La sangre es líquido vital que corre por pequeños conductos a lo largo de nuestro cuerpo.
Carmesí, espesa y escandalosa.
De un rojo brillante que te envuelve.
Con un aroma igual de delicioso.
~•~•~
Esas son las palabras de nuestro enigmático p...
Las cosas dentro de la marcha van geniales. Se decidió caminar en silencio durante una hora. Una muestra de respeto por todas las víctimas. Por todas las familias que perdieron a alguien.
Las fotos y vídeos que tome son de calidad impecable. Me gusta transmitir emociones.
Todo fue un caos. Cuando un hombre de moral dudable lanzó una bomba de humo al contingente de enfrente.
Pensé que el caos comenzaría. Pero no fue así. Las mujeres más valientes. Se quedaron de pie, formando una valla protectora. Todas ellas vestidas de negro.
El resto, como fichas de dominó se inclinó. Como si fuera una especie de sumisión.
El hombre no habla, se quedó inerte e incluso se le vio avergonzado. Se alejó escondiendo el rostro de las cámaras.
La sensación que se transmite es clara.
Capturé tantas fotos como pude. Pero cuando la hora de silencio termino, la protesta y la voz de alzaron un en tono brutal. Faltas como la del hombre anterior, no se toleraron. Y se respondió de una forma similar.
Chicas se unían durante el trayecto, Joab se queda a una distancia considerable, lleva un distintivo que lo destaca del resto de los hombres, sirve para que las chicas no quieran golpearlo por acercarse. Les dice que viene con alguien del contingente.
Le he dado a guardar mi celular y el resto de las cosas que impliquen una falta de movilidad en mi trabajo. Coloco la cámara en la base de metal y grabo desde arriba. Una chica me dice que si puedo grabarla dando un mensaje.
Desmonto la cámara de nuevo y nos alejamos un poco para tener una mejor visión de fondo y aislar un poco el ruido.
Me dice que prefiere el anonimato y así lo respeto.
— Nosotras, estamos aquí, para alzar la voz por todas aquellas que ya no pueden, no vamos a tolerar que se sigan ignorando los casos de las mujeres desaparecidas y asesinadas, que los responsables salgan impunes y que recibamos consideración y el interés adecuado. No somos unas exageradas y si, queremos llamar la atención, pero no nos dejaron alternativa. Ustedes nos obligaron. Si quieren que esto cambie, hagan algo al respecto. Muevan su trasero perezoso y lleven a cabo su labor. (...)
El mensaje siguió y añadí una toma de mí, agregando algo que también es necesario expresar, lo que me dejo trabajo extra a realizar en cuestiones de edición.
Al cabo de dos horas, sentí, que ya tenía suficiente material.
Salí del contingente, caminando a la orilla de las chicas. Mi estomago gruño en protesta por la falta de comida. Pero aún no veo a Joab por ningún lado. El sentimiento de la desesperación se instaló en la boquilla de mi estómago. Las palabras del portero hicieron eco en mi cabeza.
Respira Blair. Quizá... fue al baño. Puede ser cualquier cosa.
Cualquier... cosa. No.
— ¡Blair!
— Ay Dios. Joab. —Me lance a sus brazos. — ¿Dónde carajos estabas? — Observe su rostro. Tiene gotas de sudor y su respiración es acelerada. — ¿Te sientes bien?, Pareces a punto de enfermar. ¿Por qué tiemblas?
— No es nada. Tuve que ayudarle a un hombre mayor con unas cosas. No podía dejar que cargara todo el solo. Había mucha gente al rededor y nadie ofrecía ayuda. No iba a quedarme de brazos cruzados.
— Me alegra que hayas ayudado. Hombres como tu hacen la diferencia. — Lo tome de los hombros. — Ahora amigo mío. Tenemos que ir a comer. Nos lo merecemos. Y lo requiero como nunca en mi vida había necesitado algo.
— Vamos. Vi un carrito de crepas, tacos y hamburguesas por donde pasamos. ¿Crees aguantar una caminata de unos minutos?
— Lo que sea por algo de comer.
Cuando llegamos al lugar. Ambos pedimos porciones generosas para comer. Nos sentamos en unas bancas del parque central y comimos.
— Iré a pedir algo de beber. ¿Quieres algo más?
— Si. Una crepa de chocolate con plátano y un batido de café. Te lo agradecería.
— Ya vuelvo. Blair. No. Te. Muevas. De. Ahí.
— No lo hare.
Vi cómo se mecían las hojas de los árboles. Es un gran lugar para pasar un buen rato. Desvié mi vista a la derecha. Un hombre... Ese hombre. Se parece a...
Sin pensarlo dos veces camine siguiéndolo desde lo lejos.
No puede ser que sea él. Las probabilidades son muy pocas. No hay forma de que.
Sali al otro lado del parque. Camine hacia lo que parecía la dirección más obvia. Y me vi sumida en una especie de calle de un solo sentido. No hay carros en movimiento. Solo es una de las calles tranquilas de Croydon. Hay muy pocas, pero las hay.
Me quede parada sopesando mis opciones. O regreso... o todo caminar un poco más. Explorar el lugar.
El sol está empezando a ponerse y se filtra una bella luz naranja por los edificios. Saco la cámara del estuche y apunto a un árbol que separa el rayo en unos cuantos más pequeños. Es difícil encontrar este tipo de tomas en la ciudad.
Escucho un quejido. Seguido de un golpe sordo.
— ¡Ayúdenme!
La gente que transitaba escucho lo mismo que yo. Pero nadie se inmuto. Nadie movió nada. Fue como sí... No estuviera pasando.
— ¡Acaso nadie escucho nada!
Aceleraron el paso y desaparecieron. Me quede sola de nuevo.
No. No frete a mí. Si puedo hacer algo. Lo hare.
— ¡Ayuda!
Corrí a la fuente del grito con la base de la cámara en la mano. Esperando la peor escena de todas.
Lo cual no estuvo tan mal de la realidad.
Actúe tan rápido por la adrenalina que no supe cómo se desarrollaron del todo las cosas.
Solo se. Que me duele demasiado la cabeza. Quizá sea mejor que duerma un rato.
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