Capitulo 2

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—La verdad es que nunca lo estuvimos, como los adultos lo están, me refiero —concedió Terry. Candy palideció al revivir en su memoria la última vez que había visto a Terry. Lo vio en brazos de otra mujer, una rubia muy guapa, mientras lo besaba, con su cuerpo pegado al de él.  Desde entonces no lo había vuelto a ver
—.Me arrepiento de la forma en que nos separamos —Candy se puso rígida. Clavó sus ojos en la mesa. Casi no podía creerse que estuviera otra vez con Terry. Con renovada decisión, intentó borrar los recuerdos que se le venían a la mente—. A lo mejor no te lo tenía que haber dicho tan pronto, pero siento que es como un muro entre nosotros —comento  Terry.

Aquel comentario disparó la imaginación de Candy otra vez. Dibujó en su cara una sonrisa de desprecio.


—Creo que te estás imaginando cosas raras —levantó el hombro con desdén—. Y ahora, si de verdad esas villas son tuyas, hablemos de negocios.

—Ya veo que has estado fuera de aquí mucho tiempo —Terry hizo una señal al camarero—. Esa no es la forma de hacer negocios aquí. Primero tomamos algo, luego hablamos y a lo mejor te invito a casa a cenar. Después de cenar, a lo mejor, podemos hablar de negocios.

—Yo no voy a ir a cenar a tu casa... —protestó.

—Espera primero a que te invite —contestó Terry.

—Todo esto es una broma .

—Recuerdo que te gustaba lo inesperado —Terry  se recostó de forma indolente en la silla, sin prestar atención a su creciente ira y frustración.

—Yo era una cría entonces...

—Sí, pero en aquel momento no te cansabas de repetir que eras mujer —le recordó Terry, con su voz profunda. Candy se sonrojó aún más.

—Bueno, dime —le dijo, intentando cambiar de asunto—, ¿te dedicas ahora al negocio del turismo?

—Sí y no — con los ojos entornados, levantó un poco el hombro y le sonrió.

Era absurdo que ella no conociera a lo que aquel hombre se dedicaba, absurdo que supiera tan pocas cosas del hombre con el que se casó. Cuando se casó con él, todo lo que sabía era que Terry era el sobrino del profesor del pueblo donde vivía con su abuelo y que durante la semana estudiaba y trabajaba en un banco en Escocia, donde tenía también un apartamento.

Pero se dedicase a lo que se dedicase Terry en aquellos momentos, estaba claro que le iba muy bien. Llevaba un traje muy caro. Sin embargo, ella no estaba acostumbrada a verlo con ropa tan formal. Cuando iba a visitarla los fines de semana, siempre llevaba vaqueros y camiseta. Se había convertido en todo un hombre de negocios, muy sofisticado. Aquello la desconcertaba. Terry la estaba observando con los ojos entrecerrados.

—Tenía mis razones al elegir un sitio tan discreto para hablar.

— ¿Sí?

—Creo que estás de vacaciones y me gustaría que te hospedaras en mi casa —propuso Terry. Candy  se lo quedó mirando con los ojos como platos y se le escapó la risa.

— ¿Me estás tomando el pelo?

— ¿Por qué lo iba a hacer?

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