Capítulo 5

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-- Que quiero recuperar la posesión por la que pagué un precio. Estoy en mi derecho.  --Candy se echó a reír. Después lo miró con expresión de incredulidad.

-Estás loco, o estás bromeando... Prefiero pensar que estás bromeando.

- ¿Por qué? --Terry le dirigió una mirada fulminante --. Para empezar tú fuiste la que me atrapaste.

--Eso no es cierto...

-- ¡Cómo te atreves a negarlo! ¿Quieres que te recuerde que no te opusiste cuando te lo propuso tu abuelo? Yo nunca te había puesto la mano encima, pero tú no dijiste nada para que pensaran lo contrario.

Candy se quedó mirando el suelo, sintiendo un nudo en la garganta, al recordar lo que había pasado. Se había enfadado mucho con Terry por haberla llevado de vuelta a Escocia. Se había escondido en el asiento de atrás de su coche, para escaparse. Había sido un acto impulsivo, de pura desesperación.

El tío  de Terry, había muerto esa misma semana. Ella había sido consciente de que Terry ya no iba a tener razón alguna para acercarse al pueblo. En aquellas circunstancias, no había sido capaz de ocultar sus sentimientos por él y en el pueblo se habían oído rumores, lo cual había puesto furioso a su abuelo. Por eso le había prohibido escribir más a Terry.

Terry no descubrió que ella estaba en el coche hasta que paró en una gasolinera de un pueblo. Aquella ocasión fue la única vez que ella recordaba que él había perdido los estribos. Sin escuchar sus súplicas, la había metido en el coche y la había llevado de vuelta a casa. Cuando llegaron, ya había oscurecido. Ante los ojos de Niko White, pasar una noche en compañía de un hombre arruinaba completamente su reputación, con muy pocas posibilidades de redención. En aquel mismo instante le exigió a Terry que se casara con ella.

-Mi abuelo sabía que entre nosotros no había pasado nada --empezó a decirle Candy con voz temblorosa, intentando defenderse.

--Pero yo sabía que si no me hubiera casado contigo, no habrías podido soportar vivir en aquella casa. Dejé que mi conciencia me convenciera de que eras responsabilidad mía. ¿Y qué recibí a cambio? -- Le preguntó Terry --. Una mujer que se llevaba el osito de peluche a la cama a dormir. Pero te puedo decir que aquello fue más eficaz para no tener relaciones contigo, que un cinturón de castidad de los de la edad media.

-Tú dijiste que querías tener una esposa...

-- Ya tengo una. También tengo la custodia del osito -- le informó Terry con sarcasmo.

- ¡Tú no tienes ningún derecho sobre mí!

- ¿Has hecho ya las maletas? -le preguntó Terry, sin hacerle caso.

-Sí pero...

-Bien ... Como ya no tienes que descansar, no gastaremos más tiempo aquí --Terry abrió la puerta y la miró. Candy sacó un poco la lengua y se humedeció los labios.

- ¿Por qué haces todo esto? ¿Qué pretendes?

-La verdad, Candice.... ¿Siempre eres tan lenta para comprender las cosas? -le dijo, dirigiéndole una mirada que helaba --. No deberías haberme mentido.

- ¿Mentido? -- Repitió Candy, cuando él le puso la mano en los hombros, para ayudarla a bajar por la escalera de caracol --. ¡Yo no te he mentido!

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