Un nuevo punto de vista

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Quirón había insistido en que hablaran por la mañana, lo cual era lo mismo decir que. "Sus vidas corren un peligro mortal, que duerman bien". Fue difícil para Percy conciliar el sueño, pero lo logro, pero como siempre en su vida no fue algo bonito, soñó dos cosas al mismo tiempo, ambas tenían algo en común ...  era una prisión.

En el sueño se veía a un joven, vestido con túnica griega y sandalias, acuchillado en el interior de una grandiosa estancia. El techo se hallaba descubierto y dejaba ver el cielo nocturno, pero los muros, de mármol pulido y liso, tenían una altura de seis metros. Había cajas de madera esparcidas por el suelo; algunas medio rotas y volcadas, como si las hubiesen arrojado brutalmente, De una de ellas asomaba una seria de instrumentos de bronce: un compás, una sierra y otros que no logro identificar.

El chico se había acurrucado en un rincón, temblando de frío o tal vez de miedo. Estaba cubierto de salpicaduras de barro y tenía las piernas, los brazos y  la cara llena de arañazos, como si lo hubieran arrastrado hasta allí junto con las cajas.

Entonces se escucho un crujido y las puertas de roble se abrían. Entraron dos guardias con armaduras de bronce, sujetando a un anciano al que arrojaban al suelo, hecho un guiñapo.

Chico: Padre-gritando mientras corría a donde estaba el viejo-.

El viejo tenía la ropa hecha jirones, el pelo gris y una barba larga y rizada. Le habían roto la nariz y le sangraban los labios.

???: ¿Qué te han hecho? -agarrando la cabeza del viejo y mirando a los guardias- !Los matare¡

???: No creo que sea hoy.

Los guardias se hicieron a un lado. Detrás, aparecía un hombre muy alto ataviado con una túnica blanca y una fina diadema de oro. Tenía la barba puntiaguda como la hoja de una lanza. Sus ojos centellaban de crueldad.

???: Has ayudado a los atenienses a matar a mi minotauro, Dédalo. Has vuelto a mi hija contra mí.

Anciano: Eso lo hiciste tu mismo, majestad.

Uno de los guardias le propino una patada en las costillas arranándole, un grito de dolor.

Chico: Basta.

Rey: Amas tanto tu laberinto, que he decidido permitir que permanezcas aquí. Éste será tu taller precisa un monstruo. !Y tú serás el mío¡

Anciano: No me das miedo.

El rey sonreía fríamente y fijaba su mirada en el chico.

Rey: Pero cualquier hombre se preocupa por su hijo, ¿No? Dame un nuevo disgusto, anciano, y el próximo  castigo que deban infligir mis soldados...  !Se le aplicara a él¡

El rey salía majestuosamente de la estancia, seguido de los guardias, y las puertas se cerraban con estruendo, dejando solos al chico y a su padre en medio de la oscuridad.

Chico: ¿Qué vamos a hacer? !Te matarán, padre¡

El anciano tragaba saliva e intentaba sonreír, lo cual le daba un aspecto espantoso con sus labios ensangrentados.

Anciano: Ten coraje, hijo mío-mirando a las estrellas-. Ya encontré la salida.

Un barrote descendía y atrancaba las puertas con un golpe fuerte.

El otro sueño era más que solo simple sueño, se sentía como un recuerdo que ha sido enterrado en lo más profundo de él, a diferencia del anterior sueño en este el estaba viviendo en carne propia.

 Al mirar a su alrededor estaba en algún tipo de lugar encerrado, parecido a un caldero, parecía estar hecho de un material muy resistente, en cima de su cabeza había un marcador con el numero 49. El calor que había en ese lugar era insoportable, observo como  su piel parecía derretirse solo para volver a formarse. al mirar para arriba observo como el numero paso a 48.

Yo solo dependo de mi propio poderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora