5. ♤

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Pienso en ese día y una sonrisa tonta rompió mi seriedad.

— Blair, ¿Por qué traes esa cara?

— Conocí a alguien en la entrada del edificio. Es un chico.

— ¿Y qué paso? — Cass camino a la sala sentándose en el sofá.

— Las compras se me venían cayendo y por correr me tropecé con él y todo cayó al suelo, fue un caos. Me ayudó, dijo cosas graciosas. Resulta que vive cerca de aquí y es tan guapo.

— ¿Y qué más cuéntame?

Creo que estaba más emocionada que yo. No la culpo. No suelo contarle sobre chicos.
Lo que me gusta de Cass es que actúa como amiga, madre y compañera de fiestas, al ser joven me entiende y hace ver muchas cosas que a cualquiera le parecería raro.

— Quiere que nos veamos de nuevo, dijo que le parecía raro que alguien como yo prepare tantas cosas con lo que llevaba en la bolsa, creo que pensó que soy buena cocinera y que probablemente vivo sola. Pero no sabe que la que cocina aquí eres tú.

— Y le pareciste linda así vestida como vagabunda. Y con ese chongo todo desordenado.

— Bueno el único día que decido salir en fachas y aparece un chico guapo de la nada. Sabes creo que al principio si se asustó, puso cara de confundido.

El rostro de Joab en ese momento valía oro puro.

— Quizás fue por tu cara horrorosa y sin maquillaje.

Le lance un cojín con todas mis fuerzas en ese instante, dándole en la cara. En parte tenía razón.

Indagar en mi memoria reconstruyendo una conversación vieja es una distracción buena.

— No es gracioso.

— Es que mírate, fuiste a la tienda con resaca y regresas con el cuento del chico guapo.

— Nunca había salido hasta tarde y además tú insististe. Así que, en retrospectiva, es tu culpa.

— ¿Y qué más?, ¿Cuántos años tiene?, ¿Dónde vive?

— Lo acabo de conocer. No fueron ni cincuenta palabras las que cruzamos.

— ¿Pero le pediste su número? Su Instagram mínimo.

Me lleva.

— Mierda no. No, se me olvido.

La risa de Casandra se escuchaba por todo el departamento.

— No sabes si lo volverás a ver. Dejaste pasar a un chico increíble y guapo. Que piensa que eres linda. ¡Y sin maquillaje!

— Oye eso no es ni amable, ni gracioso. 

— No. Se trata de que te duela, para que a la próxima reacciones. Ahora vamos, el alambre, no se hace solo. 

Ella mencionó que ese guisado de carne con queso sabe delicioso, nunca en mi vida puse tal preparado en mi paladar. Me gustó y no tuve problema con ello. Si la carne es preparada por Cass, me como hasta media vaca. Tiene una sazón deliciosa, por eso conquisto a mi padre. 

A veces sí lo echo de menos, es increíble que el accidente le dejara irreconocible. 

— ¿Crees que las cosas duren calmadas en estos días?

— Lo dudo — Se relamió los labios por un trozo de queso rebelde. —  Las cosas no paran hasta que lo atrapen, se trata de un hombre muy astuto.

Mire mi reflejo. No está equivocada, el tipo no ha parado desde entonces y cada cierto tiempo, se vuelve noticia.

— Lo mismo dijo la abuela. 

— Es porque es verdad, no se sabe qué hace con los cuerpos, no creo que asesine por diversión, además, siempre los deja en lugares visibles, ¿Qué clase de idiota hace eso?, si yo fuera asesina, los haría trabajar un poco más, no les dejaría las cosas en charola de plata. Así que chiste. 

— ¿Jugarías con la mente de las personas o de los policías?

— Con la de los detectives, ahí los policías no tienen mucha jurisdicción. Y también con las de mis víctimas. 

— A veces tienes una mente muy retorcida. 

— Gracias, en mis buenos tiempos fui lectora de horror, suspenso, homicidios y thrillers psicológicos. Esos libros son los buenos. No de esos clichés baratos de romance adolescente super predecible. 

Estaba sorprendida y un poco ofendida. El recuerdo me hizo reír de nuevo.

— Retráctate ahora. 

Me miraba metiendo una cucharada de carne cocida, molida y condimentada a su boca. 

— No.  

— Eso es grave Cass. Por favor, ¿Vas negarlo?
Eso es lo bonito de los clichés. 

— No tienes derecho a enojarte entonces. — Siguió masticando mientras me miraba de soslayo.  

A veces Casandra es una perra jodidamente buena, por eso es la mejor en su trabajo. Por eso los bufetes se pelean por tenerla en su bando.

Y yo convivo con esa mente analítica todos los días. Lo cual es difícil.

Es grandioso como un choque accidental y gracias a unos tomates, termine con una linda amistad.

Si viajamos al pasado, mi padre tenía actitudes similares, que estoy empezando a olvidar. Fue como encontró a Casandra en primer lugar.

Presione el último botón del ascensor. Al llegar, las puertas se abrieron dejándome frente a frente con el portero.

— Señorita Ridolf.
¿Saldrá?

— Ya sabe. — Levante la cámara entre mis manos. — Se hará lo que se pueda.

Ese hombre siempre me da una sensación extraña, salí lo más rápido que pude.

— ¡Señorita, tenga cuidado hoy!
Se rumora que puede atacar.

—¿Como dice?

— Piense señorita, abra un disturbio, es la distracción perfecta para pasar desapercibido.

— ¡Boo!

La voz de Joab me hizo girar con el corazón acelerado. Gire en la dirección del portero, pero ya no está.

— ¿A quién buscas?

— A nadie. Hay que irnos. Quiero regresar antes de que Casandra llegue.

— Traje el bastón de selfi que olvidaste la vez pasada.

— Con razón. Bueno, hay que irnos.

Motitas, cap corto, quizá insignificante, pero tiene detalles importantes

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Motitas, cap corto, quizá insignificante, pero tiene detalles importantes.
Me desaparecí un rato, pero aquí estoy de nuevo, actualizaré pronto.

Carne roja.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora