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Definitivamente, era ELLA.

Sergio

Después de saludar a Olivia noté la presencia de alguien singular casi junto a ella. Llevaba también un vestido rojo, aunque no era tan descubierto como el de mi amiga.

Empecé a adular a Olivia, por dos razones: la primera, porque realmente se lo merecía, pues es hermosa; y la segunda, porque trabaja para una conocida revista, entonces escribiría un artículo sobre el restaurante. Tenía que estar seguro de que ella se llevase una buena experiencia para que luego la plasme en papel.

No duró mucho nuestra conversación, Olivia se marcha y yo, un poco desequilibrado, solo atino a pedir una bebida. El muchacho vuelve con una copa y un vaso de refresco en las manos.

Me distraigo un poco, pues intento recordar en dónde he visto a la chica de cabello castaño oscuro que está sentada a mi costado. Cuando vuelvo, otra vez, hacia ella, soy testigo de cómo la bebida se resbala de su mano. En seguida oigo, con claridad, su voz. Es ella, empieza mi cerebro a conectar con el pasado.

¿Podría ser así? ¿Podría ser ella Valentina Rivera?

Claro, es prima de Mauricio y la inauguración sería la única manera de que ella volviera.

Intento sonar desafiante, pero me rindo al ver que no me reconoce. Prosigo armando mi árbol genealógico, recordándole todos los "Sergios" que vivieron antes de mí.

—¡Ah! Claro, ese Sergio. —me dice con evidente sorpresa.

Es cierto, ella físicamente ha cambiado mucho, ¿quién no lo haría después de tantos años? Pero, en el fondo, sigue siendo la misma. La recuerdo jugueteando con sus primos en la calle cerca al malecón; la veo pasar por la tarde después de la escuela, con los brazos abarrotados de libros, pero con esa sonrisa que la caracteriza, esa que ahora no he logrado presenciar.

Segundos después, intento armar una conversación que resista toda la noche.

—El lugar es muy agradable, ¿el diseño es tuyo? —manifiesto, a la par, me siento más cerca de ella.

—No. Solo apoyé un poco, pero la idea ya estaba hecha. Supongo que el nuevo socio de Mau lo hizo. —asegura.

Valentina usó ese término: "el nuevo socio de Mau". No me quedan dudas de que ella no tiene idea que soy yo.

¿Por qué Mauricio no se lo diría? Simple, el muchacho ha tenido un millón de cosas por hacer, seguro nadie lo sabe.

—El tipo ha de ser un idiota con mucho dinero. —asevera— Hay mucha inversión en este local y confío en el talento de mi primo, pero las posibilidades de que no funcione son muy altas.

Finjo escucharla con atención, pero, en realidad, mi pensamiento está fijado en lo que ella acababa de decir: indirectamente, me llamó "idiota".

—La zona es poco poblada, el turismo por aquí es muy bajo y solo por temporadas. —manifiesta y aunque yo quiera negarlo, ella tiene razón— Se requiere de un gran impulso y mucha publicidad...

—Seguro el idiota lo consigue... —suelto lo primero que cruza mi mente, solo quería defenderme y darle al proyecto, al menos, el beneficio de la duda.

—Dicen que el dinero lo compra todo, ¿no? —encara— Aun así, este es un negocio muy arriesgado. —vuelve a mencionarlo y, aunque yo no llevo la contabilidad de la empresa, siento que me estoy arriesgando demasiado— Y eso que fui a la escuela de Arquitectura, no a la de Negocios.

Con El Mar De TestigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora