraba atento.

—¿Estás seguro de que no necesitas nada más? —preguntó por quinta vez consecutiva, ganándose una mirada severa de parte del peliazul—. ¡No me mires así, Tamaki! Sabes perfectamente que cualquier cosa puede pasarte mientras est...

—Cielo, mírame. —pidió, tomando con ambas manos la cara del rubio frente a él—. No va a suceder absolutamente nada, ¿Bien? Todo saldrá a la perfección, ganaré esta carrera y clasificaré para la final.

Mirio, ignorando el comentario del contrario solo pudo suspirar y pegar su frente contra la suya.

—Sabes que mis nervios son incontrolables cada vez que te toca competir... —le confesó.

Tamaki no pudo hacer más que sonreír y mirar a los lados con suma cautela antes de besar delicadamente los labios de su novio, sujetando la cara del mayor con sus manos. La diferencia de alturas ya no era tan abismal debido a que aún se encontraba encima de su tabla de skate.

—Estaré bien, lo prometo. —sonrió luego de que el mayor le imitara, subiendo su cara hasta llegar su oído para susurrarle unas palabras antes de partir—. Cómo sé que ganaré esta carrera, espero que me des mi debida recompensa al volver a casa.

Mirio sonrió antes de sujetarse el puente de la nariz y volverse hacia él, quedando a solo 3cm de su cara.

—¿Que quieres como premio? —preguntó jocoso.

El peliazul no respondió, solo le guiñó un ojo y arrastró su pie por la acera para darle velocidad a su patineta, partiendo rápidamente a la línea de salida junto con el otro skater. Ambos bajaron un pie y flexionaron sus piernas, viéndose rápidamente con una estela de rivalidad y competitividad.

Subió la mascarilla negra característica de su traje mientras inhalaba con tranquilidad, intentando que los nervios no le jugaran en contra esta vez.

Una vez que sonó la alarma, ambos skaters avanzaron con mucha velocidad cuesta abajo para comenzar su recorrido, los gritos del público no se hicieron esperar y en unos instantes se escuchaban más las voces coreando ambos apodos que la propia música del lugar. Rápidamente desaparecieron del campo visual del público, haciendo que todos corrieran a tomar asiento junto a las grandes gradas frente a la pantalla grande que transmitía en vivo la competencia.

Mirio suspiraba cada vez que enfocaban a su pareja, estaba ansioso y sentía que iba a vomitar al ver las curvas que tenían que atravesar ambos competidores para seguir su recorrido. Volteó en un intento de despejar su mente, pero lo que vió lo dejo tanto atónito como lleno de incógnitas.

Venían llegando Izuku con su acompañante, el mismo chico cenizo de la vez anterior, pero ahora se veían mucho más diferentes. No sabía si eran las intermitentes luces multicolor que resaltaban las prendas del peliverde, las máquinas de humo que hacían más épica la entrada del ojirubí o la música que parecía combinar con el movimiento de caderas del ambos al caminar, pero estaba seguro de que todos, al igual que él, estaban perplejos ante aquella escena. Uraraka tuvo que sostener a Iida, quien estuvo a punto de desmayarse al ver la mueca de superioridad que demostraba el mayor al notar que todas las miradas estaban encima de ellos, vió como sus facciones se marcaban con dureza sin dejar de lado aquella sonrisa ladina llena de satisfacción, misma que creyó ver en el rostro de su mejor amigo, muy ajena a la cara de terror que cargaba minutos antes.

Cool Kids| k.dDonde viven las historias. Descúbrelo ahora