Antes de la Inauguración
Valentina
Sin querer, había soltado toda la pila de pensamientos que me abatían desde que oí su nombre. Ya dentro de casa empiezo a recordar un boceto de su rostro y se me escapa una carcajada, se veía tan asustado. Cubro mi cara con mis manos y descubro que tengo las mejillas sonrojadas. Me convenzo de que solo es una reacción adversa al frío de la noche y voy hacia mi habitación. Un par de minutos después, escucho la puerta abrirse, por los gritos deduzco que se trata de Raquel y toda la familia. Con el ajetreo que se formó en la mañana, olvidé preguntarle cómo consiguió las llaves de la casa del abuelo. Sus padres ya no vivían ahí, luego de que el abuelo falleció, decidieron mudarse a su propia casa.
Me encamino hacia el lugar desde donde se originan las voces, pero freno de golpe al encontrarla en el pasillo. Se veía alterada, con una ceja levantada interrogándome cual detective. Hago una mueca graciosa en reacción a lo extraño que está su rostro.
—¿Se te congeló la cara? —bromeo tomando sus mejillas entre mis dedos— Rachi, tengo una duda... —me adelanto, creyendo que ella vendría tras de mí. Pero noto que sigue con los pies plantados en el mismo lugar, solo ha girado su mirada hacia donde estoy y sus ojos me juzgan aún más.
—¿Qué ocurrió con Sergio? ¿Qué hacía afuera? —ni bien ella soltó las palabras, yo recordé la primera frase. No era la primera vez que la decía. Hacía poco más de doce años cuando la oí, aunque Raquel lucía más joven y menos protectora. El tono que usó aquella vez fue el que usaría una adolescente cuando habla con su mejor amiga.
Seguro notó la confusión en mi gesto, entonces suavizó su mirada.
—¡Me ofendes! —añado con ironía— ¿Qué podría hacer con él? Solo me acompañó a casa porque ya era tarde...además, no encontré ningún taxi.
Veo cómo sus cejas se relajan y exhala todo el aire de preocupación que le presionaba el pecho. Suelto una carcajada y la abrazo.
—Créeme, lo último que haría es completar la lista de conquistas de ese tipo. —aseguro— Aunque hay que rescatar algo, sí que se ha comportado muy cortés conmigo.
Antes de que Raquel empiece a hablar, Mauricio nos interrumpe.
—Sergio es así, siempre lo ha sido.
—Ni siquiera lo conoces bien. —objeta mi prima— Apenas eras un niño y Sergio rara vez venía a esta casa.
Me quedo pensando en lo que ellos dos discuten y tengo la certeza de que Raquel tiene razón. Sergio pisó este lugar tan solo un par de veces, incluida entre ellas aquella que nos relaciona.
—Aun así, sin "conocerlo" —Mauricio hace las comillas con sus dedos— fue muy amable y aceptó escuchar mi idea. Tiempo después, míranos, somos socios. —algo de petulancia escondía tras esa sonrisa.
Raquel eleva los ojos al techo y lleva su mano hacia la oreja izquierda de su, no tan pequeño, hermano.
—Justo de eso tenemos que hablar. —ella dirige sus ojos hacia mí, señalando que le siga el juego. — ¿Por qué tuvo que ser él?
—Eso. ¿Por qué no alguien más?
Mauricio ríe y nos mira con sorpresa. — ¿Ahora resulta que debo comunicarles todo lo que sucede en mi vida y en mis negocios?
Lo dijo tan bien que hasta nos erizó la piel de lo orgullosas. Ver a ese pequeño niño soñador —como bien lo había llamado Sergio antes— me impulsaba a volver a soñar.

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Con El Mar De Testigo
Romance------------------ La última vez que Valentina y Sergio coincidieron fue en aquella fiesta frente al mar. Aunque ella pretende olvidarlo todo, él tiene una historia distinta. ¿Qué fue lo que realmente pasó? Ella regresa para celebrar triunfos famil...