Había pasado una semana de lo ocurrido con Alune, y en el hogar de Aphelios las cosas estaban tensas. Sus padres quisieron tirar las cosas de Alune por tomarlas ahora como un indicio de su comportamiento inadecuado, pero Phel decidió guardar algunas cosas para el y para dárselas a Alune cuando tenga la oportunidad de verla.
Puede llamarla cuando sus padres no están o cuando regresa de la escuela, y aun así siente como si faltara algo. Y obvio que algo faltaba, pero, no era la ausencia de Alune en su vida.
Cuando regresó a clases todo era diferente, no estaba Neeko, no estaba Katarina, No estaba Varus, ni Alune, y mucho menos Sett. Aun tenia el consuelo que Lux estaba en su misma clase pero ella tenia sus propios amigos.
En el salón se sentía raro de nuevo, todo el progreso del habla parecía irse por el caño, su garganta dolía y tenia el pecho oprimido cuando alguien lo miraba. Así que en su receso huyo a aquellas bancas dañadas en la parte de atrás de la escuela, sin embargo no era el único con el plan de esconderse. Escuchaba una melodiosa voz de esa zona, la voz de una chica.
Iba a desertar de su plan de no ser por la canción que logro reconocer como una de sus favoritas. Se asomó ligeramente para observar a una chica de cabello rosado, extremadamente largo recogido en una coleta que era adornada con broches de estrellas y un cardigan con patrones de fresas. Aphelios quedo anonadado por ver a una chica tan extravagante.
La chica volteo hacia donde estaba el pelinegro y dejo de cantar.- T-tu.-
Aphelios se oculto detrás de la pared con el corazón rebotando en su pecho. Deseo no haber molestado a la chica, tal vez estaría molesta.
-Oye...- Se asomó aquella chica con sus grandes ojos expectantes.- ¿Estas bien? te notas agitado.-
-Y-yo... no.- Aphelios apretó su pecho con su mano nervioso mirando al suelo.
-Esta bien solo me asuste no creí que nadie viniera a esta parte de la escuela.- La chica al ver el semblante asustado del chico decidió alejarse para tomar sus cosas y ofrecerle de su comida.- Puedes tomar lo que gustes si te ayuda a sentirte mejor.-
Aphelios observo la lonchera de la chica, tenia un dinosaurio y varios colgantes en las correas. Miro una caja de jugo de arándanos y miro de vuelta a la chica, quien asintió para darle confianza. Tomo la caja con cuidado de no desordenar la demás comida y la abrió con el popote que venia pegado.
-¿Todo mejor?.- Hablo bajo, y junto a una sonrisa regreso a las bancas para sentarse.- Puedes venir si quieres aunque supongo que querías estar solo.- Peino su coleta a un lado peinando las hebras rosadas que estuvieran enredadas.
Aphelios acepto la invitación sentándose en una banca frente a ella, estuvieron unos minutos en silencio hasta que ella volvió a hablar.- Soy Seraphine.- Extendió su mano hacia el pelinegro.- ¿Y tu?.-
Observo la mano con detenimiento la cual tenia algunos dibujos y un brazalete de colores. Estrecho su mano con la contraria recibiendo un pequeño apretón de esta.- Soy... Aphe-lios.-
La chica ladeo la cabeza por el tono cortado y tembloroso del chico, pero no cuestiono nada.
-Un gusto entonces, Aphelios.-
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No pensó tener una amistad tan pronto con Seraphine, desde ese día comenzaron a acompañarse mutuamente en los recesos, la chica tampoco tenia amigos ahí según le contó. Ella venia de otra cuidad y dejo a sus amigos allá, pero le resulto difícil encajar en la universidad porque la consideraban muy infantil e inmadura.
