Capitulo 4

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-No voy a hablarte como si fueras una niña pequeña -- recordó que le había dicho Terry --. Seré franco contigo. Mi Tío cree que serías mucho más feliz si aceptaras este pueblo como tu hogar --Después de observar su reacción, Terry había suspirado --. Sabe que no estás acostumbrada a este tipo de vida y que te sientes aprisionada, pero también tienes que entender que es muy difícil que tu abuelo cambie de actitud...

- ¡Lo odio! -- Le había respondido Candy --. ¡Odio a todo el mundo en este pueblo!

-- Pero tú tienes la sangre de tu padre en las venas, y por tanto la de tu abuelo también --le había recordado Terry --. Niko acepta ese vínculo. Si no, no estarías viviendo en esta casa. Tú formas parte de la familia....

- ¡Ellos no son mi familia! -- había replicado ella, casi sollozando.

- -Maria  se pondría muy triste si te oyera hablar de esa manera.

Su tímida tía, una persona a la que dominaba su hermana mayor y su malhumorado hermano, había sido el único miembro de la familia que había hecho algún esfuerzo por alegrar la existencia de Candy. Nunca le había gritado, cuando la había oído llorar por la noche. Siempre había intentado consolarla.

-Te prometo que intentaré localizar a tu padre, pero me tienes que prometer una cosa -- le había informado Terry, muy serio  --.Una promesa que te tendrás que pensar bien.

- ¿Qué promesa?

-Que dejes de huir. Porque eso pone cada vez más furioso a tu abuelo y cree que eres una niña malcriada, en la que no se puede confiar. Es un hombre muy estricto y tus continuos desafíos provocan una respuesta muy desagradable en él...

- ¿Dijo el Maestro que el abuelo era desagradable? --le había preguntado Candy.

-No, no  --Terry se había sonrojado
--.Pero Niko White  tiene fama de ser un hombre muy testarudo, que nunca da su brazo a torcer. Lo que debes hacer es morderte la lengua y fingir que estás dispuesta a obedecerlo, aunque no quieras...

-No creo que el Maestro te haya dicho que sea una hipócrita.

- ¡Eres muy lista, para tener sólo doce años! --había respondido Terry, medio riendo  --.Lo único que quiero que sepas  que  a Niko no le gusta verte triste. Quería que te dijera que lo mejor que puedes hacer es obedecer a tu abuelo...

-Yo sólo quiero volver a Londres --había murmurado ella, con lágrimas en los ojos --, a ver a mi mamá, a mis amigos, mi colegio...

-- Pero ahora tienes que acostumbrarte a vivir con la familia que tienes en Escocia,  -- le había respondido Terry.

Había sido tan claro con ella, después de todos aquellos meses de haber sido tratada como una niña impertinente, que sus palabras le habían llegado al corazón. Y había creído que él sería el que encontraría a su padre. Pero cuando, a la vuelta de unos meses, le había comunicado la noticia de que su padre había muerto en un accidente, se había sentido desolada. A lo largo de los años, Terry se convirtió en el salvavidas de Candy.

Cada dos meses iba a visitar a su tío el Maestro, y  con bastante más frecuencia, cuando la salud del anciano maestro se había empezado a deteriorar. Y siempre la había ido a visitar a ella también.

Candy no tenía nada en común con la familia de su padre. Se había sentido contenta y aliviada de haber podido censurar a aquella gente delante de Terry. Él le enviaba libros en Italiano y Francés  y algunos periódicos. Ella había comenzado a escribirle cartas. El amor que había surgido en ella por Terry, había sido un proceso natural.

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