Sin nombre.
― Trajimos a estas dos.
La voz de Odan sonaba angustiada. Se lo que cree, solo le pedí a una chica en específico, no más. Ni mucho menos a una de la cual desconozco cualquiera de sus rutinas o su historial médico. Sería un desperdicio. Como el que tuve que tirar en el sembradío de piña. Lástima.
― Veamos.
Gire la silla para encontrarme con tres de mis hombres, dos de ellos con una mujer en brazos cada uno.
― Vaya. No se negara que es bonita. Pero me es innecesaria.
Incline la cabeza a un lado, dándole la señal, de que la castaña seguiría la misma rutina habitual de cualquiera que eligiera para mi placer.
― ¿Y?, ¿Por qué esta aquí?, ¿Debo recordarles cómo se hacen las cosas?
― No. Mi...
― Ssh. Saben que odio cualquier nombre dirigido a mí. Sea cual sea. ¿Quién soy para ustedes?
Camine colocándome a sus espaldas. Saque mi arma, viendo las curvas plateadas de su estructura. De su respuesta dependerá su vida. Es la segunda vez que este par de enclenques meten la pata. Es una ofensa para mi trabajo y mi persona. Dos cosas que no tolero.
― Nadie. Se...
El gatillo fue soltado por mi dedo índice.
El sonido estridente fue música para mis oídos, tan excitante y reconfortante que me reí sin tener ganas. Esquive su cuerpo quedando al lado de aquel que tenía a la mujer en sus brazos. Deslice mi mano por su hombro, jalando el cable de su comunicador.
― Reino.
― Dígame.
― Trae a limpieza a mi oficina. Hubo un pequeño incidente que requiero sea borrado de la existencia.
― Sí.
Coloque el audífono en su lugar.
― Para ti, ¿Quién soy?
Adoro poner a prueba sus respuestas.
― Mi superior. Pero al mismo tiempo. No es nadie.
― Muy bien. Me definiste de la manera correcta.
La cabellera rubia de la chica se asomaba. Quite el resto de la capucha. Retrocedí un par de pasos. Es imposible... ¿Cómo?
Lo siento. No puedo devolverte a la sociedad.
― ¿Sufrimos una baja en Manjar's?
― Sí. Por el hombre que se suicido hace una semana, solo tenemos a un joven. Y a...
― Sí. Sí. Envíala ahí. Pero deshazte de su ropa. Ya sabes qué hacer con el resto.
Asintió. Deteniéndose segundos antes de salir.
― ¿Qué?
― Las noticias. Los medios ya le han puesto un nombre. Y considerando su criterio de no definir nada. Creo que le gustaría saber cómo se le ha llamado.
Eso capto mi atención.
― Bien. Escúpelo. ― Tente el arma sobre el escritorio.
― Es mejor que lo escuche usted. Me retiro.
Hombre listo. Sabe cómo mantenerse con vida. Ojalá la mitad de los ineptos bajo mi mando. Entendieran cosas tan sencillas.
― Odan. ― Se detuvo sin mirarme. ― Que use camisón. La encadenaras también. No importa que sea mujer. Es lista.
Al quedar solo en la habitación. Busque lo que según Odan, habla sobre mí.
― Asesino de Youth. ― Sonreí. Me gusta. Y me gusta bastante.
Pasada media hora. El teléfono de mi escritorio sonó.
― Dime.
― Ella está donde ordeno. Se le dieron instrucciones precisas de que no goce de ningún privilegio por ser mujer. Y tendrá el mismo trato que cualquiera de los hombres anteriores. Así que. No me preocuparía por nada. Él siempre hace un trabajo impecable.
― Perfecto. Ya puedes regresar. Hay trabajo que hacer. ― Colgué y miré por la ventana que daba a mi cuarto quirúrgico. No me gusta dejar a mis victimas solas, disfruto ver mis avances en ellas.
Puedo ver los ojos evaluadores de mi chica. Sus ojos llorosos, con sus manos y pies atados. No me es agradable de ver. Ni hacer. Pero será digna de recibir un sermón de mi parte. Metió la pata hasta el fondo. No lo pasare por alto. No es como que tenga salida de todos modos.
Puedo permitirme una charla. Escuchar su voz angustiada y llena de fe en hacerme cambiar. Pobre cosita. Miserable y asquerosa.
― Hagamos esto con el tiempo necesario. Lo hare tan lento como sea requerido.
...............................♣...............................
Me coloqué los recubrimientos en los zapatos, con los guantes tuve cuidado de no contaminarlos, use cubre bocas y una bata esterilizada.
Parece que dormita.
Cuando abrí la puerta, su cabeza negó lentamente. Sus ojos cubriéndose de lágrimas y palabras irreconocibles se estrellaban contra la mordaza.
― Adivina. ¿Quién soy?, ¿No? ¡Vamos inténtalo!
Su mirada horrorizada me escudriña.
― Apuesto a que tú amiga de cubículo te lo menciono. ¿O fue muy cruel que no te dijo en manos de quien habían caído? ― Su rostro derrama más lágrimas. ―Me lo imagine. Tu amiguita la reportera. Sabía perfectamente las consecuencias de meterse en donde no le llaman. Y, aun así. Intento salvarte. Lo que prácticamente es culpa tuya por hacer un escándalo y gritar.
Tome un pequeño bisturí del auxiliar.
― Gracias a ti un alma inocente sufrirá. Pobre chica. Tan débil. Dudo que aguante un mes en donde la he mandado. Pero tranquila. Tú sigues siendo vip. Tus privilegios no han cambiado, cariño.
La chica sigue negando con los ojos más rojos que he visto nunca. Y mira que he visto varios.
― Lamento que tengas que pasar por esto. Pero... ¿Quién te manda ser tan perfecta?, ciertamente no te culpo. Es más, te felicito por ello. ― Le dedicó una sonrisa cálida mientras hago un corte suave en la parte interna de su muñeca.
Balbucea con la mordaza y sus gritos son ahogados.
― Guarda silencio. ― Le recalcó mientras hundo más profundo el bisturí en la carne junto a su cadera.
Creando un corte incisivo más profundo que el anterior. La sangre sale y se escurre por su piel. Manchando su recorrido hasta el suelo.
― Ah. Que desastre. ¡Me has hecho derramar tu sangre!
Arrastró la silla junto a la camilla de metal.
― Más te vale no moverte. O cortare ese bello rostro tuyo. Y no quiero llegar ahí ahora. ¿Bien?
Sus ojos me dicen que lo entiende.
Eso está mucho mejor.Quiero evitarme la pena, de arruinarlo tan pronto.
Aunque es demasiado que pedir.
ESTÁS LEYENDO
Carne roja.
Misterio / SuspensoLa sangre es líquido vital que corre por pequeños conductos a lo largo de nuestro cuerpo. Carmesí, espesa y escandalosa. De un rojo brillante que te envuelve. Con un aroma igual de delicioso. ~•~•~ Esas son las palabras de nuestro enigmático p...